Durante su discurso en una masiva manifestación bolivariana el 1º de mayo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha anunciado la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, que describió como una asamblea obrera y comunal. La oposición venezolana ha rechazado inmediatamente esto como parte del “golpe de estado del régimen” y ha hecho un llamamiento a favor de una escalada de las protestas.
El anuncio de Maduro se produce después de 30 días de protestas violentas casi continuas por parte de la oposición de derecha de Venezuela (con el respaldo de Washington), con el objetivo de derrocar al gobierno. Una de las principales dirigentes del ala más radical de la oposición, María Corina Machado, admitió abiertamente esto en un artículo de opinión en el periódico ecuatoriano El Comercio, diciendo: “hay un peligro creciente de que se pierda el punto esencial. El objetivo no es llevar a cabo elecciones en el marco del régimen criminal de Maduro.El objetivo es poner fin al régimen... El primer paso es deponer al régimen”.
Los medios de comunicación del mundo han distorsionado, una vez más, la situación real que existe sobre el terreno en Venezuela. La imagen que han pintado, es de un régimen autoritario sin ningún apoyo que utiliza la represión para mantenerse en el poder contra manifestantes pacíficos.La realidad es más complicada. En primer lugar, las protestas de la oposición han sido extremadamente violentas, lo que ha producido más de 30 muertos. Sólo para dar dos ejemplos: una mujer murió en Caracas después de ser golpeada en la cabeza por una botella de agua congelada lanzada desde un edificio durante una marcha bolivariana el 19 de abril; y dos militantes obreros revolucionarios en la gobernación regional Bolivariana de Mérida recibieron disparos en el cuello y la cabeza hace una semana por francotiradores apostados en edificios dominados por la oposición, cuando participaban en una manifestación a favor del gobierno.
En segundo lugar, después de que partidarios de la oposición saquearan e intentaran prender fuego al edificio de la Corte Suprema de Justicia, el gobierno utilizó la Guardia Nacional para evitar que los partidarios de la oposición marcharan a los edificios del Tribunal Supremo y del Consejo Nacional Electoral. Esto ha llevado a enfrentamientos extremadamente violentos con pequeños grupos de jóvenes matones de la oposición.
En tercer lugar, mientras que la popularidad del gobierno está en un nivel muy bajo, todavía hay un núcleo duro de la clase trabajadora y de la gente más pobre que apoya la revolución bolivariana y que salió en masa el 19 de abril y el primero de mayo. Cientos de miles de personas marcharon en los dos días contra el intento de la oposición de derrocar al gobierno, además de las decenas de miles que se manifestaron en las manifestaciones sectoriales de mujeres y jóvenes la semana pasada.Nada de esto ha sido informado por los medios capitalistas.
El primero de mayo, por ejemplo, los líderes de la oposición habían pedido a sus seguidores hacer dos rutas separadas, una marcha al Tribunal Supremo (TSJ) y la otra al Consejo Nacional Electoral (CNE). El TSJ es el edificio que ya habían asaltado el 8 de abril. El CNE está situado junto a la avenida Bolívar, donde los chavistas habían decidido celebrar su acto del 1º de mayo. Toda la estrategia de la oposición era una clara provocación dirigida a crear un escenario de violencia, presentado como represión policial, lo que pondría el gobierno bajo más presión en casa e internacionalmente.
Y así sucedió.Cientos de miles de partidarios de la revolución bolivariana marcharon desde tres puntos diferentes hacia la avenida Bolívar. Todo el recorrido se llenó de gente desde temprano por la mañana. Muchos de los participantes habían viajado durante la noche desde los cuatro rincones del país para participar en la manifestación. En el momento en que yo llegué a la avenida Bolívar a las 2 pm, ya había cientos de miles, con mucha gente yéndose para dejar espacio a otros que llegaban, hasta 16:00, momento en el cual Maduro se dirigió a la manifestación.
Mientras tanto, en otro lugar en Caracas, manifestantes de la oposición se enfrentaron violentamente con la Guardia Nacional, e incluso rompieron la valla de la base aérea militar de La Carlota, proporcionando un montón de imágenes a los medios de comunicación internacionales.
En realidad se trata de un conflicto entre diferentes instituciones del Estado (la Asamblea Nacional dominada por la oposición, frente a la presidencia bolivariana), que refleja diferentes intereses de clase. La oposición, basada principalmente en las capas de la clase media y alta de la sociedad, quiere deshacerse del gobierno actual y tomar el poder, alentada por su éxito electoral de diciembre del año 2015, en las elecciones a la Asamblea Nacional. El gobierno de Maduro, cuyo apoyo proviene principalmente de la clase obrera y de los pobres, quiere permanecer en el poder.
Al comienzo de la actual ola de violentas protestas opositoras, el objetivo de la oposición era ir más allá de su base tradicional de apoyo en las áreas de clase media y alta de las grandes ciudades, para llegar a los barrios obreros y más pobres.Esto no lo ha conseguido.Ha habido casos aislados de disturbios en lugares como El Valle (donde los manifestantes atacaron el Hospital de Maternidad), pero éstos han sido llevados a cabo principalmente por elementos criminales, no tanto por gente común de la zona.
Lo que el último mes ha puesto de manifiesto, de hecho, es que el chavismo todavía puede contar con un núcleo de apoyo que puede ser movilizado, especialmente cuando se enfrenta al látigo de la contrarrevolución y de la intervención extranjera en forma de las declaraciones y acciones muy provocadoras del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Almagro.
Sin embargo, la oposición ha sido capaz de reavivar su base de masas de apoyo, que había quedado en gran medida desmoralizada después de la anterior ofensiva de la oposición contra el gobierno entre septiembre y octubre de 2016, que fracasó. En ese momento los líderes de la oposición le lanzaron el guante a Maduro, con manifestaciones de masas, una amenaza para marchar sobre el palacio de Miraflores y el inicio de un “juicio político” por la Asamblea Nacional, pero fueron incapaces de llevarlo a efecto y además se enredaron en una negociación mediada por el Vaticano, que no condujo a ninguna parte.
La oposición es capaz de movilizar un gran número de gente, pero que en realidad no ha sido capaz de ir más allá de sus áreas tradicionales de apoyo y no ha podido romper el ejército, a pesar de los repetidos intentos de hacerlo y de llamamientos públicos a favor de un golpe militar. Por lo tanto, la situación está en un punto muerto.
¿Cuál es la razón de la caída del apoyo al gobierno bolivariano?
Venezuela está sumida en una profunda crisis económica.La fuerte caída de los precios del petróleo ha puesto de manifiesto todas las contradicciones de la economía venezolana. Desde la introducción de controles de precios y del control de cambios en 2003 (con el fin de evitar la especulación y la fuga de capitales), el sector privado se ha rebelado contra ellos. La clase dominante ha emprendido una huelga de inversiones y ha encontrado muchas maneras de burlar los controles de cambio, que ahora se han convertido en su contrario.
Mientras los precios del petróleo eran altos, el gobierno podía utilizar los ingresos del petróleo para financiar grandes programas sociales, así como importar productos alimenticios del mercado mundial, que luego se vendían a precios subvencionados. Esto, por un tiempo, creó la ilusión de que era posible sostener amplias políticas sociales sin tener que lidiar con la cuestión de la propiedad de los medios de producción.Ahora eso ya no es posible.
Las reservas de divisas han colapsado severamente, lo que reduce la capacidad del gobierno para subvencionar las importaciones de alimentos, lo que lleva a la escasez en un contexto en el que el sector privado se niega a producir bienes para que sean vendidos a precios regulados. Mientras tanto, el gobierno ha dado prioridad a los pagos de la deuda externa, que ha cumplido puntualmente.Con el fin de mantener el gasto público, el gobierno tiene un déficit presupuestario enorme que asciende al 15% del PIB, que financia mediante la impresión de dinero. La combinación de estos factores ha llevado a una fuerte devaluación de la moneda en el mercado negro combinado con hiperinflación y escasez de productos básicos, en particular alimentos y medicinas.
Durante los últimos tres años, el gobierno de Maduro ha seguido una política de defenderse de la oposición en el frente político, mientras que ha estado haciendo todo tipo de aperturas y concesiones a los capitalistas en el frente económico. Justo antes de la actual ola de protestas, Maduro había presidido la Expo Venezuela 2017, haciendo hincapié en que su gobierno no era comunista, que estaba a favor de la propiedad privada y de la entrega de créditos blandos en bolívares y dólares a empresas extranjeras y nacionales.
El intento actual de la oposición para derrocar al gobierno fue provocado por una decisión del TSJ de puentear las atribuciones de la Asamblea Nacional, con el fin de firmar un acuerdo de asociación con una empresa extranjera (rusa), para la extracción de petróleo, boicoteado por aquélla.El gobierno necesita la afluencia de dinero en efectivo para pagar el último tramo de la deuda externa, que asciende a 3 mil millones de dólares. El gobierno también ha levantado casi todos los controles de precios, sustituyéndolos por el suministro de alimentos subvencionados directamente a las comunidades, el CLAP.
Sin embargo, la caída de apoyo a la revolución bolivariana va más allá de razones puramente económicas.En diciembre de 2002, durante el sabotaje petrolero y la huelga patronal nacional organizada por la clase capitalista, el pueblo revolucionario pasó por todo tipo de dificultades y sufrimientos, y permaneció leal a la revolución.Ninguno de los programas sociales del gobierno había comenzado todavía.
Las masas están, por supuesto, profundamente afectadas por la rápida erosión del poder de compra de los salarios, la escasez, etc. Los trabajadores luchan para sobrevivir y su dieta ha empeorado sustancialmente.Pero lo que realmente molesta es el hecho de que el gobierno no parece tener ninguna estrategia para resolver estos problemas.Aunque se habla de una guerra económica librada por la oligarquía contra la revolución, al mismo tiempo, se sienta para mantener conversaciones con los mismos capitalistas y les hace concesiones cada vez mayores.Si bien se habla de socialismo, la iniciativa revolucionaria de los trabajadores y de las comunidades revolucionarias es restringida, asfixiada o abiertamente bloqueada por los burócratas del gobierno que presiden oficinas con aire acondicionado y conducen furgonetas lujosas.
La burocracia, la corrupción y el bloqueo de la participación de las bases es lo que ha llevado a la desilusión, al escepticismo e incluso al cinismo entre las capas que anteriormente eran partidarias del movimiento revolucionario.Aunque es difícil de medir, la población venezolana está ahora probablemente dividida en tres partes: un tercio que aún apoya la revolución bolivariana, un tercio que apoya a la oposición de derecha; y por último, un tercio que se opone al gobierno, pero también desconfía profundamente de los dirigentes de la oposición.
Es en este contexto que Maduro ha anunciado la Asamblea Constituyente.La propuesta es un salto a lo desconocido.La mitad de los diputados en la asamblea (250) serán elegidos en circunscripciones territoriales normales, y la otra mitad serán elegidos en circunscripciones basadas en sectores (trabajadores, mujeres, jóvenes, las poblaciones indígenas, discapacitados, etc.). La Asamblea Constituyente es todopoderosa, lo que significa que todos los poderes del Estado son reemplazados por la misma y tendrán que ser renovados (a través de elecciones en el caso de la Asamblea Nacional y del Presidente) una vez que la Asamblea termine su trabajo.
Maduro ha anunciado que la Asamblea será convocada para consagrar los programas sociales bolivarianos (misiones), para que no puedan ser abolidos.Debemos advertir que, en realidad, es poco probable que esta propuesta realmente mejore el equilibrio de fuerzas para la revolución bolivariana.Muchos son profundamente escépticos sobre la capacidad de la actual dirección del movimiento bolivariano para comprometer realmente la participación de las bases.La experiencia del “Congreso de la Patria”, convocado después de la derrota electoral de 2015, que se convirtió en un foro de debate vacío, es demasiado reciente en su memoria.
Además, no hay indicios de que este anuncio marque un giro a la izquierda en la política económica del gobierno.En su intervención en el acto del 1º de mayo, Maduro habló de “un cambio de paradigma económico” y de “avanzar hacia un modelo económico diferente, después del petróleo”, pero ni siquiera mencionó la palabra socialismo. No hubo ninguna indicación de ninguna medida para expropiar a la clase capitalista.
En estas circunstancias, el anuncio de Maduro solamente tendrá el efecto de dar más argumentos a la oposición (como si ya los necesitaran), sin tener en cuenta ninguno de los problemas reales (de suministro de alimentos y medicamentos, la burocracia y la corrupción) que han reducido el apoyo a la PSUV.
Como era de prever, la oposición denunció la medida como un golpe de Estado y pidió a sus seguidores que intensificaran las protestas. Ya hubo un estruendoso cacerolazo a las 9 de la pasada noche. Hoy han pedido a sus partidarios que bloqueen las principales carreteras del país a partir de las 6 o 7 de la mañana durante dos horas. También están llamando a un paro nacional. Durante la noche, ya ha habido barricadas ardiendo en varios lugares. Los matones de la oposición también han colocado las mortales Guayas, cables de acero a 1 m de altura, con el objetivo de matar a los motoristas.
Por supuesto, podemos esperar un coro hipócrita de países denunciando la decisión como antidemocrática y expresar su “grave preocupación” por la vida humana y la “violación de los derechos humanos”. Se trata de países como Colombia, donde el Estado y los paramilitares matan regularmente a dirigentes campesinos y sindicales; México, donde cientos de miles de personas han sido desaparecidas y asesinadas por el gobierno y el narcotráfico que ahora controla grandes sectores del aparato del Estado y de los partidos políticos, o incluso una monarquía reaccionaria y antidemocrática como la de Marruecos (!), donde se violan los derechos humanos con regularidad.
Son plenamente conscientes de que con el sistema electoral propuesto no tienen ninguna garantía de obtener una mayoría. Su objetivo es derrocar al gobierno de Maduro tan pronto como sea posible, por cualquier medio que sea necesario.
Si la oposición derrocara al gobierno sería un absoluto desastre para la clase obrera y los pobres. En artículos de opinión en periódicos de la oposición ya han explicado lo que sería su programa: la privatización de empresas estatales, reducir el déficit fiscal mediante la aplicación de recortes masivos en el gasto social (particularmente en educación y salud), despedir a cientos de miles de trabajadores del sector público, liberalizar los precios, obtener el libre acceso a dólares de los ingresos del petróleo, la abolición de los derechos laborales y sindicales (en particular la prohibición de los despidos, etc.). Además de esto, harían pagar muy caro a los trabajadores y las masas revolucionarias haberse atrevido a desafiar su poder durante tanto tiempo.
Nosotros nos oponemos radicalmente a la actual ofensiva de la clase capitalista y del imperialismo. Pero debemos decir abiertamente que no apoyamos las políticas del actual gobierno de Maduro. No las apoyamos porque en lugar de resolver los problemas fundamentales que afectan a los trabajadores y los pobres, los agravan y son el camino más seguro hacia una derrota del movimiento bolivariano (ya sea a través de elecciones o de un derrocamiento violento).
Las conquistas de la revolución siguen siendo muchas y de gran alcance, por ejemplo, la Misión Vivienda, el programa de vivienda del gobierno, que acaba de completar la entrega de 1,6 millones de unidades de vivienda a familias necesitadas.La única manera de defender esto sería completar la revolución.Es decir, la expropiación de la clase capitalista (que está agitando el actual intento de derrocar al gobierno), desmantelar el Estado capitalista y reemplazarlo con una genuina democracia de los trabajadores.Sólo este tipo de medidas serían capaces de ampliar de nuevo la base social de apoyo al movimiento bolivariano.
La tarea en cuestión es oponerse con todas las fuerzas a la embestida de la reacción y del imperialismo por medios revolucionarios, y conducir una campaña seria de clarificación política entre la vanguardia revolucionaria en cuanto a cuáles son las causas de la crisis actual y el único camino a seguir: ¡el socialismo!