En los círculos capitalistas, nadie es más despreciable que el trabajador. Para ellos es una materia prima a explotar. Lo cuando lo necesitan y lo tiran tan pronto como cesa esa necesidad. A pesar de que el trabajador es la fuente de las fortunas que amasan, los capitalistas creen – o pretenden creer- que les hacen un gran favor contratándoles. Lo presentan casi como un acto de caridad.
Paradójicamente, no es hasta que los trabajadores cesan de trabajar que los capitalistas se ven obligados a reconocer la el papel crucial que desempeñan en la vida económica del país y en la sociedad en general. Son los trabajadores los que hacen funcionar la máquina capitalista. En consecuencia, tienen un enorme poder. ¡Sólo falta que sean conscientes de ello!
En Total, tras años de presiones, acoso y desprecio, y ante las graves amenazas que se ciernen sobre el empleo, los trabajadores finalmente han decidido que “ya basta”. En el momento en el que se escriben estas líneas, la huelga continúa en Dunkerque, y la CGT de Total amenaza de retomar la huelga en todas las refinerías si la reunión del 8 de marzo no es satisfactoria. En esta demostración de fuerza hay una valiosa lección para todos los trabajadores del país. Los trabajadores de Total han hecho gala de una gran dosis de paciencia y moderación. Mientras se limitaban a las quejas, eran tratados como menos que nada. En cambio, el inicio de una huelga ilimitada ha sembrado inmediatamente la semilla del pánico en las oficinas de la sede de la empresa, del Eliseo y de Matignon (residencia del primer ministro francés). ¿Qué ocurriría si los dirigentes y accionistas de Total se fueran de vacaciones? ¡Poca cosa! Pero cuando los trabajadores de Total se ponen en huelga, toda la economía está amenazada de parálisis en sólo unos días.
Lo que ocurre en Total en estos días ocurrirá mañana en France Telecom, en EDF, SNCF, en los supermercados y otros lugares. La implacable presión que recae sobre los trabajadores provocará fuertes movilizaciones. En todas partes los capitalistas tratan de defender y aumentar sus beneficios en detrimento de los trabajadores. La crisis económica podría, durante un cierto tiempo, intimidar a los trabajadores. El capitalismo los convierte en dependientes del capital y del mercado. Se sienten amenazados y fragilizados cuando los negocios van mal. Pero llegados a un cierto estadio, el tiro sale por la culata. Este momento ha llegado a Total. Y es posible que sea un indicador de que el momento se acerca también para otros sectores de la economía. Las huelgas en Ikea, Sanofi--Aventis, Escota, Cegelec y ArcelorMittal (entre otros) serán seguidas por muchas otras.
Sin organización y sin acción colectiva, los trabajadores son impotentes. En el contexto de una generalización de las luchas, los trabajadores se vuelven masivamente hacia sus organizaciones tradicionales. Sin embargo, la experiencia de los últimos años nos enseña que en el plano sindical, Thibault (CGT), Mailly (CFDT) y Chérèque (FO) [secretarios de las principales confederaciones sindicales en Francia] harán todo lo posible para evitar la convergencia de las luchas y contener el movimiento dentro de ciertos límites. Insistirán para que las reivindicaciones de los diferentes sectores sean tratadas “caso por caso”, y para no “politizar” las luchas sindicales. Cuando la base quiere luchar, las direcciones las frenan. Pero este obstáculo no es insalvable. Cuando la presión desde abajo sea lo suficientemente fuerte, la barrera burocrática cederá.
La lucha contra el capitalismo es necesariamente una lucha política. Además de los sindicatos, hace falta un partido que presente un programa general para acabar con el capitalismo. Invitamos a todos los jóvenes y trabajadores que quieran luchas contra el capitalismo a afiliarse al PCF. Por supuesto que el PCF está hay ideas y orientaciones políticas diferentes. Sus instancias dirigentes están dominadas por una capa de representantes electos en las instituciones que tienden a considerar el partido como una especie de máquina electoral, y que con frecuencia están dispuestos a cualquier tipo de compromiso que les permita conseguir un escaño en las instituciones. Pero en su base, el PCF agrupa a decenas de miles de militantes dedicados en cuerpo y alma a la lucha contra el capitalismo y convencidos de la necesidad imperiosa de cambiar la sociedad. A pesar de los problemas que ha tenido que enfrentar, el PCF constituye una organización poderosa. En el contexto actual, el PCF tiene un potencial de desarrollo colosal. No es por casualidad si los medios de comunicación hablan lo menos posible- y, cuando lo hacen, lo denigran.
Las ideas fundamentales del comunismo, lejos de estar obsoletas, son más vigentes que nunca. El capitalismo ha fracasado. Todo lo que ocurre a nuestro alrededor lo demuestra: el desempleo masivo, la pobreza, el problema de la vivienda, la degradación de los servicios públicos, la explotación, el racismo y todas las demás consecuencias de este sistema. Toda la vida económica y social está subordinada a los intereses de una minoría enormemente rica. Habiendo agotado su capacidad para desarrollar la economía, el capitalismo no puede existir en adelante, si no es destruyendo las conquistas sociales del pasado. Ahora más que nunca, la prosperidad de la inmensa mayoría de la población exige la expropiación de esta pequeña minoría que posee todo. Hay que colocar los gigantescos recursos productivos existentes bajo el control colectivo y democrático de la sociedad. Es la única manera de erradicar la propia raíz de la explotación del ser humano por ser humano.
Publicado: jueves 25 de febrero