Después de meses y años de disparos de francotiradores y de acumulación de tropas a ambos lados de la frontera, la guerra estalló en Osetia del Sur la noche del jueves 7 de agosto, cuando el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili ordenó la invasión de la república autónoma y el bombardeo criminal de su capital, Tskhinvali. Según fuentes oficiales rusas, más de 1.600 civiles y algunos soldados rusos desplazados para tareas de mantenimiento de la paz murieron en el combate antes de que las fuerzas rusas retomaran la república autónoma. Miles de refugiados abandonaron todo lo que tenían y huyeron a Osetia del Norte en Rusia, pidiendo a los rusos que vinieran en su rescate.
Esta fue la justificación que el Kremlin estaba buscando para establecerse en la región y reafirmar su papel como potencia regional. El momento no podía ser más favorable, con el imperialismo estadounidense empantanado en Irak y Afganistán y sin medios disponibles para abrir un nuevo frente en el Cáucaso.
Dada la velocidad con que respondió el ejército ruso (solo unas horas después del ataque georgiano) está claro que los estrategas rusos estaban esperando el ataque y las fuerzas armadas desplazadas en la frontera de Osetia del Sur estaban ya en un estado de Guerra, preparadas para intervenir.
Pese a la dureza de los combates las fuerzas georgianas demostraon ser incapaces de mantener el control de la capital de Osetia del Sur y tuvieron que abandonarla. La contraofensiva rusa aplastó al ejército georgiano y retomó el control de Osetia del Sur en menos de 48 horas. El Lunes 11 de agosto, los tanques y las tropas rusas entraron en territorio georgiano dirigiéndose a hacia la ciudad de Gori (peligrosamente cercana a la capital de Georgia, Tiblisi), para mostrar que podrían tomar fácilmente los centros estaratégicos del país, mientras bombardeaban las infraestructuras militares clave y cortaban los accesoa a Abjazia, la otra república autónoma que reclama Georgia, y los puertos del Mar Negro.
La contraofensiva rusa incluyó bombardeos a gran altura que destruyeron el centro de Gori, matando a docenas de civiles y a un camarógrafo holandés. Escenas similares a las que se vieron días antes en Osetia del Sur se repitieron en Georgia con miles de civiles huyendo de sus casas por el terror producido por el contraataque ruso, según informaron medios internacionales.
La injerencia imperialista causó la guerra
A pesar de los reclamos de los gobiernos ruso y georgiano, la guerra no tiene nada de progresista en ninguno de ambos lados. La actual pesadilla de guerra y nacionalismo en el Cáucaso es el resultado de la injerencia imperialista. Pero también es el resultado del chauvinismo nacional de la antigua burocracia soviética, que estaba podrida de chauvinismo Gran Ruso, y que desencadenó a su vez el aumento de chauvinismo regional y nacional contra Moscú. Estas tendencias centrífugas fueron un factor en la desintegración de la URSS, y, como en el caso en la ex Yugoslavia, llevaron a sangrientas guerras civiles en muchas de las ex-repúblicas soviéticas. Estos conflictos permanecen enconados hasta el día de hoy, como una serie de heridas ulcerosas, que no han sido resueltos y que pueden estallar con violencia en cualquier momento.
De manera criminal, los imperialismos norteamericano y ruso han intervenido en estos conflictos para luchar por sus intereses estratégicos y esferas de influencia. Los norteamericanos utilizan Georgia como un baluarte contra Rusia en el sur del Cáucaso. Rusia, por su parte, utiliza Osetia del Sur y Abjazia como peones en su batalla para rediseñar las esferas de influencia en la región, que están conectadas con la importancia estratégica de Georgia como ruta para los oleoductos que van desde el Mar Caspio hasta Occidente y, posiblemente, también de gasoductos en el futuro.
Alan Woods explicó este proceso claramente en el artículo La "revolución pacífica" de Georgia anuncia nuevos conflictos, publicado Noviembre del 2003, cuando Saakashvili llegó al poder:
"Con la dimisión del presidente georgiano Shevardnadze, un radical de la oposición pro-estadounidense ha llegado al poder en Tiblisi. Todo esto forma parte del intento de Washington de aumentar su influencia en el Cáucaso, pero esto también ha encendido las luces de alarma en el Kremlin. Los rusos no se van a quedar con los brazos cruzados mientras un país clave al sur de su frontera se pasa directamente al campo del imperialismo estadounidense.
"Estos acontecimientos sin duda prepararán el camino para un conflicto mayor y la desintegración de Georgia. Los rusos apretarán los tornillos a Georgia. Las llamadas regiones independientes y los dirigentes políticos pro-Moscú están dispuestos a pelear con la nueva dirección de la capital. Como ninguno disfruta de un apoyo mayoritario, el caos y la violencia prevalecerán provocando nuevos levantamientos, guerras, derramamientos de sangre y miseria en toda esta maravillosa y desafortunada región, todo con la intención de sabotear los planes de EEUU de extraer el petróleo del Caspio.
"Nina Burdzhanadze, que fue la primera en hacer una declaración televisada después de la dimisión del presidente, dijo: ‘Hemos conseguido superar la crisis más grave de la historia reciente de Georgia sin derramar una sola gota de sangre'. Pero habló demasiado pronto. Las intrigas de los imperialistas provocarán un derramamiento de sangre mayor antes de que la crisis se cierre de una forma u otra. Los nuevos gobernantes miran nerviosos por encima de sus hombros a Rusia. Burdzhanadze anunció el final de la campaña de desobediencia y dijo que el país debe trabajar para fortalecer sus lazos con sus vecinos y "el gran Estado de Rusia". Pero estas palabras no impresionan al Kremlin. Rusia está mirando muy de cerca la política y la conducta del nuevo gobierno de Tbilisi, y preparándose para apretarle los tornillos. El resultado será nuevas guerras, caos y horror sin fin".
Y añadía más adelante:
"Washington y Moscú tratan a los pequeños, débiles y divididos estados caucásicos, como simples peones en un juego donde toda la región actúa como un gigantesco tablero de ajedrez. EEUU mueve su pieza, Rusia responde, el resultado es la guerra, un asesinato, una explosión, un golpe militar o una "revolución incruenta". Ahora estamos a la espera del próximo movimiento. No sabemos cuando o donde responderá Moscú, pero una cosa está clara: los perdedores serán la población normal, los pobres y los indefensos".
En la época del imperialismo, naciones como Georgia u Osetia son demasiado pequeñas para jugar un papel independiente. La independencia nacional bajo el capitalismo para tales naciones no significa libertad sino más militarismo y opresión en interés de una potencia contra otra.
¿Por qué atacó Georgia?
Por parte de la elite dominante en Georgia, el ataque sobre Osetia del Sur fue una apuesta calculada que se volvió contra ella. Saakashvili había quedado muy debilitado el pasado mes de diciembre tras un masivo movimiento de protesta contra la corrupción. Él salió a denunciar este movimiento como una conspiración de Rusia y proclamó el Estado de Emergencia mientras que al mismo tiempo convocó elecciones presidenciales anticipadas en enero, que ganó. En Abril, el presidente ruso Putin alcanzó un acuerdo con Abjazia y Osetia del Sur que establecía relaciones especiales con la Federación Rusa. Este movimiento forzó la mano de Saakashvili. El presidente georgiano no podía permanecer quieto como si no pasara nada mientras que la interferencia de Rusia crecía sin obstáculos en el Cáucaso, delante de sus narices.
La apuesta de Saakashvili con su invasión de Osetia del Sur era reforzar la posición de Georgia en esta república autónoma, aunque no ocuparla permanentemente porque sería imposible, para tratar de agrupar a la población georgiana alrededor de su agenda nacionalista. El gobierno georgiano esperaba que, a pesar de todas las protestas, los rusos aceptarían la humillación, como lo hicieron en relación a Kosovo o con la expansión de la OTAN a los países bálticos, y que no se atreverían a implicarse en una intervención militar directa contra un estrecho aliado del imperialismo de EEUU como Georgia. Después de todo, parecían haber pensado los dirigentes georgianos, ¡eso es lo que Rusia había estado hacienda la mayoría de las veces en los últimos años cada vez que sus intereses colisionaban con los de los Estados Unidos!
Pero hay algo más que esto. Es muy difícil imaginar que Saakashvili lanzara un ataque contra los deseos de EEUU. El gobierno georgiano depende de la ayuda y del apoyo de EEUU, y los estrategas de EEUU deben haber respaldado la apuesta de Saakashvili: un serio error de su parte. Pero ellos lo hicieron por sus propios objetivos imperialistas: comprobar una vez más la reacción de Rusia. Ahora que han perdido desastrosamente su apuesta, tienen dos opciones: o admiten el error por no haber considerado que la relación de fuerzas entre EEUU y Rusia en la región ha cambiado, o pretender que el gobierno georgiano les mintió escondiendo sus intenciones. Pero incluso si aceptáramos que el gobierno georgiano actuó por su propia iniciativa ¿cómo podría Saakashvili haber escondido a los EEUU los preparativos militares para el ataque? ¿Deberíamos creer que los servicios de seguridad rusos estaban mejor informados que los cientos de consejeros y diplomáticos estadounidenses que se amontonan en Tiblisi? En ambos casos el imperialismo EEUU sale de este conflicto con su credibilidad comprometida.
El imperialismo ruso fortalecido
Por otro lado, Rusia no es el mismo país de hace 10 años. Se ha recuperado de su debilidad económica y militar, y en los años recientes había estado buscando una manera de romper el cerco estratégicamente orquestado por el imperialismo EEUU desde el colapso de la Unión Soviética.
Durante más de 15 años el imperialismo EEUU maniobró para tomar ventaja de la crisis de Rusia y establecer lazos fuertes y alianzas con las ex-repúblicas de la URSS y sus antiguos aliados en Asia Central, el Cáucaso, el este de Europa y el Báltico. La expansión de la OTAN a Polonia, Hungría y a la República Checa en 1998 y de nuevo en 2004, con la segunda expansión que absorbió al resto de los antiguos países satélites de la URSS en Europa Central y los tres estados bálticos (Letonia, Lituania y Estonia), fue considerada correctamente por la elite militar rusa como una amenaza estratégica, y convenció al Kremlin de que tenía que aprovechar cualquier oportunidad para revertir esta posición.
El cambio de actitud y el creciente poder económico de negociación del Gobierno ruso se pusieron de relieve en los últimos años por la decisión unilateral de cortar el suministro de gas a Ucrania y a la República Checa, Pero Rusia nunca recurrió al uso de la fuerza militar antes del 8 de agosto ¿Qué sucedió? Un Informe de Inteligencia Geopolítica publicado por Stratfor comentó lo siguiente:
"Los rusos han cambiado de forma drástica, junto con el equilibrio de fuerzas en la región. Le dieron la bienvenida a la oportunidad de mostrar en casa la nueva realidad, que era que ellos podían invadir Georgia, y que los Estados Unidos y Europa no podrían responder. En cuanto a riesgo, no consideran la invasión como riesgosa. Militarmente, no tenían contrincantes. Económicamente, Rusia es un exportador de energía que lo está haciendo bastante bien - de hecho, los europeos necesitan la energía rusa, incluso en mayor medida que la necesidad que tienen los rusos de venderles a ellos. Políticamente, como veremos, los norteamericanos necesitan a los rusos más que los rusos necesitan a los norteamericanos. El cálculo de Moscú fue que éste era el momento de golpear. Los rusos se habían estado preparando durante meses ... y golpearon".
Georgia pasó a ser el eslabón débil de la cadena de la red de alianzas del imperialismo EE.UU en la región y la mejor manera para Rusia de mostrar al mundo (y, sobre todo, a sus países vecinos) que el imperialismo EE.UU. no fue capaz de cumplir lo prometido, que era proteger a los débiles satélites de la ex Unión Soviética de su poderoso vecino. Como el director de Stratfor, George Friedman, vuelve a señalar:
"Los rusos sabían que los Estados Unidos denunciarían su ataque. Esto de hecho es un juego que favorece a los rusos. Las protestas ruidosas de estos dirigentes contrasta con su inacción, y los rusos querían mostrar en casa la idea de que los norteamericanos lo único que garantizan es palabrería vacía".
Amarga sorpresa para el imperialismo EEUU
La guerra en Georgia ha forzado al reconocimiento repentino de una realidad: Rusia se ha convertido en un poder imperialista regional lo suficientemente fuerte como para reclamarle a los Estados Unidos la devolución de la su antigua esfera de influencia. El comentario arrogante: "No son una gran potencia, son Arabia Saudita con árboles", es más significativo porque proviene de un veterano diplomático de EE.UU. (el ex-embajador de EEUU ante la ONU) que fue entrevistado en la BBC el 13 de agosto, y pone de manifiesto hasta qué punto los imperialistas de EE.UU. fueron tomados por sorpresa por estos acontecimientos.
El presidente de EEUU, George Bush, no es el hombre más inteligente del mundo, pero en relación a Georgia se vio obligado por sus asesores más inteligentes a adoptar una posición cuidadosa. Aunque utilizó una retórica beligerante para insinuar que Rusia sería expulsada siglo 21 del mundo moderno de los países avanzados si no cambiaba su actitud, no pudo anunciar ninguna acción o medida concreta, aparte de prometer ayuda humanitaria a Georgia a cargo de los militares de EE.UU.
El martes, 12 de agosto, el Presidente francés Sarkozy, actual jefe de la Unión Europea (UE), visitó Moscú y Tiblisi para negociar un acuerdo. Pero lo que ya dijimos para los Estados Unidos es aún más cierto para la UE: no hay mucho que la Unión Europea pueda hacer con Rusia sobre el terreno. Un acuerdo podría ser alcanzado sólo sobre la base de que Rusia haya alcanzado sus objetivos en la guerra.
Veneno chauvinista
En Rusia, la élite gobernante ha enrolado a los medios de comunicación en el fomento de una ola de histeria de guerra. El sufrimiento de la población de Osetia del Sur se utiliza para manipular el comprensible estallido de indignación popular y justificar el contraataque, pero la propaganda de guerra conectó con un resentimiento profundo arraigado en la clase obrera rusa contra el imperialismo de EE.UU. Los dirigentes sindicales y del Partido Comunista han capitulado ante el Kremlin en la guerra, del mismo modo que tampoco desafían su política en tiempo de paz. En lugar de llevar una política en defensa de la clase obrera, llevan la ideología burguesa al movimiento obrero y al movimiento comunista. Esto es particularmente claro en la cuestión de la guerra. Debido a la falta de alternativas, esto temporalmente incrementa el apoyo a Putin.
Pero el militarismo es una maldición para el pueblo ruso. El contra-ataque en Georgia es una señal de que las ambiciones imperialistas del Kremlin y la codicia de los oligarcas pueden dar lugar a nuevas aventuras. Grandes poblaciones de rusos viven en Crimea, en los países bálticos y Kazajstán. ¿A dónde llevará la defensa de los ciudadanos rusos fuera de las fronteras de Rusia? Las perspectivas económicas para Rusia son inciertas. El gobierno, así como los capitalistas, están preparando una nueva ola de recortes en los niveles de vida y de ataques, en particular a los derechos de los trabajadores y de los sindicatos. The El veneno chauvinista es el arma que la clase dominante de Rusia siempre utiliza para hacer que los trabajadores rusos y los ciudadanos de a pie acepten la preeminencia de los militares mientras que las personas mismas son tratadas como ciudadanos de segunda categoría.
En Georgia, donde ya hay miles de refugiados de la primera guerra en Osetia del Sur de 1992-4, hay un odio amargo tras esta nueva derrota. El martes 12 de agosto hubo una multitud de 150.000 personas en Tbilisi para expresar su apoyo a Saakashvili en un ambiente de solidaridad nacional impulsado por el odio a la agresión de Rusia. Sin embargo, el futuro de Saakashvili, independientemente del elevado apoyo que disfruta en este momento, es incierto. Sus políticas de respaldo a Occidente para golpear a Rusia han terminado en fracaso. Muchos manifestantes mostraron su rabia maldiciendo al imperialismo de EE.UU. por no acudir en su rescate.
La propaganda de guerra - el precedente de Kosovo y la cuestión de la OTAN
El gobierno ruso afirmó que sus operaciones militares en Osetia del Sur fueron motivadas por consideraciones humanitarias. Para ello, el Kremlin utiliza la misma lógica que la OTAN utilizó para justificar su ataque contra la ex-Yugoslavia en 1999. Sin embargo, los estrategas de la OTAN responden que Rusia se opuso a la guerra la OTAN en los Balcanes. Si los argumentos de la OTAN estaban equivocados en relación a Kosovo, ¿por qué deberían ser los argumentos rusos mejores en relación a Osetia del Sur? Aquí la respuesta de Rusia es mucho más fuerte que las mentiras elaboradas en grandes cantidades por la OTAN en su momento. Más del 90% de la población de Osetia del Sur es de origen ruso. Y la propia fuerza militar de paz rusa fue directamente atacada. La OTAN no puede oponer argumentos similares en relación a su intervención en Kosovo en 1999. El gobierno ruso, por lo tanto, llega a la conclusión de que actuó de forma perfectamente legítima en defensa de Osetia del Sur frente a la agresión de Georgia.
Dos conclusiones se derivan de esto. En primer lugar, la derrota de Georgia es un revés para la OTAN y el imperialismo EE.UU., que debilita a la OTAN en el Cáucaso. En segundo lugar, los trabajadores y el pueblo de Georgia, incluyendo los refugiados internos que huyeron de Osetia del Sur y Abjazia en anteriores conflictos, no pueden confiar en el imperialismo en la lucha por sus derechos. Todos ellos han sido utilizados como moneda de cambio en la política de fuerza de las potencias imperialistas contendientes. La única alternativa es la lucha de clases, empezando por la lucha de clases contra los oligarcas rusos y georgianos.
Sobre la defensa de Osetia del Sur
El asesinato de civiles en Osetia del Sur es algo criminal y completamente reaccionario. Sin embargo, esto no justifica la posterior matanza de civiles en Georgia. Por el contrario, esto sólo que servirá para provocar aún más asesinatos étnicos en el futuro.
La sistemática preparación para la guerra por parte georgiana y rusa demuestra que ambas partes están siguiendo por su propia cuenta intereses reaccionarios. El 17 de Julio más de 8.000 soldados rusos y 700 unidades de blindados tomaron parte en un ejercicio de adiestramiento denominado "Kavkaz 2008." Los ejercicios en que participan ensayaban una lucha contra supuestos terroristas de Osetia del Sur y de Abjazia, e incluyó los preparativos para evacuar a refugiados. El día antes, más de 600 soldados de Georgia llevaron a cabo un conjunto de ejercicios de entrenamiento militar con 1.000 soldados de EE.UU. en una operación denominada "reacción rápida 2008".
La verdad es que para el Kremlin la cuestión de Osetia del Sur y los derechos de los osetios son sólo de importancia secundaria.
El hecho de que el teatro de la guerra se extendiera mucho más allá de Osetia del Sur y Abjazia también subraya que el objetivo de los gobernantes de Rusia no era la defensa del pueblo de Osetia, como se alegó, sino que querían infligir un duro golpe a Georgia y socavar su estabilidad como Estado independiente, con el fin de imponer un cambio de régimen en Tibilisi. Los mapas que figuran a continuación muestran las zonas de combates y de bombardeos rusos.
El tema de las relaciones pacíficas en el Cáucaso no se resuelve con la presencia de ningún ejército en la región. Putin declaró que Osetia del Sur no será reintegrada a Georgia. También está claro que Osetia del Sur es demasiado pequeña para funcionar como un Estado independiente viable, y que cualquier declaración de la independencia nacional sería probablemente un paso hacia su integración en la Federación Rusa.
El imperialismo y el capitalismo son parte del problema, no la solución. La cuestión nacional simplemente no puede resolverse en el capitalismo. Esto es cierto no por razones ideológicas, sino por asuntos muy materiales. Lenin describió la cuestión nacional como una cuestión de pan. La única manera de resolverlo es mediante el desarrollo de las fuerzas productivas. Esto sólo puede lograrse con la liberación de las nacionalidades oprimidas de la injerencia imperialista y para llevar esto adelante completamente es necesario la expropiación de los bienes de las empresas imperialistas y de los oligarcas locales, y la planificación armónica de las fuerzas productivas bajo el control democrático y la gestión de los trabajadores.
¿Cómo puede resolverse el asunto del regreso de todos los refugiados sobre bases capitalistas? En el marco del capitalismo esto sólo significaría una mayor competencia para acceder a un número reducido de recursos, empleos, viviendas, asistencia médica, educación y otros servicios. Incrementaría aún más las tensiones nacionales o religiosas. La independencia de Osetia del Sur o su integración en la Federación de Rusia terminarían inevitablemente en la limpieza étnica de la minoría georgiana de la población de Osetia del Sur, lo que a su vez fortalecerá el resentimiento de la población georgiana y preparará nuevas guerras y mayor inestabilidad.
La complejidad de la cuestión nacional en el Cáucaso
El Cáucaso ha sido durante miles de años un cruce de diferentes pueblos, lenguas y religiones. La perspectiva de una separación física de los distintos pueblos como "solución" a la cuestión nacional es una locura reaccionaria.
Vamos a ver, por ejemplo, el caso de Osetia del Norte hoy, así como de otras repúblicas del Cáucaso. Con el colapso de la URSS, los osetianos del Norte, que eran ciudadanos rusos, lucharon contra sus vecinos ingushetios, que también eran ciudadanos rusos. Esta guerra fue el trágico resultado de la catastrófica política de Stalin en la cuestión nacional. Cientos de miles de ingushetios (así como de chechenos) fueron exiliados por orden suya en la década de 1940 -véase Stalin liquida dos repúblicas de Ted Grant (en inglés).
Gran parte de la tierra del pueblo ingushetio no les fue devuelta. Miles de ingushetios siguen viviendo en condiciones primitivas en lo que son, básicamente, campamentos de refugiados. El potencial de violencia en cualquier momento explica por qué los terroristas eligieron Beslan, una ciudad de Osetia del Norte, para un horrible ataque terrorista a una escuela en septiembre de 2004. Querían convencer a los osetianos que los terroristas eran ingushetios, y provocar una nueva guerra civil, lo que podría haber sucedido en 2004 y todavía podría ocurrir en el futuro. Sin embargo, los osetios que se trasladaron a esa tierra y trabajaron en ella durante dos o tres generaciones, y que tampoco tienen otro sitio adonde ir, también tienen derechos que deben considerarse. Se trata de un asunto complicado y delicado.
¡Volver a Lenin!
En su libro, Rusia: de la revolución a la contrarrevolución, escrito en 1996, Ted Grant resume el enfoque de Lenin y los bolcheviques sobre la cuestión nacional, que vale la pena citar en detalle:
"La Rusia zarista era una prisión para las nacionalidades. Una de las claves del éxito de la revolución bolchevique fue su política sobre la cuestión nacional. Lenin se dio cuenta de que la única manera de construir una nueva federación socialista era sobre la base de la igualdad completa de las minorías nacionales que formaban Rusia. No podía haber ningún tipo de coacción de una nación sobre otra. Sólo se podía establecer una república socialista como una unión voluntaria de nacionalidades. En consecuencia, el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación estaba grabado en la bandera del partido y de la joven república soviética, incluyendo el derecho a la secesión en un caso extremo.
"Lenin defendía la unidad de los pueblos del antiguo imperio zarista, pero tenía que ser una unidad voluntaria. Por eso insistió desde el principio en el derecho a la autodeterminación. Esta idea frecuentemente se malinterpreta como una exigencia de separación, pero eso es totalmente incorrecto. Los bolcheviques no estaban a favor de la separación, pero defendían la extensión más amplia posible del derecho a la autodeterminación, hasta e incluyendo la separación. Nadie tiene el derecho a obligar a un pueblo a vivir dentro de los confines de un Estado cuando la mayoría no lo desea. Pero el derecho de autodeterminación no implica la reivindicación de la separación, de la misma manera que el derecho al divorcio no significa que todas las parejas tengan que separarse, o que el derecho al aborto no significa que haya que poner fin a todos los embarazos".
Pero también es importante señalar que:
"El derecho de autodeterminación era una parte importante del programa de Lenin, en la medida en que demostraba claramente a los obreros y campesinos (especialmente a éstos) oprimidos de Polonia, Georgia, Letonia y Ucrania que los obreros rusos no tenían ningún interés en oprimirles y que defenderían firmemente su derecho a decidir su propio destino. Pero esto sólo era la mitad del programa de Lenin sobre la cuestión nacional. La otra mitad era igualmente importante: la necesidad de mantener la unión del proletariado por encima de todas las diferencias nacionales, lingüísticas o religiosas. Por lo que se refiere al partido bolchevique, Lenin siempre se opuso a cualquier tendencia a dividir el partido (y el movimiento obrero en general) por nacionalidades."
Lenin se oponía a cualquier manifestación de chauvinismo gran ruso. "Declaro la guerra a muerte al chauvinismo Gran Ruso", escribió a Kamenev, y consideró que esta cuestión era tan importante como para determinar su decisión irrevocable de romper con Stalin, cuando ya estaba enfermo de muerte, tras la vergonzosa conducta mantenida por Stalin y Dzerzhinsky contra la oposición de los comunistas georgianos a sus planes de Federación. Como explicó Ted Grant:
"Después de la revolución, Lenin pensaba que podría haber una unión fraternal y voluntaria de los pueblos del antiguo imperio zarista en forma de una Federación Soviética. Con este fin, exigió que se tratase a todas las nacionalidades con una extrema sensibilidad. Había que eliminar toda manifestación de chauvinismo gran ruso. De hecho, durante algún tiempo después de Octubre, la palabra Rusia desapareció completamente de los documentos oficiales. El nombre oficial de la tierra de Octubre era simplemente "el Estado obrero".
El enfoque de Lenin es la clave para buscar una forma de salir de esta pesadilla. En el Cáucaso y en el resto de la antigua Unión Soviética.
Por un nuevo Octubre
La lucha de clases en todos estos países, empezando por Rusia, está ahora envenenada por la cuestión nacional. Los trabajadores rusos no ganarán nada con la guerra en Georgia, excepto un envalentonamiento de Putin y la proliferación de organizaciones neonazis, que participarán en la violencia contra los trabajadores y la juventud de la región del Cáucaso, y contra los trabajadores rusos y sus organizaciones en el futuro. Sólo los marxistas pueden proporcionar un programa y una perspectiva para resolver las cicatrices de la cuestión nacional, que dependen de la lucha de la clase obrera y del establecimiento de una federación socialista de Estados de la ex-Unión Soviética y a nivel internacional.
La alternativa socialista puede parecer lejana y difícil. Sin embargo, las bases para ello ya fueron sembradas, en el pasado y en la práctica, por la Revolución de Octubre. Esta es una inspiración para la lucha contra el capitalismo, el imperialismo y el nacionalismo de hoy. De lo contrario, el presente capitalista es horror sin fin.
Hoy, los enemigos de la clase obrera de Rusia son sus nuevos amos capitalistas. Esto ya es visible en el poderoso odio de clase contra los capitalistas. El estado de ánimo en los trabajadores no es diferente al de otras ex-repúblicas soviéticas, incluida Georgia, donde existe una fuerte polarización de clase en la sociedad y los oligarcas del tipo de Kaja Benkuidze, que hizo miles de millones en la industria de los metales en los Urales durante las privatizaciones y que posteriormente pasó a ser ministro en el gobierno de Saakashvili, y prometió el famoso: "privatizar todo, salvo su conciencia."
Incluso en Georgia se ha registrado recientemente una reacción contra los oligarcas georgianos, con las protestas masivas en Tibilisi a finales del año pasado, que fueron violentamente aplastadas por el Estado de Georgia. En estos momentos, en Georgia habrá confusión y conmoción por la guerra, y amargura contra Rusia. Pero la lucha de clases va a atravesar la capa de histeria. La demagogia nacionalista de Saakashvili es un signo de su debilidad. Sin ella no tiene una base estable de apoyo. Todos los políticos burgueses de Georgia y sus políticas están vacíos. Los trabajadores no tienen más opción que resistir y responder.
De hecho, la erupción de guerras que cicatrizan la faz del planeta no son sólo un signo de reacción. Estas guerras son también un signo de la crisis del sistema a escala mundial. La globalización significa no sólo la emergencia de un imperialismo económico y militar de hecho, sino también la crisis globalizada del capitalismo y el potencial de los trabajadores para luchar contra los males del capitalismo en todos los países. Si Lenin estuviera hablando hoy a los trabajadores, comenzaría por destacar en cada país la crisis mundial del capitalismo, y la manera concreta en que se desarrollará la perspectiva de la revolución mundial, que ya se ha iniciado en América Latina, y está encontrando un eco en América del Norte, Europa y el Medio Oriente.
Pero así como Lenin pondría de relieve que hay dos Norteaméricas, la Norteamérica de los capitalistas y la Norteamérica de los trabajadores, él también explicaba en cada momento que había dos Rusias. La desigualdad nunca ha llegado a tales profundidades como en el momento actual. El distrito de Rublyovka cerca de Moscú tiene más millonarios por kilómetro cuadrado que cualquier otro lugar en el mundo, al igual que la Duma rusa tiene más millonarios que cualquier otro parlamento del mundo. Estos personajes, fabulosamente ricos, viven en efecto en otro país, y disponen de una especial protección policial. Y como un tribunal en procesión, cuando viajan por las rutas el tráfico debe detenerse. Ellos no tienen ningún contacto con los rusos comunes y corrientes, cuyos ingresos están siendo erosionadas por la inflación, o se están recortando por la pura y simple codicia de los patrones. Este fue el caso de los mineros de Severouralsk.
Después de dos décadas de ataques, los trabajadores rusos están comenzando a luchar. Esto puede ser temporalmente cortado por el frenesí del éxito militar ruso. Pero la política exterior del Kremlin no tiene nada de progresista para los trabajadores rusos, a quienes no les queda otra opción que luchar contra sus amos capitalistas tanto en casa como en el extranjero.
No hay salida para los trabajadores rusos y georgianos que unir sus fuerzas juntos contra la injerencia imperialista y de sus propios explotadores. La única tradición que puede unir a todos los trabajadores independientemente de su nacionalidad, idioma, color o religión es la del bolchevismo y de la tradición de Octubre.
¡Viva la solidaridad proletaria!
¡Por un nuevo Octubre!
¡Por una federación socialista del Cáucaso e internacionalmente!