La crisis del capitalismo sacude a países como Suiza. A pesar de su enorme reserva de capital financiero e industrial, los beneficios exteriores suizas no son suficientes para comprar la "paz social", o al menos, cada vez más capitalistas no están dispuestos a gastar su dinero en el mantenimiento de dicha paz. En el frente político, el auge del partido de extrema derecha, el SVP, en los últimos pasos plantea nuevos desafíos a los partidos políticos de la clase obrera, una tarea en la que han fracasado hasta ahora.
En esta situación, un grupo de jóvenes trabajadores decidió crear la corriente marxista suiza. Este artículo se ocupa del contexto en que los compañeros realizan esta tarea importante de refundar el marxismo en el corazón de Europa.
El 22 de septiembre, más de 20.000 trabajadores de la construcción salieron a las calles de Zúrich, el centro financiero y económico de este país alpino multilingüe. Fue la mayor manifestación de la clase obrera desde la huelga general de 1918. La razón fue que los empresarios de la construcción no están dispuestos a renovar el convenio colectivo con el sindicato UNIA, formado recientemente a partir de una fusión de varios sindicatos.
La manifestación en sí misma merece la pena ser descrita. Un contingente tras otro de trabajadores detrás de sus pancartas a través de las calles de Zúrich. En diferentes lenguas el mismo mensaje dirigido a los empresarios: o renováis nuestro convenio colectivo o lucharemos de una manera seria.
Lo más interesante es que la radicalización de las consignas, en cierta forma, están relacionadas con el idioma. Mientras que muchas pancartas en alemán aún llamaban a la paz social, las que iban en francés e italiano expresaban su disposición a dar otro paso y simplemente decían: "¡Greve!" o "¡Sciopero!" (¡huelga!). Sin embargo, debemos decir que sólo es una tendencia y no una regla general, porque también se podía leer "Streik (huelga) y baustopp!" ("Obra en paro").
En el mitin final en Helvetia Platz, se anunciaron los resultados de una votación sobre la huelga que se había hecho antes: el 85 por ciento de los trabajadores de las obras con sindicatos votaron a favor de esta acción.
Lo más estimulante fueron algunos de los discursos. Primero hubo intervenciones en alemán, después en francés, seguido por el italiano, y después en portugués, español, serbo-croata, turco y albanés. Trabajadores de todas las nacionalidades, no sólo las tradicionales, se manifestaron a favor de la defensa de sus derechos comunes.
Esta unión en muchos sentidos significa fuerza. En primer lugar, el UNIA es uno de los pocos ejemplos de sindicalismo europeo donde los trabajadores inmigrantes están totalmente integrados en la organización, o al menos donde están dispuestos a hacerlo. En segundo lugar, también hay cierta debilidad "natural" de la burocracia sindical, sencillamente no puede reproducirse tan fácil en cualquier momento y lugar.
Es evidente que la base principal de la dirección sindical es el habla alemana, pero no representa al país ni al conjunto de su clase obrera. Los discursos en alemán de los dirigentes sobre todo apelaban a los empresarios para que mantengan la paz social y renueven el convenio. Pero los empresarios no escuchan estas palabras, escuchan una música distinta. El "parlamento de los trabajadores de la construcción", un organismo que representa diferentes colectivos laborales de 150 grandes obras, decidieron el 7 de octubre comenzar una huelga en tres ciudades diferentes a partir del 15 de octubre. Ginebra, Neuchâtel y Bern serán las primeras ciudades donde los trabajadores sindicalizados pararán las obras durante un día, después el 1 de noviembre seguirá Zúrich.
El 5 de noviembre, comienza la siguiente ronda de conversaciones entre empresarios y sindicatos, ahora legitimados por la conferencia de representantes obreros para que lleven adelante las negociaciones. Si esta ronda también fracasa, la lucha se intensificará en noviembre y diciembre, con un parón en enero y febrero debido a la caída de volumen de la construcción por las condiciones atmosféricas del país (muchos emigrantes aprovechan estos meses para regresar a sus países con sus familias en Portugal, España, Italia...). La lucha se supone que se reanudará en marzo con el principio de la nueva estación. Los marxistas apoyamos totalmente este plan de luchas para derrotar a los empresarios. Mientras el ambiente de los trabajadores no disminuya debido al comportamiento sin principios de los dirigentes sindicales, los trabajadores de la construcción pueden ganar y lo harán, como ahora explicaremos.
Los marxistas suizos, en la segunda edición de su periódico, distribuido en alemán e italiano (gracias a la ayuda de los compañeros de Falce Martello), insisten en varios puntos clave para ganar la lucha. Por un lado, subrayan varias condiciones sobre cómo dirigir la lucha y la preparación del sindicato.
Lo más importante es la reivindicación de que la negociación no sea un secreto, que los trabajadores, no sólo los representantes sindicales, participen y que el resultado de las negociaciones pueda ser sometido a votación entre todos los trabajadores antes de que sea válido. Es medida, entre otras, no sólo aparece en su periódico, también utilizan su influencia política en el frente juvenil del UNIA, en Wintherthur-Zúrich, para distribuir el periódico dentro del sindicato.
Al mismo tiempo, utilizan el trabajo del trotskista estadounidense, Henry de Boer, How to win a strike (Cómo ganar una huelga), que han traducido al alemán por primera vez, utilizando sus métodos para extender y popular el movimiento entre sectores más amplios de la clase obrera y la población.
Para llevar estas ideas a la práctica defienden la formación de un comité de solidaridad con los trabajadores de la construcción en su ciudad de origen: Winterthur.
Al otro lado del Rin, los marxistas austriacos de Der FUnke, también hacen lo que pueden para el éxito del movimiento. Defendieron la participación en la manifestación del 22 de septiembre en Zúrich, asistieron con 25 jóvenes y trabajadores para expresar su solidaridad. También organizaron un concierto para popularizar la lucha y recoger fondos en solidaridad con la huelga, distribuyeron miles de panfletos informando a los jóvenes trabajadores de las escuelas de aprendices sobre la lucha de clases en el país vecino. Según avance y se extienda la huelga, ampliarán sus actividades, sobre todo la lucha contra los esquiroles que podrían ser reclutados en la región próxima de Vorarlberg, en Austria. No se conoce mucho que más de 30.000 trabajadores de la región trabajan regularmente en Suiza.
Hay varias razones para las buenas perspectivas de la huelga, si la dirección sindical se mantiene firme y no firma rápidamente un acuerdo con los empresarios, que dada la experiencia del sindicalismo en general es siempre una posibilidad.
Otra razón es el fútbol. En junio de 2008 se celebrará en Austria y Suiza la Eurocopa de selecciones. No sólo en términos de la lucha clases, sino también en términos futbolísticos, el equipo suizo está mejor preparado para conquistar el triunfo. Sin embargo, en ambos países hay varios estadios que todavía no se han terminado, lo que se convierte en un arma en la mano de los trabajadores de la construcción.
También otras construcciones que son muy sensibles ante cualquier retraso. Los trabajadores que construyen el edificio Neat en Sedrun, por ejemplo, también han hecho oír sus voces. Exigen más seguridad y mejores condiciones laborales en el túnel, que se les pague por el tiempo que tardan en llegar a la obra ya que se hace por teleférico y tiene poca capacidad. Como están sin convenio colectivo, han dicho que en cualquier momento pararán para exigir mejores condiciones en su trabajo particular. Neat es un euro-proyecto multimillonario, se supone que será el túnel más largo del mundo, cruzará los Alpes y facilitará el tránsito entre Alemania e Italia. Cualquier retraso en este proyecto provocaría serios problemas económicos para las empresas implicadas.
Pero no todos los trabajadores se encuentran en una situación tan favorable. El 2 de octubre, el segundo día sin convenio colectivo, una comisión formada por la autoridad regional de Zúrich, los empresarios de la construcción y el sindicato, decidieron, con el voto en contra de los representantes sindicales, reducir un diez por ciento los salarios de los obreros no cualificados menores de 30 años.
Este hecho demuestra el verdadero significado de las acciones de los empresarios. Oficialmente, el conflicto era para conseguir una jornada laboral más "flexible", pero la verdadera causa es diferente. El jefe de los empresarios, Messmer, manifestó abiertamente que su objetivo era liberarse de los sindicatos. Messmer es un parlamentario liberal del FDP y, como aparecía en cientos de camisetas en la manifestación, un "capitalista y un cristiano". En sus ocho años en el parlamento ha presentando ocho propuestas de ley, incluida una que afectaba los intereses directos del sector de la construcción y también es promotor de una iglesia cristiana fundamentalista.
Hace unos años, el UNIA pasó a la ofensiva, a través de manifestaciones y huelgas en el túnel de Neat, obligaron a los empresarios a bajar la edad de jubilación de los 65 a los 60 años. Desde entonces odian al sindicato. Primero intentaron atacar a los trabajadores en los sectores periféricos, como carpinteros y pintores. Pero tampoco ahí consiguieron una victoria decisiva. Los pintores, por ejemplo, se movilizaron y comenzaron a pintar las casas de los empresarios con colores chillones. Con acciones de este tipo ganaron. Pero ahora la lucha ha llegado al corazón de la industria y el resultado de esta lucha será decisiva para el conjunto de la clase obrera. Si los trabajadores de la construcción ganan, el sindicato podrá pasar más a la ofensiva, pero si pierden los trabajadores, también supondrá serios problemas para el sindicato. El UNIA tiene su base principal en el sector de la construcción, acaba de comenzar una campaña para organizar a trabajadores de otras industrias y así conseguir sindicatos fuertes en cada región del país.
Las elecciones
El 21 de octubre habrá elecciones generales, se espera que el partido de derechas, el SVP de Christoph Blocher, vuelva a conseguir la mayoría de los votos (en 2003 el SVP consiguió el 26,7 por ciento, el Partido Socialdemócrata quedó segundo).
El sistema político es bastante distinto al del resto de Europa, una de las características de la "democracia consensuada" en el país es la llamada "fórmula mágica". Desde 1943, el gobierno suizo ha estado formado por los mismos cuatro partidos y en la misma proporción, tres partidos burgueses y los socialdemócratas. Hasta las últimas elecciones de 2003 la situación no cambió, cuando Blocher exigió, y recibió, una parte mayor en el gobierno para su partido, lo que supuso un terremoto político. Al mismo tiempo, el partido redobló sus esfuerzos para presentarse como el "partido suizo". En la actual campaña electoral, Blocher está realizando una campaña xenófoba que exige la deportación de los "criminales extranjeros y sus familias". La imagen de la campaña del SVP es un rebaño de ovejas blandas, basado en la bandera suiza, que expulsan a la oveja negra. Muchos en la izquierda y organizaciones de la clase obrera, han tomado esta campaña como un insulto y han declarado que ellos son la oveja negra (han diseñado imágenes donde la oveja negra golpea a la blanca).
El SVP está cruzando los límites. El 6 de octubre convocó un festival y una marcha en Bern, justo dos semanas después de que la clase obrera tomara las calles en la ciudad vecina de Zúrich. Dentro del partido, se llamó al festival la "Marcha de Bern", una analogía clara con la Marcha sobre Roma de Mussolini. En público, Blocher declaró que no podía garantizar que los asistentes mantuvieran la calma si se ese día se presentaba en la ciudad la "muchedumbre".
Era una clara provocación y los pocos días, un frente único con más de 40 organizaciones de izquierda y de la clase obrera organizaron otra fiesta llamada "Party/Hard" contra el racismo. El papel de la dirección del Partido Socialdemócrata fue confuso, primero apoyaron la iniciativa pero después sólo dieron un "apoyo ideal".
En realidad, el "apoyo ideal" significa una traición a la movilización contra el SVP. Mientras que la manifestación de Blocher y sus reaccionarios fue permitida, no se concedió le permiso para la contra-manifestación. Aunque no tenía permiso la policía "toleró" la manifestación, probablemente para controlar mejor la situación. La razón de este cambio de política por parte de la dirección del partido fueron "mensajes anónimos a través de Internet debido al bloque negro", así es como llaman los periódicos burgueses a este frente, con la intención de azuzar la histeria y el temor ante el día de la manifestación.
En cuanto a la correlación de fuerzas, fue claramente favorable para la izquierda, en lugar de 10.000 sólo hubo unos pocos miles (entre 2.500 y 5.000) participando en el festival del SVP, donde además había contingentes de grupos fascistas organizados.
Por otro lado, en las movilizaciones anti-racistas organizadas por la izquierda contra el festival del SVP había mucha más gente, es difícil decir exactamente la cifra. Un tren con cientos de manifestantes llegaron una hora tarde por "problemas técnicos·, en la ciudad, el lugar de concentración estaba rodeado de policía y unidades especiales, impidiendo que la gente pudiera salir de la plaza. Esta situación provocó luchas callejeras. Finalmente se formaron distintas manifestaciones. Bloquearon un puente y la policía no pudo hacer nada, no consiguió romper el bloqueo a pesar de utilizar gas lacrimógeno, balas de goma y tanques policiales. Así se consiguió que la manifestación del SVP no entrara en la ciudad principal y tuvieron que improvisar un mitin al otro lado del río. La policía se concentró en limpiar las calles y los bloqueos para que pudieran pasar los reaccionarios y fascistas, algunos grupos pequeños de activistas de izquierda entraron en el lugar donde el SVP tenía programado su mitin. Estos grupos destrozaron todo el equipo que el SVP había montado. Sobre todo eran activistas conocidos como "Autónomos", un movimiento que defiende la acción directa y que tiene una base importante en Suiza, sobre todo en la ciudad de Bern. A ellos se unieron los denominados "locos", inmigrantes de segunda y tercera generación que están en primera línea de la acción directa, reflejan su furia ante el hecho de que este país tan rico no les ofrezca nada en términos de una vida decente.
Para los liberales y los reformistas, este hecho simple, la destrucción del Bundesplatz, bastó para criminalizar a toda la izquierda, ahora el SVP intenta presentarse como el defensor de la "democracia". Pero no fueron los actos de unos cuantos activistas los que les asustaron, sino más bien la amplia movilización, por no hablar de la huelga de la construcción, que consiguió paralizar la acción del principal partido burgués.
Mientras tanto, la "batalla de Bern" ha provocado varias discusiones dentro de la escena política. Mientras que los representantes del PSD han dicho que no entrarían en un gobierno con el SVP, amenazan así la "fórmula mágica" que garantizó la estabilidad política del país desde los años cuarenta, otros representantes de la izquierda intentan distanciarse de la acción de Bern.
No es la primera vez que se producen este tipo de enfrentamientos y que son utilizados por la burguesía para intentar dividir a la izquierda y al movimiento de la clase obrera. Durante años la tradición es que en la manifestación del 1º de Mayo en Zúrich, los radicales de izquierda marchen con las organizaciones tradicionales de la clase obrera. Todos los años hay enfrentamientos y la policía siempre detiene a activistas de izquierdas.
También es interesante lo que ocurre en el PS y el debilitamiento de su influencia en la clase obrera organizada, también es interesante lo que ocurre en el Partei der Arbeit. Bajo la presión de la burguesía suiza, el Partido Comunista en los años cuarenta cambió de nombre y eligió ese, que aplicó la política de "frente popular" impuesta por los estalinistas. La agrupación del partido en Tiscino decidió en su último congreso, cambiar el nombre por el de Partido Comunista, que no sólo implica el nombre, sino también su política, como ha manifestado su secretario general. Aunque sólo tenga tres parlamentarios este hecho es un indicio del resurgir de la lucha de clases en Suiza