El martes 23 de mayo marcó un nuevo punto de inflexión en la crisis venezolana. La convocatoria de elecciones a asamblea constituyente y regionales fue respondida con una profundización de la política de “cambio de régimen” por parte de la oposición. Son momentos críticos para la revolución bolivariana.
El presidente Maduro anunció las bases para la convocatoria de la Asamblea Constituyente y al mismo tiempo hizo un llamado al CNE para que se convocaran las elecciones regionales que están suspendidas desde 2016.
El CNE anunció que las elecciones a la constituyente serán en Julio y las regionales (gobernadores y consejos legislativos) en diciembre.
La Asamblea Nacional opositora rechazó la Asamblea Constituyente y propuso la convocatoria de un referéndum sobre si "el pueblo quiere constituyente o elecciones generales". Con "generales" lo que quieren decir es que se celebren elecciones presidenciales (cuya fecha no es hasta final de 2018).
La fúria de la base de la oposición ante este anuncio fue tal, con todo tipo de insultos y ataques a sus propios dirigentes, que el propio Julio Borges (presidente de la AN) tuvo que pedir disculpas por la confusión y la MUD en su conjunto adoptó una línea más dura: el llamado a más movilizaciones de calle y el rechazo frontal tanto a la constituyente como a las elecciones regionales.
La convocatoria es hoy, miércoles a una gran marcha hacia el CNE. Será otro punto de la escalada insurreccional de la oposición, cuya dirigencia ahora llama abiertamente a usar el artículo 350 de la constitución (que prevé el levantamiento del pueblo contra un gobierno anti-democrático).
Por si quedaba alguna duda, lo que la oposición quiere no son elecciones sino el derrocamiento del gobierno con la combinación de movilizaciones de masas en la calle, violencia extrema de grupos organizados y acciones insurreccionales (como las que hemos visto en los últimos días en San Antonio de los Altos y en Barinas, dónde atacaron y destruyeron comisarías de policía, ayuntamiento, gobernación y comercios privados entre otros). Tienen además el apoyo del imperialismo de EEUU y sus lacayos regionales.
La oposición había ido perdiendo apoyo en los últimos días, fruto de una combinación de factores: el cansancio de sus propias bases después de casi dos meses de movilización sin conseguir resultados y el rechazo de amplios sectores de la población a sus métodos cada vez más violentos. Ahora tienen la oportunidad de volver a reagrupar sus fuerzas.
A todo esto se suma el papel cada vez más provocador que está jugando Colombia, después de la visita de Santos a Trump, con el envío de vehículos armados a la frontera y el ruido cada vez mayor acerca de un "corredor humanitario" (es decir una intervención extranjera).
Los próximos días serán decisivos.
Es necesario analizar la táctica del gobierno ante esta situación, y para ser honestos, la misma es errada. La convocatoria de la constituyente solamente tenía sentido si hubiera servido para resolver los dos problemas centrales que minan el apoyo a la revolución bolivariana y por lo tanto permitiera volver a aumentar su base de apoyo. Por un lado el problema de la crisis económica; pero la constituyente se convoca con la idea de una "economía pos-petrolera" en la que se respeta la propiedad privada de los medios de producción y se hace de nuevo un llamado a los empresarios. Por otro lado el problema de la burocracia y la corrupción dentro del movimiento bolivariano; pero las bases comiciales de la constituyente hacen muy difícil la elección de candidatos que realmente representen a la base (se elige un constituyente por cada municipio en el apartado territorial, y en el ámbito sectorial se elige por listas nacionales con un requisito de entrada muy alto).
Nuestra posición sigue siendo firme: nos oponemos frontalmente a la ofensiva insurreccional de la reacción y el imperialismo. Si llegan a conseguir su objetivo (tumbar el gobierno de Maduro y tomar el poder) aplicarán una política de ajuste brutal contra el pueblo trabajador y además una persecución salvaje contra los militantes y activistas de la revolución y sus organizaciones y de supresión de las libertades democráticas. Lo que hemos visto en los últimos días, con el linchamiento de chavistas y cualquier que “parezca chavista”, es solo un aviso. Al mismo tiempo es nuestro deber señalar que nos oponemos a la política del gobierno, que en lo económico consiste en hacer concesiones a los capitalistas y en lo político no cambia los modos de operar burocráticos que asfixian y coartan la iniciativa revolucionaria del pueblo que es la única garantía de defensa de la revolución. Estas políticas conducen a la derrota.
El movimiento revolucionario debe prepararse aumentando su propia organización, su claridad política sobre la situación actual y lo que se requiere, y también crear sus propios medios de auto-defensa en fábricas, puestos de trabajo y barrios.
Sólo el pueblo salva al pueblo. Abajo la ofensiva de la reacción y el imperialismo. Defender la revolución con métodos revolucionarios.