Estas elecciones se han dado en el contexto del quinto año después de comenzada la Gran Recesión de 2008, tras un brevisimo mandato de CiU de dos años. Éste, a su vez, llegó después del fracaso del gobierno del Tripartit de izquierdas (entre PSC, ERC e Iniciativa per Catalunya) que defraudó al electorado progresista una vez que sobrevino la recesión.
El fracaso de los dos gobiernos del Tripartit (2003-2010) aupó al poder a CiU, cuyos apoyos para aprobar sus presupuestos en los dos últimos años provinieron del PP, partido al que llegó a superar en otras regiones gobernadas por el mismo PP en cuanto a énfasis en los recortes sociales.
Consecuentemente con la legislación impuesta al PP por las autoridades de la UE a la hora de controlar el gasto de las administraciones públicas, CiU se vio en la necesidad de acogerse al Fondo de Liquidez Autonómico (verdadero Fondo de rescate autonómico), sufriendo en la práctica el rescate de la economía catalana y la humillación de la posible llegada de los hombres de negro del ministerio encabezado por Cristóbal Montoro.
Fue entonces, antes del último verano, cuando con más virulencia CiU trató de justificarse ante su electorado, recurriendo al único resorte que le quedaba: la demagogia nacionalista. Eso sí, echando mano de auténticos agravios que el pueblo catalán había recibido tras la mayoría absoluta del PP a nivel estatal, en primer lugar tras la reprobación por el Tribunal Constitucional de diferentes artículos del Estatut autonómico aprobado por el 90% del parlamento catalán (menos por el PP).
Unas elecciones recogen una foto fija de un momento determinado. Éste, en Catalunya, estuvo muy marcado por esta Diada del 11 de Septiembre, que se dio en un momento muy concreto, cuando todavía los sindicatos no se habían atrevido a convocar la Huelga General, a pesar de las movilizaciones de julio pasado. Y cuando IC-EUiA y el PSC-PSOE no fueron capaces de plantear ninguna alternativa coherente al discurso de CiU.
La manifestación de la Diada del 11 de Septiembre fue un reflejo contradictorio de toda esta situación: CiU quería apropiarse de ella fletando miles de autobuses desde toda Catalunya, pero lo que más predominaron en dicha manifestación eran las esteladas (banderas con la estrella enmarcadas en la bandera catalana), propias del independentismo catalán. Fruto del carácter contradictorio de la manifestación, también fueron arrastrados a la Diada del 11 de septiembre muchos trabajadores no nacionalistas, que querían participar en una manifestación de protesta más, pero sin un discurso propio, ya que sus dirigentes de la izquierda política y sindical, desde finales del verano fueron a la zaga de CiU en todo momento.
Posteriormente tuvimos la Huelga General del 14-N y cambió el ambiente social. Mas llegó a quejarse de que en los últimos días de campaña llegó a hablarse de todo, de la crisis, de los recortes, de los desahucios..., salvo "del derecho a decidir". Es decir, fue la movilización de la clase trabajadora la que cambió la correlación de fuerzas a última hora (cosa que no fue prevista por ninguna encuesta), derrotando los planes de Mas.
Por tanto, el elemento nacional fue fundamental, ante la falta de alternativas de las organizaciones que teóricamente podían abanderar un discurso de clase. Pero, incluso en estas circunstancias, los movimientos electorales han dependido de una manera clara de la exacerbación de las contradicciones económico-sociales de los últimos años, y de cómo el conjunto de estos procesos es asimilado por parte de las masas. Los resultados nos ofrecen una doble polarización, en el plano nacional y social, que es otra manera de decir que cada vez se busca una solución más radical ante una situación social que es vista como un drama por cada vez más sectores de la sociedad.
Los resultados. CiU no rentabiliza el adelanto electoral
En primer lugar, pasemos a constatar los datos.
PARTIDO | 2010 ESCAÑOS 2012 | VOTOS 2010 % | VOTOS 2012 % |
CiU | 62 50 | 1 202 830 38,40 | 1 112 000 30,68 |
ERC | 10 21 | 219 000 7,00 | 496 000 13,68 |
PSC-PSOE | 28 20 | 575 000 18,40 | 523 000 14,43 |
PP | 18 19 | 387 000 12,40 | 471 000 12,99 |
IC (lista con IU) | 10 13 | 230 000 7,40 | 358 000 9,89 |
Ciutadans | 3 9 | 106 000 3,40 | 274 000 7,58 |
Solidaritat per la Independència | 4 0 | 102 000 3,30 | 46 000 1,3 |
CUP | . 3 | 0 0 | 126 000 3,48 |
Participación censo | 58,78% | 69,60% |
En cuanto a los datos, una de las primeras cosas que llama la atención es el gran incremento de la participación, casi 11 puntos, con un nivel de participación equiparable al de las elecciones generales que afectan al conjunto del Estado español. De hecho, lo que explica en lo fundamental los resultados es que, ante la gran polarización existente (en el plano nacional y social), los partidos existentes mantuvieron en lo esencial sus bases de 2010 y tuvieron más o menos acierto a la hora de atraerse los más de 400.000 nuevos electores que metieron su voto en las urnas.
Pasemos a estudiar los diferentes casos. [1]
Los perdedores
- CiU. Creyendo que la Diada de este año ratificaba su política, el líder de CiU, Artur Mas, con el adelanto electoral perseguía ratificar su dominio en el Parlamento, incluso llegando a la mayoría absoluta. Sin embargo, ha perdido 12 escaños, pasando de 62 a 50 escaños. CiU pierde 106.000 votos respecto a 2010. La mayoría de los votos netos perdidos (hay trasvases mutuos a diferentes niveles entre casi todos los partidos) van a ERC y una minoría al PP, asustados estos últimos del verbo independentista de Mas.
La primera idea a resaltar tras las elecciones, que todos los analistas destacan, es el fracaso de la coalición CiU. La mayoritaria Convergència impuso al otro partido de la coalición, Unió Democrática, un discurso de campaña donde el elemento determinante era el Referendum donde decidir el futuro del país, presumiblemente para impulsar un plan independentista. El líder de Uniò, Durán, no dejó de recordarle públicamente a Artur Mas antes del inicio de la campaña electoral que el electorado de CiU no era estricta ni mayoritariamente independentista antes del 11-S último. Independientemente de las incertidumbre ante el recurso a la vía independentista, sobre todo ha sido la experiencia concreta de los recortes sociales en Catalunya, los más duros del todo el Estado español, los que han hecho que decenas de miles de sus electores de 2010 hayan ido a ERC. Al final, la clave social ha predominado frente a la nacional a la hora de explicar la pérdida de apoyos de CiU.
- PSC-PSOE. Pierde casi 57.000 votos netos, sobre todo hacia Iniciativa y ERC. Probablemente ha perdido aún más votantes de los que le votaron directamente en el año 2010 pero, a última hora, ante la amenaza de batacazo aún mayor del que se pegó, un sector de votantes perdidos (que sólo suelen votar en las generales) volvió a votar PSC para frenar así una posible mayoría de CiU. Eso ocurrió en el cinturón rojo que rodea a Barcelona, como el Baix LLobregat donde el PSC sigue siendo el partido más votado (que es donde la caída de CiU es más acentuada), en Badalona, Santa Coloma, Hospitalet, Sant Adrià de Besòs... En algunos de estos lugares, el PSC llegó a aumentar incluso su voto con respecto a las anteriores autonómicas del 2010. <p">En cambio, fuera del 'cinturón rojo', incluida Barcelona capital, la caída del PSC es clara. Mirado con más amplitud, la crisis del PSC es monumental: en el año 2003 le votó un 31,16% del electorado, ahora le vota el 14, 43%. La historia de las elecciones catalanas desde el año 2003 (año de conformación del Tripartit de izquierdas) hasta ahora se podría describir también como la historia de quién se reparte esos 16,73 puntos del censo electoral de votantes tradicionales socialistas perdidos por el PSC. <p">Se especula mucho entre los tertulianos con el giro socialdemócrata del PSC (y del PSOE), en base a los últimos mítines finales de Carme Chacón y Griñán (presidente de la Junta andaluza) donde decían arrepentirse de haber aprobado la reforma de la Constitución en septiembre de 2011. Pero la gente está harta de discursos y quiere hechos. Dos días después de las elecciones, el número 2 del PSC ha sido imputado por corrupción.
- SI. El partido independentista de Laporta (SI) desaparece del arco parlamentario: es muy interesante para constatar cómo el elemento socioeconómico ha tenido más peso que el nacional a la hora de entender algunos resultados. Una de las principales candidatas de Solidaritat per la Independència, Nuria Cadenas, era una de las líderes históricas de los independentista Maulets. De modo que, en cuanto a un compromiso con el ideal meramente independentista, poco había que reprocharles. Ahora bien, recurrieron a la pura demagogia para aupar a sus candidatos electorales, como fue el caso del ex presidente del FC Barcelona, Laporta. Queriendo ensanchar su base electoral con gestos, pero no teniendo presencia real en la calle, ficharon como candidato a un político proveniente de CiU, con la que coquetearon abiertamente a la hora de aprobar sus primeros presupuestos. Perdieron.
Los ganadores
- PP. Es un ganador bastante relativo, pues a pesar de la polarización nacional existente (su principal bandera como máximos defensores del nacionalismo español) incrementaron su peso electoral en 0,59 puntos más tan solo, todo ello cuando los dos principales partidos a los que aspiraban a recortar terreno o a superar manifestaban su mayor crisis histórica. El PP ha llegado a su límite electoral en Catalunya y, a partir de ahora, todo lo que va a hacer es bajar.
- Iniciativa Per Catalunya (IC). Gana 128.000 votos, tanto del PSC como de nuevos electores. La composición social de sus votantes es fundamentalmente obrera, obteniendo sus principales porcentajes de voto en el cinturón rojo de ciudades de trabajadores que rodean a Barcelona, donde en algunos casos llega a superar en un 50% sus votos anteriores (tras el desastre del Tripartit). En cambio, fuera de las zonas obreras, apenas sube.
En conjunto, IC-EUiA supera por pocas décimas los resultados de 1995, o los del 2006. La cuestión es que eso se hace cuando el PSC se desangró en los dos últimos procesos electorales. [2]
Desde EUiA, referente en Catalunya de IU ¿Tendríamos que estar satisfechos meramente con esto? Los compañeros de la dirección de EUiA, que pasan a tener hasta 4 diputados en la coalición final resultante con IC, parece que sí. Desde Lucha de Clases pensamos que en absoluto hay que estar satisfechos. Pasamos a explicarnos.
Situando los resultados en un ámbito cronológico más amplio, merece la pena volver atrás sobre la reflexión que hacíamos anteriormente sobre el PSC: a IC la votaban en el año 2003 el 7,28% de los electores, y ahora el 9,89%: ¿Cuánto ha recogido Iniciativa Per Catalunya desde el 2003 hasta ahora, de los 16,73 puntos electorales que ha perdido el PSC? Respuesta: 2,61 puntos tan sólo. Poco, muy poco, POQUÍSIMO.
Esta pregunta, la consiguiente respuesta y, sobre todo, el porqué de tal circunstancia merecería una profunda reflexión por parte de los dirigentes de IC (y más aún de los compañeros de la dirección de EUiA, junto a los de IU a nivel estatal). Catalunya ha sido probablemente la comunidad autónoma donde más se ha luchado por parte de los trabajadores y la juventud en los últimos años. Sin embargo, ni IC, ni EUiA (IU) actúan más que como un contenedor electoral que malamente recoge algo de las masivas pérdidas que está teniendo la socialdemocracia. Sin embargo, nuestros dirigentes federales avalan esta política de poca presencia social de EUiA en las luchas con un discurso independiente (con un casi indisimulado apoyo por parte de la dirección federal al sector de derechas del PSUC en el último congreso), o casi cierre práctico de muchas de las sedes de EUiA en la medida que el inflado aparato de liberados (merced a acuerdos con CCOO e IC) está dedicado íntegramente a la vida institucional.
El problema es que, ante la falta de alternativas, IC-EUiA recoge el desencanto puramente electoral de solo una pequeña parte de lo que pierde el PSC ¿Qué pasará mañana? ¿No hay otras formaciones políticas que puedan ser más atractivas que IC-EUiA? ¿Seguirá en permanente crisis el PSC-PSOE? ¿Cuántos militantes y nuevas asambleas de afiliados hemos generado para sostener en base a nuestro trabajo a nuestros electores (no en base al desencanto que le produce el PSC)? ¿Hoy en día, y en los próximos años, los trabajadores y jóvenes buscan solo participar en política votando cada 4 años? ¿No requieren nada más de sus partidos o movimientos políticos?
- ERC. La gran triunfadora, más que duplica su número de votos (en nuevos 277.000 votantes), pasando a ser la segunda fuerza política. El tradicional partido de las clases medias catalanas se encontró sin ninguna oposición por parte del resto de la izquierda política, que no ha planteado ninguna iniciativa de orden social en el último años y siempre han ido a remolque de los acontecimientos.
En primer lugar, siendo tan importante el aspecto nacional en estas elecciones, la dirección del PSC no se atrevió públicamente a defender el derecho a decidir del pueblo catalán (derecho de autodeterminación), lo que le restó aún más autoridad entre los trabajadores y jóvenes que todavía tinen en mente a Zapatero, el iniciador de los recortes a nivel estatal. Por otra parte, hasta fines de septiembre, IC-EUiA había hecho seguidismo pleno de la reforma fiscal presentada por CiU, que ésta planteó como una excusa para romper su anterior pacto con el PP.
ERC sí acentuó en las últimas semanas su discurso social frente a los recortes de CiU o, por ejemplo, dieron bastante publicidad al hecho de acudir a los piquetes de la Huelga general. Podemos decir que, ante la falta de alternativas de la izquierda vinculada a las organizaciones estatales, mucha gente que creyó el discurso independentista (sobre todo en los feudos de ERC, que no son los principales centros industriales) pensó: “si vamos hacia la independencia, que sea con gente que se lo cree de verdad, y por la izquierda”.
- Las CUP (Candidaturas de Unidad Popular). Partido anticapitalista, proveniente de los casals independentistas. Para las organizaciones ligadas a estos casals, su discurso independentista constituía su razón de ser en las últimas décadas. Nuevamente, a raíz de la crisis económica, es cuando su discurso adquiere un carácter más social y laboral, teniendo otra virtud: frente a una IC, EUiA, o PSUC prácticamente desaparecidos, con voz propia en las calles, ellos siempre estuvieron allí, aunque fueran pocos. Han rentabilizado ese trabajo de calle claramente, en el ámbito estudiantil, en la PAH, o en el 15M. Así, por primera vez empiezan a tener resultados electorales significativos a partir de las últimas elecciones municipales, definiéndose abiertamente con un discurso anticapitalista, pidiendo la nacionalización del sistema bancario, etc. Apoyados en esta ocasión por otras organizaciones de la extrema izquierda catalana, ahora han llegado a los 3,48 puntos.
Han recogido muchos decenas de miles de votos de jóvenes que no habían participado en política, junto al de decenas de miles de electores que militantemente participaban en las elecciones catalanas mediante el voto en blanco (que cae ahora a la mitad, pasa del 2,91% de los votos efectivos al 1,45%).
Teniendo como origen un tronco común con la base social que conforma ERC, su porcentaje de voto baja en los grandes distritos obreros de Barcelona, subiendo en las pequeñas ciudades y pueblos que rodean, a su vez, al cinturón rojo de Barcelona, o en Girona. Ahora bien, para la inmensa mayoría de trabajadores, antes de estas elecciones las CUP no eran nada. Ahora son un hecho, con lo cual tenderán a crecer si no cambian mucho las cosas en IC-EUiA.
- Ciutadans. Vinculado a lo que ahora se denomina como movimiento de la “antipolítica”, ha hecho énfasis particular en el españolismo de foma demagógica, frente a los partidos nacionalistas. Se nutrió en sus inicios (2006) de votantes decepcionados con el PP (en el 2004 había sido desalojado Aznar a nivel estatal) y del PSOE, fundamentalmente en los barrios de emigrantes que afluyeron en los años 60 y 70 a Catalunya de otras zonas del Estado español. Ahora, Ciutadans ha sacado tajada de la pérdida de votantes del PSC y, sobre todo, junto con ERC ha sido el que más rédito ha sacado del incremento de la participación electoral, proveniente en su caso fundamentalmente de votantes socialistas desencantados.
Ciutadans se ha opuesto de palabra a los recortes de CiU, ha hecho bandera demagógica de la corrupción imperante en el resto de partidos, que afecta a todos en mayor o menor medida en función de que toquen poder de manera efectiva, cosa que no ocurre todavía con Ciutadans... El voto a Ciutadans es un voto de trabajadores que se opone furibundamente al independentismo, pero que tiene claro que no va con el PP.
Sigue representando un voto de protesta que, a diferencia de UPyD a nivel estatal (con una base fundamentatada sobre todo entre la clase media urbana), tiene un componente social básicamente obrero, en los barrios y pueblos del cinturón rojo que rodea a Barcelona y del resto de ciudades importantes catalanas.
¿Y ahora, qué gobierno? La demagogia de CiU al descubierto
Tan solo dos días después de las elecciones, el portavoz del gobierno interino, de CiU, hizo público que el ajuste para el presupuesto de 2013 igualaría a la suma de los efectuados durante el 2011 y 2012, como mínimo, otros 4.000 millones de euros. Esto es un reconocimiento claro de que, en la legislatura que se abre, el afán principal para CiU va a ser el ajuste social.
Si ya en su triste noche electoral, Artur Mas admitió que “una cosa es el derecho a decidir, la otra el Estado propio; para tenerlo, con estos resultadoss tendremos que seguir trabajando...” (El País, 26-11-12); un día después, Duran i Lleida, líder de Unió Democràtica, ahora en una posición más fuerte en la coalición CiU, lo expresó más claramente: “La consulta puede hacerse dentro de uno, dos, tres o cuatro años, pero pasado mañana hay que tomar decisiones (...) Sin el día a día no hay nada de lo demás...” (El País, 28-11-12).
Es decir, que la consulta sobre el derecho a decidir del pueblo catalán queda como una pura moneda de cambio, que es lo que decíamos desde Lucha de Clases antes de las elecciones. El verdadero objetivo de CiU en todo momento ha sido ampliar las prerrogativas fiscales de la Generalitat catalana para, sin cambiar su política a favor de los ricos, tener más independencia económica ante el gobierno central ahora que Catalunya de facto intervenida por el ministerio de Hacienda.
En los hechos, teniendo en cuenta la prioridad económica del ajuste, tanto el PP como CiU coinciden en sus objetivos. Ahora bien, después de que ERC amenaza con robarle aún un mayor peso electoral a la derecha nacionalista catalana, políticamente se antoja harto complicado un pacto directo o indirecto entre el PP y CiU a corto plazo, ante un enfrentamiento en el terreno nacional que ha tenido tantas repercusiones.
¿A qué obedece el resurgimiento de la cuestión nacional? ERC y CiU potencian la idea de la independencia pero, ante la falta de una alternativa de clase y socialista, gana eco la idea de que una autonomía rica y con una base industrial exportadora, como Catalunya, podría subsistir por sí sola frente a una España cada vez más endeudada y en ruina social.
Hay un refrán que dice que “la naturaleza aborrece el vacío”. Una vez que CiU se montó en el tigre de la demagogia nacionalista, en un momento en el que la izquierda política catalana estaba bastante desprestigiada y no presentaba una alternativa creíble ante CiU (hasta Iniciativa Per Catalunya apoyó la reforma fiscal de CiU y reclamó un pacto nacional con ella antes de las elecciones), sectores importantes del pueblo catalán, y no solo la base más militante nacionalista compuesta por las clase medias urbanas o rurales, sitúan ahora la posibilidad de la independencia como una posible salida realista que pueda solucionar la contundencia del ajuste social y la incertidumbre ante un futuro cada vez más sombrío.
Eso sí, dentro del electorado nacionalista se ha producido un fuerte corrimiento hacia la izquierda, fruto de los ajustes de CiU, siendo éste un síntoma de lo determinante que es en última instancia la resolución de los problemas sociales, que es la clave esencial a resolver para la inmensa mayoría.
Por eso mismo, los novicios líderes de ERC temen aceptar la cuchara que les alarga el diablo mucho más experimentado que son los líderes de CiU. Al fin y al cabo, se trata de comer de un mismo plato consistente en entrar a formar parte de un gobierno que se va a destacar por practicar una política de recortes. Si aceptaran entrar en dicho gobierno finalmente, buscando situar a centenares de militantes de ERC en cargos gubernamentales con el fin de incrementar su aparato partidista y su clientelismo político, correrían el riesgo de perder muy rápidamente a buena parte del electorado conquistado en favor de las CUP y de Iniciativa per Catalunya. Hoy todos los procesos políticos son vertiginosos y la duración de los efectos de las elecciones son cada vez más evanescentes.
Conclusiones
Entre o no entre ERC al gobierno, o lo apoye indirectamente desde fuera, la cuestión nacional ha vuelto para permanecer, y recrudecerse aún más en un momento dado, si la izquierda política es incapaz de ofrecer una alternativa viable y concreta a los trabajadores e inmensa mayoría de la sociedad.
Por todo lo explicado anteriormente, y nos basamos en la experiencia concreta de los últimos 7 años, el apoyo a organizaciones como ERC o Ciutadans es cualquier cosa, menos algo que sea firme o duradero en el tiempo. La propia ERC estaba en crisis abierta tras su paso por el Tripartit, por debajo de IC-EUiA. Fue la crisis en canal del PSC-PSOE, y la incapacidad de la dirección de IC-EUiA para construir en los barrios, fábricas y centros de estudio una alternativa que se visualizara con un discurso contundente y genuinamente socialista lo que permitió que ERC fuera la principal beneficiaria de la crisis del PSC en base al discurso nacional.
Los acontecimientos económicos y sociales, en un plazo muy corto de tiempo, pondrán a prueba a todas las organizaciones. Trabajadores y jóvenes buscarán con ahínco por sí mismos solucionar sus graves problemas de orden social: desempleo, vivienda, sanidad, servicios sociales, condiciones de trabajo..., hoy todos en cuestión.
La izquierda se construye en la calle, esto lo ha demostrado el ejemplo de la subida de las CUP de una manera evidente, antes una organización residual, y ahora una organización que empiezan a visualizar sectores de las masas. Los dirigentes a la izquierda de la socialdemocracia tradicional, de Iniciativa, pero también los de EUiA y los del PSUC-viu, han fracasado en este aspecto a la hora de diferenciarse nítidamente del PSC-PSOE y únicamente recogen una pequeña parte del vaciamiento de la base electoral socialista. ¡Tienen que cambiar de actitud rápidamente!
Desgraciadamente, parece que nuestros dirigentes están contentos así, tal y como sucede en otras comunidades autónomas del Estado, jugando un papel que los sitúa al albur de los acontecimientos, sin jugar ningún rol de dirección en los procesos sociales que se van gestando en la calle.
Frente a unos dirigentes de EUiA y PSUC-viu cada vez más ocupados con el trabajo parlamentario y del resto de instituciones, los retos ahora para los militantes de la izquierda de ambas organizaciones se sitúan en aprovechar cada capacidad de expresión posible dentro de dichas organizaciones para construir hacia afuera. Sin embargo, ante el cierre efectivo de muchas de dichas actividades por parte del aparato de ambas organizaciones, hay que demostrar de forma efectiva cómo una política de construcción de la izquierda hacia fuera es posible, además de necesaria, sobreponiéndose a las adversidades, en las clásicas plataformas políticas de toda la vida: sindical, vecinal y juvenil principalmente. Pero también en las nuevas que han surgido: Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el Frente Cívico..., para recuperar músculo social con un discurso claramente socialista.
La cuestión nacional es uno de esos famosos 'temas de estado' que llamaron a la unidad de todos los grandes partidos, incluidos el PSOE y el PCE, cuando las direcciones de ambos partidos dejaron en claro que no estaban por la ruptura con el régimen anterior durante la Transición, prefiriendo un pacto con los reformadores del régimen franquista. El invento del estado de las autonomías no ha resuelto el problema nacional, como ninguno de los 'grandes temas' de entonces.
Desde un punto de vista histórico, podemos constatar que esos 'grandes temas' que se pretendían haber cerrado en los Pactos de la Mocloa (1978) y el resto de la Transición, siguen pendientes o están claramente cuestionados, es decir: el carácter del estado, Monarquía o República, con un 36% (en ascenso) de españoles que se declaran republicanos; la política del pacto social, pues la burguesía no tiene nada que pactar, ninguna reforma que ofrecer a los dirigentes sindicales; y, finalmente, como quedó claro en los últimos meses, el otro fantasma que resurge es el del problema nacional, ahora más virulentamente en Catalunya que en Euskadi, cuestión nacional que solo puede encontrar solución con el pleno reconocimiento de los derechos nacionales de las nacionalidades históricas que componen el Estado español, incluido el derecho de autodeterminación, vinculando a su vez la resolución de dichos problemas a los de orden social, que sólo con una política socialista pueden encontrar remedio.
Esa fue la experiencia de la fallida Transición, cuando los dirigentes de la izquierda nos pudieron dirigir hacia una experiencia socialista que se hubiera retroalimentado con el por entonces mucho más avanzado proceso portugués. Ahora debemos sacar lecciones de cara al futuro. En los próximos años, de acentuación aguda de la grave crisis política y económica del capitalismo español, sólo si la izquierda política presenta una política rupturista ante el inerte y vacío reformismo sin reformas actual, ofreciendo una auténtica alternativa socialista ante los graves problemas existentes se podrá hacer entender a los sectores fundamentales de la clase trabajadora y la juventud catalanas (al igual que a los vascos), cada vez más radicalizados, que existe una salida desde la izquierda.
[1] Puede servir de referencia, en parte, el artículo aparecido en El País, basado en una encuesta de Demoscopia a 2.000 votantes al salir de las mesas electorales (El País, 26-11-12).
[2] En 1995 IC obtuvo el 9,71% de los votos y el PSC el 24,88%. En 2006 IC obtuvo el 9,52% de los votos y el PSC el 26,82%. Ahora, en 2012, IC-EUiA obtiene el 9,89% y el PSC el 14,43%.