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Image: Emmanuel Macron, Twitter

En el espacio de unos meses, Macron ha reforzado claramente el rechazo -y a menudo, el odio declarado- que suscita entre la masa de la población. La Primera Ministra y los pesos pesados de su Gobierno -Le Maire, Darmanin, Dussopt, Véran, Guerini, etc. - no son en absoluto más populares que el Jefe del Estado. En cuanto a la Secretaria de Estado Marlène Schiappa y sus payasadas de todo tipo, son el símbolo perfecto de la credibilidad de este gobierno. Incluso entre la gran parte de las clases medias que siguen apoyando a Macron porque temen a los "extremos", el entusiasmo de 2017 ha dado paso a una irritación creciente, a veces rayana en la exasperación. La próxima etapa pertenece a "los extremos".

A falta de mayoría en la Asamblea Nacional sobre la reforma de las pensiones, el gobierno tuvo que invocar dos artículos de la Constitución - el 47.1, y luego el 49.3 - para eludir el debate y la votación de los diputados. El artículo 40 podría utilizarse con el mismo fin. En dos ocasiones, el Consejo Constitucional rechazó la petición de organizar un "referéndum de iniciativa compartida", en un momento en que todas las encuestas mostraban una oposición abrumadora a la reforma. Todo ello bajo la atenta e indignada mirada de millones de jóvenes y trabajadores, que concluyen con razón que la "democracia" francesa es una broma de mal gusto.

Por tanto, esta secuencia de acontecimientos ha llevado la crisis del régimen a niveles muy peligrosos, desde el punto de vista de la burguesía. Cuando un descrédito tan profundo ya no golpea sólo a tal o cual gobierno, sino al conjunto de las instituciones "democráticas", la clase dominante camina por la cuerda floja. En 2018 y 2019, el movimiento de los Gilets Jaunes (chalecos amarillos) había dado un indicio de las consecuencias explosivas de tal situación. Un "primer indicio" solamente, porque lo que se está gestando en las profundidades de nuestro pueblo, cuyas tradiciones revolucionarias son mundialmente famosas, hará que el movimiento de los Gilets jaunes, en comparación, parezca una mera escaramuza.

El estancamiento del régimen

En términos absolutos, a la burguesía le interesaría, por un lado, sacar provecho de la reforma de las pensiones y, por otro, presionar a Macron para que disuelva la Asamblea Nacional a corto plazo, con la esperanza de dar a la Quinta República alguna apariencia de barniz democrático. Sin embargo, en esta etapa, la burguesía no está ejerciendo presión en esta dirección. ¿Por qué? Porque la profundidad de la crisis política es tal que unas elecciones parlamentarias anticipadas podrían agravar la crisis en lugar de aliviarla. ¿Qué tipo de mayoría parlamentaria podría surgir de unas nuevas elecciones generales en los próximos meses? En el contexto de la debacle de LREM (el partido de Macron) y la fractura de los republicanos (la derecha burguesa tradicional), una coalición de estos dos partidos parece muy poco probable. Una coalición de LREM y NUPES está descartada mientras este último partido esté dominado por France insoumise (FI) de Mélenchon. Y precisamente porque está dominada por FI, la hipótesis de una mayoría absoluta para NUPES no es nada favorable para la clase dominante, que necesita urgentemente drásticas contrarreformas. Queda la posibilidad de un gobierno de coalición con la Agrupación Nacional de Le Pen, al estilo del actual gobierno italiano. Pero esta opción dista mucho de ser segura desde el punto de vista electoral, por no hablar del shock que supondría para amplios sectores de la juventud y de la clase trabajadora.

En resumen, la era de la "alternancia política", cuando la derecha y la izquierda se sucedían en el poder, siguiendo el movimiento pacífico de un viejo reloj, esa era ha terminado y no volverá, porque es la profunda crisis del capitalismo la que ha roto el mecanismo. En definitiva, la crisis de régimen del capitalismo francés es la expresión política de una crisis del sistema económico y social. Y esta crisis está lejos, muy lejos de haber terminado.

La alternativa revolucionaria

La conclusión que se desprende de ello, desde nuestro punto de vista de clase, es perfectamente clara: para acabar definitivamente con la crisis económica y social es necesario llevar a los trabajadores al poder, expropiar a la gran burguesía y reorganizar la sociedad sobre bases socialistas, es decir, sobre la base de una planificación democrática del aparato productivo. Cualquier otra "solución" es un engaño (sincero o no, no importa). Un número creciente de jóvenes y trabajadores empiezan a sacar esta conclusión, aunque no siempre tengan una idea clara, desde el punto de vista teórico, de las vías y los medios para alcanzarla.

Desgraciadamente, no cuentan con la ayuda de los dirigentes oficiales de la izquierda y del movimiento sindical, que se aferran desesperadamente a sus viejas costumbres reformistas y explican a quien quiera escucharles que el capitalismo con "rostro humano" es posible, justo en el momento en que este sistema amenaza con sumir a la humanidad en una barbarie generalizada. Esta es la contradicción central de la situación, en Francia como en todas partes. Sigue siendo coherente con lo que Trotsky escribió en 1938, al principio de su Programa de Transición: "La situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado".

Sophie Binet teoriza

Para hacerse una idea, basta con escuchar la entrevista concedida a Médiapart el 10 de mayo por la nueva secretaria general de la CGT, Sophie Binet. Como era de esperar, se cuidó mucho de sugerir que el capitalismo podría ser derrocado. Pero también merece la pena observar lo que dice sobre las grandes movilizaciones de los últimos meses. A un periodista que le preguntó por qué la CGT no se había movilizado también a escala nacional e interprofesional sobre la cuestión candente de los salarios, Binet respondió: "Las pensiones y los salarios no funcionan de la misma manera: cuando se trata de salarios, el primer punto de contacto es el patrón, y por eso hay movilizaciones en las empresas, en los lugares de trabajo, directamente vinculadas a las negociaciones salariales. Pero un movimiento nacional interprofesional sobre los salarios es mucho más raro y casi inaudito".

Sophie Binet intenta cubrir su conservadurismo con un velo de "teoría". Esta gran diferencia entre "salarios" y "pensiones" es una ridícula pieza de escolasticismo burocrático. Lo venimos explicando desde enero: al limitar el programa de lucha únicamente a la cuestión de las pensiones, en un contexto en el que la inflación -entre otros problemas- golpea duramente a todos los trabajadores, la dirección de la intersindical ha limitado el potencial del movimiento.

En realidad, los trabajadores de varias empresas han aprovechado la oportunidad de la lucha contra la reforma de las pensiones para declararse en huelga por los salarios y las condiciones de trabajo. Esto es particularmente cierto en el caso de los trabajadores en huelga de Vertbaudet, cuyo valor y determinación frente al implacable acoso de la dirección y la policía se han ganado la admiración y la solidaridad de amplios sectores de la población. La resonancia nacional de esta huelga es la mejor respuesta que podemos dar al razonamiento abstracto de Sophie Binet.

Independientemente de lo que piense la secretaria general de la CGT, se avecinan grandes luchas nacionales, no sólo sobre la cuestión de las pensiones, sino también sobre la de los salarios, y sobre todos los problemas que aquejan a la masa de los explotados y oprimidos. Debemos prepararnos para ello barriendo los argumentos conservadores que quieren limitar los métodos y el alcance de la lucha. A fin de cuentas, nuestra clase sólo será victoriosa -definitivamente victoriosa- cuando haya expropiado al puñado de parásitos gigantes que todo lo deciden este país y reorganizado la sociedad sobre bases socialistas.

Fundamentals of Marxism

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Marxism provides the tools for comprehending society, nature and the class struggle. If you want to develop your revolutionary understanding, start here!

Dialectical Materialism

Dialectical Materialism

Dialectical materialism is the philosophy or methodology of Marxism. We must seek to understand the laws of society and nature in order to change them.

Historical Materialism

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Historical materialism is the theory of how and why society develops as it does. Each social system has inherent laws that drive it forward, and eventually spell its undoing.

Marxist Economics

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Marxist economics is the study of the laws of motion of capitalist production and society, allowing us to understand why capitalism perpetually goes into crisis.

Marxism and the State

Marxism and the State

The state is an instrument of class rule. We must understand the state’s role by analysing it scientifically, from its first emergence out of class society, to the present day.

Bolshevism

Bolshevism

The Russian Revolution of 1917 is the greatest event in world history. For the first time working people took power into their own hands and began the gigantic task of the socialist reconstruction of society.

Stalinism

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The Russian Revolution was betrayed and degenerated under a counter-revolutionary bureaucracy, led by Stalin. Understanding why this happened is critical for Marxists.

The National Question

The National Question

Marxists are internationalists, who fight for world revolution. We also stand for the liberation of oppressed nationalities as part of this struggle.

Anarchism

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Marxists share anarchists’ objective of overthrowing the bourgeois state. But the anarchist understanding of power and the state is abstract, rather than scientific - and therefore limited.

Imperialism and War

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Imperialism is the highest stage of capitalism, and war is the extreme expression of capitalism's contradictions and rapacious hunt for profit.

Identity and Oppression

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Marxists are irreconcilably opposed to oppression and fight determinedly for the liberation of marginalised groups, which can only be achieved through class struggle.

Fascism

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The madness of fascism in the 1930s expressed the historic crisis and dead-end of capitalism, and could have been averted through revolution. But is fascism a major threat today? And how can it be combatted?

Religion

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Marxism rejects superstition, but religion cannot be overcome by recourse to argument alone; we must instead attack its social foundation: the class system itself.

Environment

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The capitalists and their political representatives are completely incapable of saving the planet from environmental disaster. System change, not climate change!

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Art under capitalism is shackled to the profit motive, and the majority of people are denied the opportunity to experience and develop culture to its fullest. Only socialism can liberate the arts.

Science and Technology

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Capitalism is supposed to drive innovation, technological sophistication and scientific advancement. But in fact, it has become a brake on progress.

Workers' control

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Under capitalism, a minority runs production for their narrow interests. We advocate workers seizing control of their workplaces, and running them for the common good.

In Defence of Genuine Marxism

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There have been countless attacks, falsifications and distortions levelled against Marxism over the years. It is our duty as Marxists to set the record straight.

Revolution — the locomotive of history

Ancient history

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The history of the ancient world is ripe with lessons about the development of class society and the heroic struggle of the early oppressed classes against their masters.

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The Civil War in England was a revolutionary clash by the rising bourgeois class of English merchants and bankers, led by Oliver Cromwell, against the rotten feudal regime of Charles I.

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In the Great French Revolution of 1789, the revolutionary bourgeoisie and popular masses overthrew the decrepit Ancien Regime, creating an earthquake that shook the world.

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For a tragically brief period in 1871, the workers of Paris began the tremendous task of replacing the capitalist state with the dictatorship of the proletariat.

First International

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The first international proletarian organisation, with the participation of Marx and Engels, paved the way for the development of organised working-class struggle worldwide.

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The Second International was a formidable bastion of working-class internationalism until it descended into national chauvinism and opportunism. Its history is rich with lessons.

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To understand the causes of the great slaughter, it is necessary to lay bare the real mainspring of war in the modern epoch: the contradiction between the interests of different capitalist states.

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After the Russian Revolution, the German proletariat entered the scene of history and brought an end to WW1 - but their revolution was sadly defeated.

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The Third (Communist) International was a vital school of revolutionary ideas and strategy, which degenerated with the rise of Stalinism.

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The history of the Fourth International was a struggle (led by Leon Trotsky) to keep the genuine traditions of Bolshevism alive, against colossal odds.

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The Spanish masses strived towards socialist revolution in the 1930s, but were strangled by the class collaboration of their leadership, paving the road to fascist victory.

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Although WW2 is often portrayed in the history books as a clash between ‘democracy’ and Hitler’s Germany, the war was mostly a titanic struggle between fascism and the USSR in which the latter triumphed.

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The Chinese Revolution saw the heroic masses throwing off the yoke of imperialism, although the revolution degenerated along Stalinist lines, culminating in capitalist restoration.

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The year 1968 saw one revolutionary eruption after another worldwide, including the greatest general strike in the post-war period in France, which almost toppled Charles de Gaulle.

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Despite its conservative reputation, Britain’s history is full of class struggle: from Chartism to the foundation of the Labour Party, to the general strike of 1926, to the Miners’ Strike of the 1980s.

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