En respuesta a los severos recortes en el gasto público de Berlusconi; la CGIL, la principal central sindical de Italia, convocó a una huelga general de 4 horas la semana pasada. La respuesta fue masiva con un millón de trabajadores en las calles de las ciudades de Italia. En todas las marchas pudo sentirse un estado de ánimo muy combativo con especial atención en la que participaron los trabajadores de FIAT en la planta de Pomigliano, cerca de Nápoles.
El viernes 25 de junio, la CGIL, la principal federación sindical de Italia, llamó a una huelga general de 4 horas y la participación fue tremenda. En Bolonia 100.000 llenaron las calles, en Milán 70.000, en Nápoles, 70.000, en Roma más de 40.000, en Palermo 25.000, en L'Aquila 20.000, en Cagliari 10.000, en Bari 10.000 y en toda la región del Véneto (en el noreste) 80.000 se unieron a las marchas. En total, más de un millón de trabajadores participaron en muchas manifestaciones diferentes en todo el país.
La Secretario General adjunta de la CGIL, Susanna Camusso, dijo que un millón en las calles de toda Italia fue "más allá de todas las expectativas..." Y advirtió al Gobierno que la gente estaba comenzando a darse cuenta de que el paquete de austeridad recientemente aprobado no les ofrece ningún futuro. Los trabajadores en las manifestaciones exigieron que el primer ministro Silvio Berlusconi retirara sus propuestas de congelamiento de los salarios en el sector público. Berlusconi también está introduciendo recortes draconianos en la financiación de los gobiernos locales, a lo que se oponen los trabajadores.
Entre las demandas de los trabajadores también estuvieron las siguientes: que paren los despidos, defender los puestos de trabajo, prestaciones sociales para los trabajadores que pierdan sus puestos de trabajo, medidas para defender a los trabajadores eventuales y a los inmigrantes. La huelga fue también en defensa del artículo 18 del Estatuto del Trabajo, una ley que rige las relaciones laborales, que está bajo el ataque del Gobierno de Berlusconi.
Lo que ha provocado esa enorme reacción de la clase obrera italiana es el paquete de recortes por valor de 24.000 millones de euros, anunciado recientemente por el Gobierno de Berlusconi. Esto incluye un recorte del 10% del presupuesto estatal. Esto fue un shock para muchos, ya que desde hace algún tiempo Berlusconi estaba alardeando que Italia no estaba en la misma situación que Grecia. Al parecer las finanzas de Italia estaban en "mejor forma".
Sobre la superficie parecía que era así. Italia no ha sufrido el estallido de una burbuja inmobiliaria, como España. Su sector bancario está más regulado, y por lo tanto no llegaba al mismo nivel de crisis financiera de otras grandes economías capitalistas. El déficit presupuestario actual de Italia se sitúa en el 5,3 por ciento del PIB, bajo en comparación con el de Grecia o incluso de Gran Bretaña. Sin embargo, basarse en esto sería superficial, como mínimo. La deuda nacional de Italia asciende a más del 100% de su PIB, y es considerada de alto riesgo; en realidad, es una de las más altas de Europa.
El hecho es que la deuda italiana ya era elevada mucho antes de que estallara la actual crisis internacional, y la burguesía había estado presionando a favor de recortes estrictos en el gasto público. Muchos comentaristas burguesas serios estuvieron quejándose de que Berlusconi no estaba haciendo lo suficiente para bajar la deuda. Ahora, la realidad ha atrapado al Gobierno y está siendo presionado por el Capital italiano e internacional para dar pasos serios en este frente. Los mercados de capitales no fueron engañados por la retórica de Berlusconi y colocaron a Italia junto a los países de la zona euro de alto riesgo: como Grecia, España y Portugal. El resultado es el último paquete de recortes.
Pero los trabajadores italianos no están demasiado entusiasmados con actuar como el chivo expiatorio de una crisis de la que no son responsables. "Decimos no a este presupuesto. Es equivocado, injusto, retarda el crecimiento, no pone en marcha la producción, no toca a los ricos y castiga a los trabajadores," dijo Fulvio Mammoni, miembro de la Secretaría Nacional de la CGIL, a los miles de manifestantes que se congregaron en Nápoles. Guglielmo Epifani, Secretario General de la CGIL, dijo en su discurso en el mitin de Padua: "El país está en pedazos. Los trabajadores están sufriendo; el desempleo está aumentando, especialmente en las zonas industrializadas. Y el Gobierno no hace nada". Estas palabras reflejan un Estado de ánimo incluso más enojado en la base de la CGIL y en el conjunto de la clase trabajadora.
Se trata de un fuerte giro en el lenguaje de los dirigentes de la CGIL, quienes hasta hace poco estaban intentando atenerse a la política del "diálogo". Esta deriva hacia posiciones muy moderadas por parte de los dirigentes de la CGIL había conducido a conflictos con el sindicato metalúrgico de la CGIL, la FIOM, que en los últimos tiempos se ha visto empujado más y más a la izquierda. El hecho de que los dirigentes de la CGIL llamaran el viernes a la huelga general, sin el respaldo de las otras dos centrales sindicales, CISL (cristiana) y UIL (socialdemócrata), es una indicación de la presión que está sufriendo la principal central sindical, la CGIL.
Esto ha provocado una respuesta rabiosa del Secretario general de la CISL, Raffaele Bonanni, quien pidió a Epifani que "controlara a su niño enfermo, la FIOM, que lo está arrastrando a un torbellino" Los líderes de la CISL y UIL temen que la CGIL pueda comenzar a dar expresión a la ira real que se ha desarrollado en millones de trabajadores italianos que están sufriendo los efectos de la crisis actual. A esta gente le gustaría mantener una relación amistosa con el Gobierno y los patrones, como sin duda quisieran también los dirigentes de la CGIL. Pero eso no es posible, porque la crisis del capitalismo está polarizando la situación.
Este proceso se inició dentro de la FIOM, el sindicato de los trabajadores metalúrgicos de la CGIL. La dirección de la FIOM ha ido avanzando hacia la izquierda durante algún tiempo, y esto le ha llevado a un conflicto con los principales dirigentes CGIL, tanto que, en un momento, llegó a hablarse incluso de que podrían separarse ambas organizaciones. Los patrones también estuvieron presionando para aislar a la FIOM. Sin embargo, el hecho es que se trata del sindicato más representativo de la industria del metal. Y ahora, la realidad está empezando a imponerse.
Los trabajadores italianos están siendo exprimidos día a día. Los salarios son bajos, mientras que los precios siguen subiendo. El desempleo ha subido bruscamente. Hay un límite para todo esto, y los trabajadores italianos están empezando a flexionar sus músculos.
En la planta FIAT de Pomigliano, cerca de Nápoles en el sur, ha surgido un estado de ánimo muy combativo. De hecho, durante las manifestaciones del viernes cualquier referencia a los trabajadores de la FIAT de Pomigliano era recibida con aplausos enormes, y siempre que durante las marchas pasaban las columnas de las seccionales de la FIOM se encontraban con grandes vítores, una indicación de que los trabajadores de toda Italia están buscando ejemplos combativos de lucha de clases. Hubo cientos, si no miles de pancartas y banderas, en apoyo a los trabajadores de Pomigliano en todas las manifestaciones. Los trabajadores también llevaban camisetas apoyando la campaña de solidaridad con los trabajadores de la FIAT de Pomigliano. [Proporcionaremos un informe más detallado de los marxistas italianos de Falcemartello sobre lo que está sucediendo en Pomigliano en los próximos días. Ya está disponible en italiano.]
Se ha iniciado una campaña nacional en apoyo a los trabajadores de FIAT de Pomigliano, promovida por la agrupación del PRC (Partido de la Refundación Comunista) de la fábrica. Los marxistas del PRC y muchas de las federaciones locales del partido están apoyando y promoviendo esta campaña, lo mismo que la Juventud Comunista. La FIOM de Pomigliano ha organizado para el 1º de Julio una Asamblea Nacional de trabajadores de la FIAT con delegados sindicales del sur de Italia, y que promete ser un gran evento. Es una indicación de la creciente voluntad de organizarse y luchar por parte de la clase obrera italiana. Y una vez más esto está siendo encabezado por los metalúrgicos, históricamente a la vanguardia de la clase obrera italiana.
Mientras que esto es ocurre en Italia, en Francia la semana pasada vimos un movimiento de huelga enorme contra los planes del Gobierno para recortar las jubilaciones y elevar la edad de jubilación de 60 a 62 años. En todo el país se celebraron 200 actos y concentraciones, y dos millones de manifestantes tomaron parte.
Junto con lo que ya hemos visto en Grecia, Portugal, España, Dinamarca, Irlanda y otros países, vemos el comienzo de un movimiento a escala europea de la clase trabajadora. Inicialmente, la profunda recesión tuvo un efecto moderador sobre la actividad huelguística. De hecho, en muchos países, después de un ya históricamente bajo nivel de actividad huelguística, hubo una caída aún mayor en 2009. Ahora, sin embargo, millones de trabajadores de toda Europa están empezando a darse cuenta de que esta crisis no es temporal que desaparecerá pronto. Sólo tienen una opción, y es volver a la lucha.
Fuente: El Militante (Argentina)