Felipe González, uno de los más inteligentes defensores del capitalismo español a día de hoy, definió hace un par de años la situación actual: “...Estamos incubando la siguiente crisis financiera y la diferencia con ésta será que los ciudadanos ya no tolerarán que haya centenares de miles de millones de dólares para rescatar a los banqueros de sus propios errores. Probablemente, estamos ante la última oportunidad de una reforma seria del funcionamiento del sistema.” (entrevista de JJ Millás, El País, 07-10-10).
Empeoramiento de la situación económica y toma de conciencia creciente
Las diferentes movilizaciones de los últimos meses reflejan una evolución hacia una creciente radicalización de las protestas: desde julio hasta la Huelga General del 14N, pasando por las movilizaciones en torno al 25S frente al Congreso de los Diputados, las actuales luchas en defensa de la sanidad pública, o las protestas estudiantiles en ciernes, todas ellas apuntan en este sentido.
Todo ello en el contexto de una nueva recaída en recesión para el próximo año, caída que ya comenzó en las economías centrales de la UE, en Japón, y que están afectando al crecimiento de los países que habían ofrecido un crecimiento más dinámico de sus economías en los últimos años, China, India o Brasil.
La crisis de sobreproducción es más visible en este contexto. Cierres importantes de empresas, como los de las plantas de Ford en Bélgica o Peugeot en Francia, junto a las amenazas continuas de deslocalización por parte de las multinacionales, son utilizados para “doblar el brazo” a cualquier gobierno. Que se lo pregunten a François Hollande, que ha terminado de desdecirse de buena parte de sus promesas electorales. Hollande, a parte de haber subido ya impuestos a los trabajadores, llevará a efecto las contrarreformas necesarias que posibiliten lo que la burguesía francesa necesita desesperadamente: que sus obreros industriales (junto con el resto de asalariados) pasen a cobrar menos que los alemanes, cosa que no sucede actualmente y es la base de buena parte de los problemas que se ciernen sobre las multinacionales francesas en la convulsa arena económica mundial.
A su vez, este contexto de penurias económicas marca el futuro de la UE. Los capitalistas de los países más fuertes tratan de salvar sus intereses. No nos engañemos: ya no hay dinero para repartir generosamente. Al contrario, las crecientes contradicciones entre las economías (cada vez más divergentes en este contexto de dificultades), se plasmarán en recortes y en salvaguardar los intereses de las empresas y países más todopoderosos. Soñar, como hacían algunos compañeros, con una coalición de los países del sur, junto con Francia, que fuercen a Alemania a aplicar una política de inversiones keynesiana ya quedó descartado por la propia realidad de los acontecimientos.
A su vez, Rajoy y De Guindos también sueñan con que invocando a una futura mejora “a partir del 2014” podrán conjurar las protestas. Pero eso no va a ocurrir. La gente no puede aguantar más y está pasando por encima de cualquier obstáculo que se interponga en su camino para expresar su malestar.
IU y los sindicatos
El último 14 de Noviembre vivimos en diferentes ciudades piquetes más importantes que en anteriores convocatorias; al mismo tiempo, pudimos constatar una mayor presencia activa de jóvenes en todas las acciones que se convocaron, lo que es un indicativo muy importante; finalmente, sectores nuevos de la clase trabajadora confluyeron en la movilización: por ejemplo, las mareas verdes (trabajadores y padres de alumnos del sector educativo) y blancas (sanidad) que en diferentes ciudades se significaron con acciones particulares.
Hablamos de nuevos en cursiva, pues forman parte de la clase trabajadora en esencia. Se articulan relativamente al margen de los sindicatos tradicionales, si bien en parte también están formados por activistas de base de los mismos, o bien siguen las convocatorias oficiales..., cuando se convocan.
Cuando se convocan..., porque, reflejando con mayor exactitud el movimiento real de los trabajadores de su sector determinado, cuando nuestros dirigentes de los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO), dejan pasar más de un mes después de las manifestaciones de trabajadores más importantes desde la Transición sin siquiera convocar una jornada de asambleas de valoración en los centros de trabajo, el movimiento real de los trabajadores se expresa pasando por encima de los sindicatos mismos, revelando la hondura real de la cólera social existente, al mismo tiempo que queda patente la enorme distancia que cada vez separa más a los actuales dirigentes sindicales de las aspiraciones de millones de trabajadores.
Desde la búsqueda de la máxima unidad posible con los sindicatos, a esos millones de trabajadores se debe dirigir IU con voz propia. Y sí, hablamos de millones de trabajadores: sanidad, enseñanza, administración pública, Iberia, AENA, Autoridades Portuarias, RENFE, ADIF..., por solo hablar de las grandes empresas públicas que se están movilizando desde hace muchos meses contra los recortes. IU tiene mucho que decir. En la mayor parte de las regiones, ante el desmantelamiento de las empresas públicas por parte de los gobiernos regionales, que siguen el dictado de Madrid, ni siquiera se han convocado movilizaciones unitarias de todas las empresas públicas afectadas.
Pero el gobierno no va a dejar de aplicar más contrarreformas, a instancias de los acreedores internacionales. La contrarreforma educativa de Wert es solo un anticipo, ya se anuncian una nueva reforma laboral y otra en pensiones. Los dirigentes de UGT y CCOO nuevamente han convocado tardíamente manifestaciones para el lunes 17 de diciembre. Deben hacer más que eso, deben poner sobre la mesa un auténtico plan de movilizaciones con el objetivo de hacer retroceder plenamente al gobierno Rajoy. Ponerse a la cabeza de las movilizaciones educativas y sanitarias, como forma de preparar una nueva Huelga General, de 48 horas esta vez, y no parar hasta echar abajo a este gobierno que pretende que cada año de su gestión retrocedamos una década.
Rosa Luxemburgo decía que:
“La especialización en su actividad profesional de dirigentes sindicales, así como la restricción natural de horizontes que los liga con las luchas económicas fragmentadas en periodos de quietud, concluyen por llevar fácilmente a los funcionarios sindicales al burocratismo y a una cierta estrechez de miras”. (Huelga de masas, partido y sindicatos).
Y esta corta visión se une a un escepticismo y cinismo existente, debido a la quemazón total de buena parte de la dirigencia sindical que, como vemos, lleva a los sindicatos mayoritarios a ser superados constantemente por el movimiento en lucha de los trabajadores.
Además de esto, tenemos que decir que estamos viendo en directo cómo la generación de dirigentes y activistas que saltó a la palestra en los años 70 y 80, como en todas las épocas de cambio histórico, está en proceso de ser sustituida por un joven reemplazo (dentro y fuera de las organizaciones tradicionales) que refleja mucho más directamente el sentir de la calle.
Por tanto, en el actual periodo, el papel de IU debe ser fundamental en dos aspectos dentro del movimiento obrero:
- Como fuerza que defiende una salida socialista ante la crisis capitalista, dando una perspectiva política de clase a la lucha sindical sin la cual ésta es ciega, y
- Como nexo de unión entre las diferentes organizaciones existentes: UGT, CCOO, CGT, ELA, LAB, SAT, CIG, Intersindical..., para ser la fuerza que se destaque más para posibilitar la necesaria unida de la clase trabajadora.
Crisis del capitalismo español y de sus instituciones.
Lo que decía Rosa Luxemburgo de los dirigentes sindicales también se puede trasladar a la mayor parte de la clase política de la izquierda oficial, partiendo de nuestra propia organización, donde se ha revelado en el actual debate cómo una generación de dirigentes entiende que la rutinaria acción en las instituciones actuales debe ser el eje central de nuestra actividad.
Como bien expresa el compañero Alberto Garzón hoy, en su artículo:
"...El resultado final es que la organización se transforma en un elemento mucho más conservador de lo que la calle y la ciudadanía exige. Se produce una desconexión con la realidad, así como una tendencia a depender políticamente de las instituciones, que lleva a que se formen otros instrumentos al margen de la organización. Así es como podemos entender que, a pesar de la clara coincidencia ideológica, los que han llevado a cabo la resistencia más eficiente ante el ataque neoliberal reciente hayan sido los movimientos sociales situados en los márgenes de Izquierda Unida. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la organización Democracia Real Ya –promotora del 15M- e incluso las organizaciones de consumidores están repletas de militantes de IU que han visto más efectivo estos instrumentos que el que ofrece la propia organización a la que formalmente pertenecen. Esta constatación debería ser el aviso más claro acerca de la poca capacidad de una organización que se define como movimiento social y como anticapitalista...".
La cuestión es que la credibilidad de las instituciones que sostienen al capitalismo español está totalmente cuestionada. El CIS reveló hace pocos días cómo un 52,5% de los españoles se declaraba poco o nada satisfechos con la actual Constitución, frente a un 37,4% que opina lo contrario. El sentimiento republicano es el mayor de las últimas décadas, y al alza, siendo mayoritario entre los menores de 35 años. También, durante el verano, el CIS reveló cómo sólo un 9% de la población confía en los actuales partidos políticos, lo que también nos afecta a nosotros, IU, y nos debe hacer reflexionar muy seriamente.
Lo que han revelado muchos de los compañeros que han defendido íntegramente la ponencia oficial es no entender, en primer lugar, la dinámica actual de los procesos.
La perspectiva para el capitalismo español va a ser la de un descenso a los infiernos profundo y prolongado en el tiempo, de no mediar un radical cambio político por parte de la izquierad política y sindical. Este proceso se puede acelerar con una adecuada preparación por parte de nuestra organización. En un momento dado, el movimiento de protesta social va a poner en cuestión no solo el envoltorio institucional que viste a la sociedad española, sino las propias relaciones económicas que impiden la satisfacción de los derechos sociales por los que se está luchando: vivienda, educación, sanidad, empleo...
Hará falta entonces, ¡hace falta ya! una estrategia y programa claros que respondan a los saltos agudos en la movilización y en la conciencia que ineludiblemente van a tener lugar en muy poco tiempo, para así educar a los compañeros y a la periferia que rodea a IU en aquellas plataformas políticas en las que trabajamos. En IU debemos prepararnos para esto, formando a los compañeros en el modelo de sociedad que defendemos, el socialismo, y trabajando en los sindicatos y movimientos sociales con este fin. Una IU que sea vista como una organización que no acepta ningún recorte, al mismo tiempo que encabeza el máximo de luchas que se dan, puede reflejar el mismo proceso que llevó al Syriza a pasar de un 4,5% de intención de voto a superar el 30% (hace un par de meses) en apenas dos años.
Por una estrategia y un programa socialistas
Sin embargo, cuando en el documento presentado por la dirección federal a debate se habla del “Proceso Constituyente” parece que no se sacan las conclusiones oportunas de los errores cometidos por parte de los principales dirigentes de la izquierda sindical y política española en la Transición. De hecho, cuando ha habido enmiendas críticas en este sentido, los redactores del documento se han opuesto a su aprobación.
Leyendo el documento oficial se saca la idea de que la “acumulación de fuerzas” que necesita la izquierda, junto con el Proceso Constituyente, se entienden como una suerte de etapismo necesario en el que el programa y estrategia que reivindiquemos se atenga a lo que se ha dado en llamar como “realismo político”.
- Es por ello que en el programa que propone la dirección federal se habla de luchar por crear mediante nuestra acción de gobierno 3 millones de puestos de trabajo tan sólo (de los que la mitad serían creados por la empresa privada gracias a los incentivos públicos en inversión e impuestos).
- Es por ello que hay un auténtico retroceso en el programa que se reivindica, al defenderse en dicha ponencia crear una "banca pública", "empresas públicas en los sectores estratégicos", cuando en octubre de 2011, después de nuestra Convocatoria Social, salimos a la calle demandando la “nacionalización de la banca y de los sectores estratégicos de la economía”.
En este sentido, en las diferentes asambleas regionales que se han celebrado, ha habido muchas enmiendas que iban destinadas a subrayar el carácter socialista que tiene que tener el programa de IU, explicando la necesidad de nacionalizar el sistema financiero y las grandes empresas.
Los compañeros que han defendido la ponencia oficial se han opuesto a estas enmiendas, explicando que iban contra el último programa electoral con el que concurrió IU a las últimas elecciones generales del 20N de 2011. Pero dicho programa electoral no era nuestro programa (el nuestro, el de IU, que fue aprobado como dijimos en la Convocatoria Social de octubre mencionada), sino un documento consensuado con la Chunta Aragonesista, Los Verdes e Iniciativa Per Catalunya para ir juntos a las elecciones del 20-N.
¿Entonces IU retrocede en su programa para abrazar el de Iniciativa Per Catalunya?
Preguntamos a los compañeros de la dirección federal: ¿No se ha recrudecido la crisis del capitalismo desde hace un año? ¿No han avanzado las demandas en la calle ni el nivel de conciencia de los millones de trabajadores y jóvenes que se han movilizado repetidamente desde entonces? Precisamente por todo ello ¿No está claro que deberíamos radicalizar aún más los aspectos confusos del programa aprobado en la Convocatoria Social de octubre de 2011, haciéndolo más concreto aún?
Sí, debemos hacerlo:
- IU, en primer lugar, debe crear empleo, no para tres millones, sino para los más de 6 millones de desempleados que hay en este país.
- IU subirá ampliamente los impuestos a las empresas y a los ricos. Sin ello no tendremos los recursos para sostener y ampliar el estado del bienestar. Esto acrecentará más aún el fraude fiscal y la nula inversión privada por parte de los capitalistas. Actualmente, en el caso del Impuesto de Sociedades que pagan las empresas, la contribución efectiva media de éstas fue sólo del 11,6% en el 2011, no del 30% que deberían pagar. Pero los 3.000 conglomerados económicos españoles más importantes pagaron apenas un 5% sobre sus beneficios. Siguiendo la experiencia de Venezuela u otros gobiernos de izquierda que subieron los impuestos a los ricos para hacer más inversiones sociales, los grandes potentados responderían en ese caso con una huelga de inversiones y una evasión a raudales del dinero. Tenemos que estar preparados para una situación como ésta. Si no, pecaríamos de una ingenuidad extrema.
- De hecho, en el contexto económico explicado, ya la inversión privada se desplomó en los últimos trimestres. IU debe explicar cómo sólo se puede confiar en la iniciativa del Estado, un Estado con un gobierno que defienda los intereses de la clase trabajadora y de los sectores de la sociedad más humildes. Sin un gobierno de este tipo, que se base en la movilización de la inmensa mayoría de la sociedad para controlar los resortes fundamentales de la economía (es decir, las grandes empresas junto a la totalidad del sistema financiero) no habrá democratización de la economía ni el Estado podrá demostrar a los autónomos y pequeños empresarios en ruinas (machacados por la gran propiedad) la viabilidad plena de una política socialista.
Desde Lucha de Clases creemos por todo ello que el programa propuesto a esta Asamblea por la ponencia de la dirección federal, en el mejor de los casos, en absoluto va a solucionar la mayor parte de los problemas de los trabajadores. Más bien, siendo realistas, es una declaración de intenciones en gran medida, en el contexto económico y político explicado, en la medida que no se dota de los instrumentos adecuados para ello (que el Estado puede controlar de manera efectiva la economía bajo el control democrático de los trabajadores).
El debate en IU sí ha alumbrado una necesidad de un giro a la izquierda
En la ponencia federal no se dice nada de la experiencia de gobierno de IU en la Junta de Andalucía, un gobierno que en esencia está practicando los mismos recortes que en otras autonomías. En torno a un centenar y medio de cuadros valiosos dedican lo fundamental de su tiempo, dentro del engranaje de la Junta de Andalucía tejido por el PSOE durante 30 años, embebidos en documentos e informes que no se corresponden con nuestra política, a tratar de convencer a los trabajadores acerca de la necesidad de dicho pacto y de su política, en vez de tratar de dirigir luchas sociales que nos hagan destacar, construyendo a la organización en la calle.
Este gran silencio consciente valdrá para el documento federal, pero los gritos de los trabajadores resuenan en las calles y, por primera vez en toda su historia, IU ha llegado a dejar de asistir a manifestaciones de los trabajadores con pancartas propias, como pasó en más de una capital andaluza.
Las reivindicaciones de luchas en las que IU desempeñó un papel central en el pasado, como Santana o Delphi..., quedan anuladas ahora. Ahora, los trabajadores de dichas empresas gritan su desesperación a nuestros dirigentes en vídeos que se replican a millares para mayor vergüenza de nuestros militantes.
La amplia encuesta del Instituto de Estudios Sociales para Andalucía, que sale publicada hoy en diferentes medios andaluces refleja una representación de diferentes vectores que se expresan al mismo tiempo:
- Una espectacular caída del PP, de diez puntos desde marzo, del 40,4% al 30,7%, reflejo de la política que lleva practicando el PP a nivel estatal.
- Un estancamiento del PSOE, que se mantiene en torno al 39%.
- Una subida de IU, que pasa del 11,3% al 16,1%, reflejo de una búsqueda a la izquierda de sectores cada vez más importantes.
- Un 50% de los andaluces desaprueba la labor que desarrolla el bipartito IU-PSOE, mientras que un 25,3% la ve positiva.
Algunos dirigentes andaluces, basándose en estos meros datos empíricos, se muestran muy contentos con el día a día de la política seguida en Andalucía en los últimos meses. Ahora bien, este mero trasvase de votos se concreta en un repunte de la afiliación muchísimo menor y en una actitud crítica hacia nuestra labor. Nuestro voto queda como un recurso de protesta “hacia lo que hay” más a la izquierda, más que en una identificación y compromiso plenos.
Esto es muy peligroso porque, si somos sometidos a prueba a nivel estatal, podremos defraudar muy rápidamente las expectativas puestas en la organización: si algo demuestra cualquier resultado o encuesta electoral en cualquier país europeo en los dos últimos años (reflejando la cada vez mayor aceleración de los procesos políticos) es la enorme fugacidad de dichos resultados.
Este empirismo, de llevarse a un extremo, nos llevaría a cegarnos con los “árboles que no nos dejan ver el bosque”. Ante los acontecimientos que nos van a estallar en los próximos 6-12-18 meses (unas elecciones anticipadas a nivel estatal y la posibilidad de la repetición de un pacto de gobierno con el PSOE) tenemos que elegir entre ser el báculo de izquierdas de los dirigentes del PSOE que, en esencia, no persiguen una política de ruptura con el capitalismo, o reflejar el movimiento vivo de los trabajadores y sectores sociales descontentos, como bien venía a decir el compañero Garzón.
En Andalucía, aparte de la CUT, la reacción contra este pacto que maniata la política de IU es cada vez más fuerte en la mayoría de las agrupaciones del PCE. Hay diputados y dirigentes provinciales del PCE que reflejan esto, lo cual es muy positivo.
Igualmente sucede en otras comunidades. En el País Valenciano, Aragón, La Rioja, Galicia, Madrid..., desde abajo se vislumbra cómo muchísimas agrupaciones del PCE y asambleas de IU promueven un giro a la izquierda en el programa y la estrategia de IU. Es un movimiento tan claro, desde abajo, acompaña tan rotundamente al mismo giro que está teniendo lugar en la inmensa mayoría de la sociedad, que, independientemente de los resultados de esta X Asamblea Federal, este giro se acentuará aún más claramente en el próximo periodo y hará girar a la organización aún más a la izquierda después de esta X Asamblea Federal.
Conclusión
Recordamos a los compañeros nuevamente las palabras de Rosa Luxemburgo.
“La naturaleza de un gobierno burgués no viene determinada por el carácter personal de sus miembros, sino por su función orgánica en la sociedad burguesa. El gobierno del Estado moderno es esencialmente una organización de dominación de clase, cuya función regular es una de las condiciones de existencia para el Estado de clase. Con la entrada de un socialista en el gobierno, la dominación de clase continúa existiendo. El gobierno burgués no se transforma en un gobierno socialista, pero en cambio un socialista se transforma en un ministro burgués. (…) Mientras que en el Parlamento, o en el Consejo Municipal, podemos obtener reformas útiles luchando contra el gobierno burgués, ocupando un puesto ministerial sólo conseguimos esas reformas si apoyamos al Estado burgués. La entrada de los socialistas en un gobierno burgués no es, pues, como podría creerse, una conquista parcial del Estado burgués por los socialistas, sino una conquista parcial del partido socialista por el Estado burgués" (El affaire Dreyfus y el caso Millerand).
Compañeros y compañeras, esta es la elección que tenemos. Independientemente de los resultados de la Asamblea Federal, IU es más necesaria que nunca como instrumento válido para la inmensa mayoría de la sociedad, empezando por la clase trabajadora. Desde Lucha de Clases defenderemos con paciencia las ideas de la transformación socialista de la sociedad, ayudando a construir IU en los centros de estudio, barrios y empresas.
Fuente: Lucha de Clases (Estado Español)