Es difícil creer que hayan pasado ya casi cuatro años desde la elección de Barack Obama. Las calles estaban llenas de coches tocando la bocina, ondeando banderas y había gritos de emoción. Lágrimas de alegría desenfrenada y alivio corrían por los rostros de muchos. Después de ocho largos años de Bush, ¡el cambio había llegado por fin! ¿O no? A medida que los meses -y la crisis- avanzaban, se hizo cada vez más claro que en todo lo esencial, la presidencia de Obama era una especie de Bush 2,0 más que un nuevo amanecer de paz y de prosperidad.