Como explicamos en varios artículos, el actual régimen en Irán, lejos de ser “progresista” es en realidad profundamente reaccionario, oprimiendo sistemáticamente los derechos de los trabajadores y pobres. Desde el mes de junio del año pasado, los trabajadores y jóvenes de Irán han protagonizado un movimiento contra los crímenes de la dictadura islámica. Ponemos a la disposición de nuestros lectores una traducción del último artículo de nuestros camaradas marxistas en Irán que analiza la situación en el país y las tareas del movimiento revolucionario.
[Este artículo debe ser leído conjuntamente con el análisis publicado en enero: “Una nueva etapa: balance general de la actual revolución iraní”]
El levantamiento del Día de Ashura marca el inicio de una nueva fase en el movimiento de las masas iraníes que empezó en junio pasado. En aquel momento escribimos que se había llegado a un punto de no retorno y que era cada vez más evidente para las amplias capas activas de las masas que el movimiento en primer lugar tenía que derrocar a la República Islámica con su aparato estatal y la maquinaria militar. Irónicamente, el llamado movimiento verde ha estado aparentemente en un período de calma desde entonces.
La falta de una dirección revolucionaria actúa temporalmente como un freno para que el movimiento siga adelante. Sin embargo, a pesar de lo que algunos piensan, el movimiento no está muerto. Bajo la superficie se está preparando un nuevo resurgimiento basado en el nivel cualitativamente superior de conciencia que se desarrolló en los días de Ashura y Tasua.
Ninguna de las contradicciones en la sociedad iraní se ha resuelto. Por el contrario, la crisis política, económica y social en todas las esferas de la sociedad iraní se ha intensificado. Ninguna clase o capa se encuentra cómoda en su situación actual. La reciente ejecución de cinco activistas kurdos de izquierda, la huelga que le siguió en las zonas kurdas, la manifestación espontánea contra el presidente Ahmadinejad fuera de la Universidad de Teherán y los piquetes a escala nacional en el Primero de Mayo, son indicios de que bajo la superficie de aparente calma se están preparando nuevas explosiones y enfrentamientos entre las clases y capas en un nivel superior de lo que hemos visto hasta ahora.
Los principales obstáculos del movimiento verde
La calma actual y la retirada temporal, irónicamente, tomó forma después de la masiva insurrección de Ashura el 25 de diciembre. Por un lado, la dimensión y la demostración de fuerzas sin precedentes de las masas pusieron de relieve la absoluta impotencia y debilidad del régimen, pero, por otro lado, también manifestó la principal debilidad del movimiento de masas. La falta de un programa, una organización y la ausencia de los trabajadores como clase están empezando a actuar como un freno para el movimiento. Al final, estos problemas surgen en la ausencia de una dirección consciente de las masas revolucionarias. Aunque el nivel de conciencia se elevó considerablemente y los objetivos del movimiento se hicieron evidentes para miles de personas, las herramientas para actuar sobre esta nueva base no estaban ahí.
Nosotros explicamos este proceso entonces:
“El tamaño y nivel cualitativo de las últimas luchas ponen de manifiesto todas las fuerzas del movimiento de masas, pero aumenta asimismo sus debilidades. Después de las manifestaciones de Ashura hubo algunos sectores débiles y minoritarios que, habiendo simpatizado con el movimiento anteriormente, empezaron a vacilar. Empezaron a preguntarse, ‘¿por qué está la gente en las calles quemando cosas y enfrentándose con la policía? ¿Qué es lo que quieren? ¿Quienes son sus representantes?’
“A pesar de que, por el momento, giros de este tipo tendrán sólo un carácter superficial y serán mínimos, no debemos considerarlos ligeramente. La historia está llena de estos giros. La contrarrevolución se alimenta de las vacilaciones de estos elementos y sectores. Esta es una ley básica de todas las luchas de clases -la pérdida de apoyo para una de las partes, significa el fortalecimiento de la otra”. (Una nueva etapa: balance de la actual revolución iraní, Hamid Alizadeh, enero de 2010.)
El período transcurrido desde el levantamiento de Ashura ha demostrado que el período de calma, aunque sigue siendo muy superficial, tiene una magnitud más amplia de lo que inicialmente pensábamos. Pero también está claro que ello no indica un retroceso decisivo del movimiento, más bien significa que hay conciencia de la necesidad de nuevos medios y métodos. Para las masas, la cuestión se plantea de esta manera: "Hemos puesto nuestras vidas en juego y hemos utilizado todas nuestras fuerzas, pero ningún cambio fundamental ha tenido lugar. Se necesita un nuevo método."
Las jornadas de lucha después de Ashura demostraron claramente el resultado de estos estados de ánimo. A pesar de que los elementos más valientes de la vanguardia del movimiento salieron en esos días sin recibir golpes importantes, también se vio claramente que no atrajeron a las más amplias capas del movimiento hacia ellos. Frente a la represión masiva, y con la ausencia de un plan y un programa, muchos decidieron quedarse en casa en lugar de arriesgar su vida sólo para volver a casa otra vez.
Trotsky escribe en el prólogo a la Historia de la Revolución Rusa:
"Las masas entran en una revolución no con un plan preparado de reconstrucción social, pero con un agudo sentimiento de que no pueden soportar el antiguo régimen. Sólo las capas de vanguardia de una clase tienen un programa político, e incluso esto todavía requiere la prueba de los hechos, y la aprobación de las masas. El proceso político fundamental de la revolución consiste así en la comprensión gradual por parte de una clase de los problemas derivados de la crisis social - la orientación activa de las masas por el método de aproximaciones sucesivas”.
Una revolución es una lucha viva de las fuerzas sociales, cada una con sus propias contradicciones internas, que se elevan y culminan en distintos momentos. Esta lucha no se expresa en una línea recta, sino de una manera combinada y desigual. Esto es especialmente visible en el movimiento actual en Irán.
¡Debemos recordar que inicialmente el movimiento tuvo su origen en las luchas estudiantiles de 1999! Tuvieron que pasar 10 años para el movimiento superara las primeras etapas y comenzara el período de una genuina lucha de masas que pudiera desafiar al régimen directamente. A cada paso, el movimiento experimentará nuevos obstáculos que, al no tener una dirección revolucionaria, debe aprender a superar mediante ensayo y error. De la misma manera, el movimiento pasó por varios períodos de aparente debilitamiento temporal antes de que explotara durante los días de Ashura y Tasua.
Además, si nos fijamos en otras revoluciones, por ejemplo, la revolución española (1930-1937) que tenía muchas similitudes con la situación actual en Irán, vemos varios períodos de reacción donde las masas se replegaron y comenzaron a extenderse en algunas capas estados de ánimo de pesimismo, pero sólo para prepararse nuevos saltos adelante. Esto fue causado o bien por una nueva correlación de fuerzas en el campo de la revolución o bien por el látigo de la contrarrevolución. Los comunistas deben aprovechar estos momentos de calma temporal para organizar y consolidar sus organizaciones a fin de fortalecerse para la nueva oleada de batallas.
La clase obrera
Es evidente que por no estar presente la clase obrera como un actor independiente con sus propios medios y los objetivos, esto ha sido una fuente de debilidad para el movimiento revolucionario, pero ¿podíamos haber esperado otra cosa? Hay cinco razones principales por la falta de la clase obrera organizada en la escena de la revolución.
1. La falta de organización: Para la participación de los trabajadores organizados, es necesaria la organización. Todas las organizaciones históricas han sido completamente destruidas en Irán, y sólo ahora otras nuevas están comenzando a aparecer. Aunque esto podría cambiar muy rápido, el actual estado de las cosas sirve como un freno pesado para el movimiento de los trabajadores.
2. La crisis económica: La crisis económica y el nuevo declive exponencial de las condiciones de los trabajadores han actuado como un obstáculo para los trabajadores de todo el mundo, especialmente en Irán, donde la crisis es más grave que en el resto del mundo. Así que al principio, sin liderazgo ni organización, las dificultades cada vez más graves relacionadas con el desempleo impidieron una explosión inmediata de las luchas obreras.
3. Los errores de los dirigentes: Aunque el movimiento de los trabajadores iraníes ha ido muy lejos, aún existen puntos débiles, especialmente en el liderazgo. Los líderes de los pocos sindicatos, si bien apoyaban el movimiento, no respondieron con acciones en apoyo. Deberían haber vinculado las manifestaciones con la acción huelguística. Por ejemplo, el sindicato de autobuses Vahed pudo haber llamado a una huelga en los días de manifestaciones masivas después de la elección y durante la Ashura.
4. La falta de un programa revolucionario: Un buen programa tiene un valor incalculable en la lucha revolucionaria - la falta de éste es una fuente de gran debilidad. Mientras que muchos han planteado la consigna de una huelga general, no han vinculado esta consigna con la necesidad de derrocar al régimen. Sin embargo, para llevar a cabo una huelga general, que en Irán en la actualidad significa efectivamente un reto al Estado, la falta de una perspectiva de derrocar al régimen constituye una invitación a represalias sangrientas y generalizadas tan pronto como el Estado haya recobrado fuerza. Esto debería ser ABC. Por lo tanto, con el objetivo de unir a las masas de la clase obrera, es necesario un programa audaz con la consigna "abajo el régimen".
5. La falta de un partido revolucionario de la clase trabajadora: Todos los puntos antes señalados, pueden reducirse a la falta de una dirección revolucionaria. La naturaleza cruel de la dictadura totalitaria, junto con la falta de un partido revolucionario y su liderazgo, despeja el camino de grandes ilusiones en la democracia burguesa por parte de las masas. Esta es la peculiaridad más indudable del periodo actual en Irán. Estas características ya han tenido un impacto significativo en el curso del movimiento de masas en Irán y continuará haciéndolo.
Trotsky escribiendo sobre las perspectivas de la revolución en la Alemania fascista señaló:
"Históricamente, no se puede descartar que el régimen fascista sea remplazado directamente por un Estado obrero. Pero para que esa posibilidad se convierta en realidad es necesario que en la lucha contra el fascismo se forme un poderoso partido comunista ilegal, bajo cuya dirección el proletariado podría tomar el poder. Por otra parte, debemos decir que la creación de semejante partido revolucionario en la clandestinidad no parece muy probable; en todo caso, no está garantizada de antemano. A partir de cierto punto, el descontento, indignación y agitación de las masas aumentarán de manera mucho más veloz que la formación ilegal de la vanguardia partidaria. Y la falta de claridad en la conciencia de las masas ayudará inevitablemente a la democracia.
"Eso de ninguna manera significa que después de la caída del fascismo, Alemania deberá pasar obligatoriamente por un largo proceso de parlamentarismo. El fascismo no erradicará la experiencia política pasada; menos aun cambiará la estructura social de la nación. Sería un gravísimo error creer que el proceso político alemán pasará por otra etapa prolongada de democracia. Pero, en el despertar revolucionario de las masas, las consignas democráticas constituirán inevitablemente el primer capítulo. Aunque el proceso de la lucha no permita que se regenere el estado democrático ni por un solo día - lo que es muy posible - ¡la lucha misma no puede evitar las consignas democráticas! Cualquier partido revolucionario que intente saltar esta etapa se romperá el cuello". (León Trotsky, El fascismo y las consignas democráticas – 1933)
Las ilusiones democráticas y el vacío total de organizaciones obreras sin duda ha servido para desdibujar temporalmente la naturaleza de clase de las luchas. Miles de los líderes naturales de la clase obrera no viendo alternativa y, correctamente, siguiendo su búsqueda instintiva por la unidad, han trabajado incansablemente junto a otros hombres y mujeres valientes de todos los sectores de la sociedad. No hay nada incorrecto en eso, pero las divisiones de clase en el movimiento se han difuminado en gran medida debido a ello. Pero esto sólo puede ser un fenómeno temporal. Ya en la actualidad se ven indicios de cambio en este aspecto. El trabajo diario frenético del movimiento ha cesado y ha surgido un período de calma. El epicentro de las actividades ha cambiado y un proceso molecular está tomando su lugar en las fábricas y los barrios de clase trabajadora que están siendo integrados cada vez más en el movimiento.
Este proceso ya es visible. La cantidad de huelgas ha aumentado mucho desde los niveles muy bajos antes de Ashura. El Primero de Mayo de este año, a pesar de tener una participación menos numérica que el año pasado, por primera vez mostró un movimiento obrero verdaderamente nacional, con la organización de piquetes y marchas en muchas ciudades.
Se ha extendido mucho la idea de integrar de forma activa a los trabajadores en el movimiento y la necesidad de una huelga general es evidente para la mayoría. Con el éxito de la huelga general kurda del 13 de mayo, esto podría materializarse incluso antes de lo esperado. La humillación del régimen en Kurdistán fue sin duda una gran inspiración para millones de iraníes. No está en absoluto descartado que, en algún momento, el látigo de la contrarrevolución pudiera causar una nueva huelga general a escala nacional.
La tarea de los comunistas es prepararse para este tipo de desarrollo, incorporando las reivindicaciones de los trabajadores en del movimiento verde y, de esta manera, reforzar la vinculación entre la clase obrera y el movimiento. Igualmente, debemos explicar la necesidad de una huelga general al tiempo que ayudamos a establecer comités en las fábricas y barrios para su preparación.
De todas maneras, la situación claramente abre la posibilidad de una participación activa de la clase obrera, aunque este fenómeno no mostrará todo su significado hasta que el régimen sea derrocado. En tal situación, la incapacidad del capitalismo para hacer concesiones a las masas se pondrá de manifiesto y las perspectivas del socialismo se abrirán ante las masas. Debemos recordar que la revolución es un proceso que puede durar mucho tiempo. La Revolución Española, que duró desde 1930 hasta 1937, no empezó a tomar un claro carácter socialista hasta después de cuatro o cinco años, cuando los trabajadores tomaron las fábricas y empezaron a gestionarlas ellos mismos.
Las divisiones por arriba se profundizan
El régimen, al contrario de lo que había esperado, no ha sido capaz de unirse y consolidarse desde que sufrió fuertes sacudidas continuas desde junio hasta diciembre. Por lo contrario, los conflictos y divisiones internas siguen devorando el régimen desde adentro.
La muestra más clara de ello fue el hecho de que el parlamento, dominado por los aliados de Ahmadinejad (!), no aprobó los recortes de $40.000 millones en subsidios a los bienes de consumo, tales como la gasolina y el pan, sugeridos por el propio presidente. En cambio, ofrecieron un recorte de $20.000 millones que Ahmadinejad a su vez dejó claro que no necesariamente llevaría a cabo.
Otro signo importante de profundas escisiones se reveló cuando Elías Naderan, un miembro conservador del parlamento iraní anunció que el primer vicepresidente, Mohammad Reza Rahimi, era el jefe de la red de la calle Fatemi (una gran red mafiosa de corrupción). Sin embargo, las acusaciones contra Rahimi no se han materializado en acciones judiciales. Este incidente ha demostrado enormes divisiones, no sólo entre las diferentes camarillas gobernantes, sino también dentro del campo de los propios conservadores.
En tiempos "normales" todos estos acontecimientos podrían haber sido ignorados o, incluso, aceptados, pero en una situación en la que el régimen está tratando de mantener su base, estos incidentes están socavando constantemente el sistema y ejercen una presión enorme sobre la relación entre sus diferentes sectores. Todos ellos se ven obligados a atacar y acusar los unos a los otros para poder justificar su propia existencia y defender su legitimidad.
Lenin explica cómo la incapacidad de las clases dirigentes para gobernar y vivir como siempre es el primer requisito previo para una revolución:
"[La primera condición para una situación revolucionaria es] Cuando es imposible para las clases dominantes mantener su dominio sin ningún cambio; cuando hay una crisis, de una forma u otra, entre las ‘clases superiores’, una crisis en la política de la clase dominante, dando lugar a una fisura a través de la cual el descontento y la indignación de las clases oprimidas puede estallar. Para que una revolución tenga lugar, por lo general es insuficiente que ‘las clases bajas no quieran vivir de la vieja forma’, sino que también es necesario que ‘las clases altas no puedan’ vivir de la vieja manera..." (Lenin, El derrumbamiento de la Segunda Internacional – 1915.)
Trotsky explica además que este proceso no es en absoluto estático:
"Los cambios en el estado de ánimo de la clase media y del proletariado corresponden y son paralelos a los cambios en el estado de ánimo de la clase dominante. Cuando ésta ve que es incapaz de salvar su sistema, pierde confianza en sí misma, comienza a desintegrarse, se divide en fracciones y camarillas…" (León Trotsky: ¿Qué es una situación revolucionaria? - 1931)
Las divisiones en el régimen iraní, por un lado, fueron causadas por el movimiento de masas que fue posteriormente desarrollado por su enorme empuje, pero esto no agota la cuestión. El debilitamiento y la desintegración posteriores del régimen también desempeñan el papel de mantener vivo el movimiento e, incluso, puede servir para actuar como un impulso para el desarrollo ulterior de la misma.
La necesidad de una dirección revolucionaria
Como hemos visto, el proceso de la revolución en Irán de ninguna manera ha terminado. Ninguna de las partes involucradas está satisfecha con la situación actual y, tarde o temprano, la tregua temporal se romperá. Se están preparando nuevas explosiones y las masas iraníes volverán a salir a las calles para tomar su destino en sus propias manos. El potencial del movimiento es inmenso. Sin embargo, como hemos visto, la necesidad de una dirección revolucionaria es igualmente inmensa para que este potencial pueda realizarse. De hecho, la única razón por la que el régimen todavía existe es la falta de una dirección revolucionaria para el movimiento.
A medida de que pasa el tiempo y la cuestión de una dirección para el movimiento sigue sin resolverse, la posibilidad de que Mousavi se convierta en el "líder" de las capas más amplias del movimiento es cada vez más evidente. Pero su liderazgo no conducirá a ninguna parte. Su función principal es evitar que el movimiento de masas se mueva hacia el socialismo. El hecho de que denuncia las partes "radicales" (léase los más dedicados y revolucionarios) del movimiento en nombre de la unidad (¡?), es una prueba suficiente de sus métodos. La unidad entre los secuaces de la República Islámica y las masas de los oprimidos es como la unidad de la zorra y la gallina. A largo plazo, la lucha de Mousavi por el liderazgo no va a resolver esta cuestión, sino que va a ponerla sobre la mesa aún más firmemente.
La marea de la historia ha reducido a los marxistas revolucionarios a un mínimo y, por lo tanto, no pueden llenar este vacío. La tarea más importante por lo tanto es romper el aislamiento. El primer paso para esto debe ser la construcción de un núcleo de cuadros educados en el método del marxismo y, por tanto, capaz de navegar en los acontecimientos tormentosos de la revolución. En este sentido, la situación de calma debe ser aprovechada al máximo para organizar y educar intensivamente.
Todo trabajador o jóven con conciencia de clase debe unirse a sus camaradas y comenzar la construcción de células y grupos de estudio. Estos grupos deben reunirse regularmente para debatir en primer lugar a los clásicos del marxismo y las lecciones que pueden extraerse de ellos. Al mismo tiempo, debe haber debates (y planes) sobre la forma de aplicar estas lecciones para el movimiento que los rodea.
Trotsky, escribiendo sobre la revolución española, señaló:
"Tenemos muy pocas fuerzas. Pero la ventaja de una situación revolucionaria consiste precisamente en el hecho de que incluso un pequeño grupo puede convertirse en una gran fuerza en un breve espacio de tiempo, siempre y cuando se da un pronóstico correcto y cuando levanta las consignas correctas en tiempo". (León Trotsky, El carácter de la Revolución - 1931)
Lo que separa a los marxistas de todos los demás son las ideas del socialismo científico. Estas no son ideas que han caído del cielo. Son la experiencia acumulada de la clase obrera mundial desarrollada sobre la base de 200 años de lucha de clases. Estudiar cuidadosamente, con un sentido de humildad, estas ideas, debe ser una prioridad para todos los comunistas, no por razones académicas, sino porque son la más completa guía para la acción.
En los escritos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky se encuentra un verdadero tesoro para cualquier persona que quiera no sólo entender la sociedad, sino también cambiarla. Los escritos de Trotsky sobre la revolución española en particular contienen una gran cantidad de lecciones para los revolucionarios iraníes. Si los marxistas trabajamos duro, manteniendo nuestro sentido de la proporción, y si evitamos caer en aventuras oportunistas o sectarias, entonces el éxito estará dentro de nuestro alcance. Sobre la base de las ideas y métodos del marxismo será plenamente posible la construcción de una corriente revolucionaria de masas, capaz de sacar a las masas trabajadoras del callejón sin salida del capitalismo y dirigirlas hacia el socialismo.