Todavía no se sabe a ciencia cierta cuántos hombres murieron la madrugada del 6 de febrero tratando de llegar a la playa de Ceuta. El Ministerio del Interior reconoce nueve muertos. Son 15 cadáveres los ya recogidos y algunas fuentes hablan de 16. Pero la forma en que la Guardia Civil negó el auxilio y disparó balas y pelotas de goma a los inmigrantes que trataban de alcanzar la orilla a nado, ha sacudido a la sociedad española y ha vuelto a poner de manifiesto la crueldad y el cinismo del gobierno del PP.
Esta vez hemos comprobado cómo, cuando lo estime necesario, el gobierno español incumplirá sus propias leyes para repeler a los inmigrantes. A las 400 personas que en la madrugada del 6 de febrero se acercaron a la costa de Ceuta desde Marruecos, a nado o sobre flotadores precarios, se les negó el más elemental deber de socorro. La Guardia Civil estaba obligada a llamar a Salvamento Marítimo y a Cruz Roja, y no lo hicieron. Lejos de eso, numerosos testigos afirmaron ya la misma mañana del día 6, que los agentes de la Guardia Civil dispararon material antidisturbios (balas de goma y botes de humo) a las personas que se acercaban a la orilla nadando. Esto fue negado varias veces por el director general de la Guardia Civil, amenazando incluso con querellarse contra los que sostuvieran esa acusación, pero finalmente fue confirmado por el ministro del Interior en su surrealista comparecencia del día 13 de febrero. En esta misma comparecencia el ministro Fernández Díaz inventó el concepto de “frontera retráctil” para justificar las llamadas “expulsiones en caliente”, ilegales según la propia Ley de Extranjería española. Izquierda Unida ha demandado la dimisión del ministro y la destitución del director general de la Guardia Civil, lo que es correcto y debería ir acompañado de la demanda de depuración de todos los mandos reaccionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Ahora que el gobierno del PP está violando sistemáticamente los derechos democráticos de la mayoría, esta actuación criminal de las fuerzas de seguridad del Estado en la frontera no hace más que añadir carbón a la caldera de la indignación social. En los días posteriores a la tragedia de Ceuta hemos presenciado movilizaciones sociales repudiando lo ocurrido y exigiendo explicaciones al gobierno. Al término de la concentración de Granada fue detenido un activista de Stop Desahucios, a pesar de que no hubo ningún incidente.
La hipocresía de la Unión Europea
La masacre de Ceuta ha dejado una vez más al descubierto la hipocresía de la burguesía europea y de sus representantes políticos. La comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, exige al gobierno una investigación sobre lo ocurrido y la Comisión Europea amenaza con sanciones al Estado Español. Estos golpes de pecho no pueden ocultar que el control de la “inmigración ilegal” es un asunto en el que la UE no se anda con miramientos humanitarios.
La Unión Europea ha asignado a Grecia, Italia y el Estado Español el papel de guardias de la frontera Sur. En octubre de 2013 vimos el horror en la isla italiana de Lampedusa, donde por culpa de la legislación antiinmigración que considera delito auxiliar a los inmigrantes, cientos de personas murieron ahogadas. En Grecia hemos visto los pogromos que los fascistas de Amanecer Dorado han realizado con la connivencia, cuando no el apoyo, del aparato del Estado. En España conocemos los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), auténticos campos de concentración donde se vulneran los más elementales derechos de las personas migrantes.
Inmigración ilegal vs “espíritu aventurero”
A pesar de la crisis económica en Europa, no ha cesado el éxodo de jóvenes africanos buscando un futuro mejor en nuestro continente. La misma burguesía europea que se lucró y se lucra del saqueo colonial de África, ve en esta situación una fuente de mano de obra barata mientras no duda en criminalizarlos y rechazarlos en las fronteras a cualquier precio. En la masacre de Ceuta hemos visto cómo la Guardia Civil presuntamente manipulaba el vídeo de las cámaras de seguridad de la frontera para dar a entender que los agentes se limitaron a repeler la “violencia inaudita” de los inmigrantes. La continua e interesada relación que desde los medios se hace de la inmigración “ilegal” con mafias y delincuencia, sólo va dirigida a abrir o ahondar la brecha entre trabajadores inmigrantes y autóctonos; brecha que, insistimos, la burguesía busca generar usando a los inmigrantes como mano de obra semiesclava para tirar para abajo las condiciones salariales del conjunto de la clase obrera.
Es un sarcasmo que los que criminalizan a la inmigración irregular mientras se aprovechan de ella, sean los mismos que están condenando a tantos jóvenes del Estado Español a la emigración a un nivel que no se veía desde los años 60. Para ellos la salida masiva de trabajadores cualificados jóvenes no es por culpa del paro ni de la precariedad, sino que es una manifestación del “espíritu aventurero” propio de la juventud. No sabemos qué dirían si a los jóvenes españoles que emigran los recibieran con cuchillas o pelotas de goma, pero dado el desprecio que este gobierno y los anteriores tienen hacia su ciudadanía no podemos esperarnos grandes escándalos, como dejó claro el caso de José Couso, asesinado por las tropas imperialistas de EEUU en la guerra de Irak.
Por una política de clase contra el racismo
Frente a lo que está ocurriendo en otros países de Europa, en el Estado Español no estamos viendo con la crisis un aumento del racismo ni de las opciones políticas de extrema derecha o xenófobas, más allá de anécdotas como la Plataforma per Catalunya del fascista Anglada, o del xenófobo alcalde de Badalona, Xavier García Albiol. En un momento en el que la implantación de las organizaciones de clase en los barrios es, en el mejor de los casos, escasa, es un hecho muy positivo que responde al instinto de clase del proletariado español y a la experiencia histórica del franquismo y la repulsión que esta genera. La mejor manera de asegurar que el veneno del racismo no penetre en nuestros barrios es desarrollar las organizaciones políticas, sindicales y de solidaridad de nuestra clase, y para ello es imprescindible desarrollar una potente tendencia marxista en su seno.
Si no hay solución a la pobreza y a la desigualdad bajo el capitalismo, nada podrá para el deseo instintivo de miles de personas de cruzar las fronteras, legal o “ilegalmente” para escapar de la pesadilla del hambre y de las guerras causadas por los intereses de las multinacionales de los países imperialistas (como Repsol, Endesa, telefónica, Banco de Santander, etc.). Por lo tanto, la solución de este problema es la misma que la solución de los problemas de pobreza y falta de futuro en el Estado español, Europa y el mundo: la expropiación de los ricos, que se nutren de la explotación de los trabajadores y países empobrecidos, y el control democrático de esa riqueza por quienes la producen. Es decir, por la transformación socialista de la sociedad y la planificación en común y fraternal de todos los recursos del planeta, para sacar a toda la humanidad de la barbarie capitalista e imperialista.
Fuente: Muerte en la frontera de Ceuta. El Gobierno es responsable