El día de ayer, domingo 17 de diciembre, el Tribunal Supremo Electoral dio el resultado oficial de las elecciones presidenciales del pasado 26 de noviembre en Honduras, el cual dictaba como presidente reelecto al candidato del partido Nacional: Juan Orlando Hernández (JOH). La lucha de las masas en las calles del país desde que se realizaron las elecciones ha sido masiva y combativa, la gente ha montado barricadas, tomado carreteras, se ha movilizado de manera decidida como el pasado 3 de diciembre, exigiendo un resultado justo que beneficie a Salvador Nasralla y a las fuerzas progresistas de la política hondureña, exigencia que se expresa en la consigna generalizada, incluso a nivel internacional: ¡Fuera JOH!
Pero los oligarcas de Honduras, apoyados por el imperialismo norteamericano, y expresados de manera caricaturesca en la figura de Juan Orlando Hernández representan un sistema capitalista decadente, que para defenderse y seguir reproduciendo ha creado en Honduras, como en los demás países, un aparato político tramposo para salvaguardar los intereses de la burguesía, sistema que no permite siquiera la menor concesión democrática para el pueblo hondureño, por consiguiente, todo derecho democrático, es decir en este caso la defensa de los verdaderos resultados de las elecciones, que en primer momento daban ganador a Nasralla, debe ser arrebatado de la burguesía por los hondureños con la lucha de calles.
En los últimos días, una serie de acontecimientos han ocurrido, creando un clima de convulsión social muy agudo, en el que el papel dirigente de la izquierda hondureña ha sido muy tímido, contando con grandes fuerzas. El amotinamiento de las unidades COBRAS, y de otros elementos de la policía hondureña, junto a su negativa de reprimir las manifestaciones del pueblo, de la mano con las constantes movilizaciones, tomas de calle, enfrentamientos en las barricadas con la Policía Militar, el aguerrido convencimiento de la gente para salir a defender los resultados electorales, incluso con su vida, por un cambio tan necesitado en el gobierno hondureño, han poblado el escenario de la lucha de clases en Honduras en las últimas tres semanas. Mientras tanto, muchos dirigentes de alto mando de las filas de la Alianza de la Oposición, negociaban con el Tribunal Supremo Electoral, un conteo justo de los votos y la verificación de actas no firmadas que habían sido incluidas en el conteo, que como “resultado preliminar” le daba una ventaja considerable a JOH sobre Nasralla.
Esta presión por recontar los votos era una necesidad inmediata que las masas aclamaban, pero Libre y la Alianza deben tener claro que las instancias burguesas del Estado capitalista ―la democracia burguesa―, no resolverán a su favor, nunca lo han hecho, y Zelaya más que nadie lo sabe, pues el imperialismo estadounidense utilizó esas instancias en un inicio, y luego se sobrepuso militarmente sobre estas para darle golpe de Estado en el 2009. La solución la ha tenido el pueblo hondureño en sus manos en las últimas semanas, la lucha de calles lo define todo, el gane de Nasralla ha legitimado las fuerzas del pueblo, algo que no ha sabido aprovechar la dirección en los momentos álgidos de lucha.
El imperialismo estadounidense, por medio de instancias como la OEA, creo todo un plan paras engañar y presionar a la Alianza de la Oposición, y específicamente a Nasralla de romper relaciones con Libre y con Zelaya, pues “estos agitan por un socialismo democrático”, le concedió una negociación a Nasralla con la OEA en Washington. Mientras Nasralla viajaba a EEUU, los resultados que imponía a JOH y toda la violación hacia los derechos humanos que representa fueron emitidos.
Al imperialismo yanqui no le conviene que fuerzas progresistas tomen el poder en Honduras, el cual es un bastión suyo político y militar en Centroamérica, y ha hecho todo lo posible porque esto no suceda. En la noche de ayer y el día de se ha agudizado la protesta pero también la represión al pueblo con el objetivo de mantener a JOH en el poder y hasta ahora lo está logrando, el pueblo hondureño organizado y no organizado no debe permitir esto.
Zelaya ha declarado públicamente que la lucha en la calles debe definir quién será el nuevo presidente de Honduras y está en lo correcto. No obstante, en los día anteriores las masas presentan cierta desmoralización y los que atienden el llamado a movilizarse habían bajado en número, pues después de tantos días en las calles, tanta represión, tantos heridos y algunos cuantos muertos, sin un resultado significativo más que puras y largas negociaciones para el reconteo, las masas se crearon la idea de que “de nada servirá seguir luchando si todo se resolverá como siempre”. Esta desmoralización y falta a las convocatorias centrales bien organizadas, es la explicación de por qué el pasado lunes 11 y viernes 15 de diciembre, el llamado a paro nacional no fue atendido como se esperaba, sumado a la filtración de información que llego hasta la Policía Militar sobre los cierres de carreteras y les dio un margen de maniobra más ventajoso para reprimir y dispersar a tiempo todas estas acciones.
Ahora, en estos momentos, en que el imperialismo y la burguesía hondureña han maniobrado y hecho que la democracia que tanto promulgan sea pisoteada para que responda a sus intereses, las masas hondureñas pueden cobrar nuevos ánimos para luchar, y lo han hecho, desde la noche de ayer una serie de tomas de calles, carreteras, barrios, etc., se han llevado a cabo. La chispa de la lucha se vuelve a encender.
La OEA ha declarado y presiona por nuevas elecciones, los dirigentes de la Alianza de Oposición consideran esta propuesta, pero la lucha en las calles ha resurgido, y sería nefasto detenerla con decisiones tibias, cuando recalcamos que la democracia burguesa no favorecerá a la izquierda hondureña.
Ante esto, consideramos pertinente que las bases de Libre y de toda la Alianza de Oposición, así como el conjunto del pueblo, presionen por mantener la unidad en la medida de lo posible, esa unidad que se expresa en todas acciones de calle que se han llevado a cabo en el último periodo. Pero esta unidad, debe transformarse en acciones más decididas y masivas, esto solo es posible con un plan de explicación de amplio y conciso de estrategia y objetivos de la lucha en todas las instancias del pueblo organizado y no organizado. Es decir en las estructuras de Libre y la oposición, pero también en los barrios, centros de trabajo, escuelas, universidades, etc., donde se creen asambleas democráticas que representen el poder popular que yacen en ellas, agitar en estos espacios es tarea de la Oposición, pues solo así reafirmará su papel dirigente de esta lucha.
Dicha discusión nos permitirá reagrupar fuerzas y golpear más fuerte, por ello, debe estar basada en la idea de organizar una Huelga General que derroque a JOH y ponga a Nasralla en el poder, acompañado de un plan de transformación de la política y economía hondureña, que contemple al poder popular como una piedra angular del nuevo régimen, que contemple la garantía de buena salud, trabajo seguro, programas de atención social, educación gratuita, etc., para todo el pueblo trabajador hondureño. Con algunos elementos de la policía y de las fuerzas armadas amotinado es necesario en estos momentos llevarles a los barrios obreros y adonde se encuentra el pueblo en lucha, involucrarles en las asambleas populares para la creación de autodefensas obreras que garanticen la seguridad del pueblo en lucha y representen una ofensiva contra JOH. Los empresarios y funcionarios de Honduras harán muchas maniobras para apaciguar la lucha, pero el pueblo debe confiar solo en sí mismo y avanzar hacia la conquista de sus intereses por los medios que hemos explicado. Solo de esta manera, se lanzará fuera de Honduras a la dictadura golpista y al imperialismo estadounidense, como demanda más sentida, y a su vez, se garantizará una vida digna a los hondureños que tanto lo ameritan.
Si la izquierda llega al poder en Honduras por medio de una lucha audaz, combativa y decidida, imprimiría ánimos tremendos para los países centroamericanos que lucha por su autodeterminación respecto al imperialismo de los EEUU y México que en pocos meses se presenta a un nuevo proceso electoral fraudulento.