El pasado sábado 15 de Julio más de 300 personas, entre veteranos brigadistas, familiares, amigos y público en general, se dieron cita en pleno corazón de Londres para recordar y homenajear a todos los hombres y mujeres que, justo hace ahora 70 años y siguiendo los dictados de sus corazones y mentes internacionalistas, dejaron todo para luchar por el socialismo en una España devastada por las tropas fascistas de Franco, Hitler y Mussolini.
El acto, como ya es tradición, tuvo lugar junto a la estatua dedicada a las brigadas internacionales en el South Bank londinense y contó, por primera vez, con la presencia de un representante del gobierno español, el embajador en Londres Don Carlos Miranda y Elío.
El embajador, que fue recibido con un "Ésa no es nuestra bandera, señor embajador", en referencia al espantajo monárquico que portaba su ayudante, agradeció el coraje y la generosidad de los hombres y mujeres que, desde las Islas Británicas, marcharon a España a luchar y a asistir en la lucha contra el fascismo.
Meritoriamente, el señor Miranda señaló la traición de las democracias occidentales que, aislando diplomáticamente a la República, se unieron, de hecho, a los regímenes fascistas de Alemania e Italia.
Sin embargo, ni el embajador en su discurso, ni los diferentes representantes de la International Brigades Trust en los suyos, hicieron mención alguna a la lucha por el socialismo. En realidad, con sólo unas referencias vagas a la lucha por la libertad y la democracia "como la que hoy disfrutamos en España en su forma de monarquía constitucional" - reflexionó el Sr. Embajador- incluso George W. Bush se podría haber sumado al homenaje como lo hizo recientemente en su visita a Hungría, al recordar la revolución obrera de 1956 en términos más o menos similares.
Sin embargo, era socialismo lo que el corazón de aquellos que formaron las Brigadas Internacionales albergaba y era socialismo aquello por lo que en última instancia luchaban, la meta que guiaba sus acciones.
Las Brigadas Internacionales fueron organizadas por la Internacional Comunista (Comitern) que, aunque entonces ya en manos de Stalin y su camarilla, representaba para muchos trabajadores de todos los lugares del mundo la tradición de Lenin, Octubre y las conquistas de la Revolución.
Es cierto que la Internacional Comunista, guiada por los estrechos intereses de la burocracia moscovita, había entrado tomando la ruta del frente populismo y que la línea oficial era la defensa de la República burguesa, sacando así del osario los restos cadavéricos de la teoría menchevique de las dos etapas o estadios.
Reducir de esta forma las razones y los motivos de aquellos que, en la creencia de que con sus acciones avanzaban la causa del socialismo, dieron desinteresadamente su vida en la lucha contra la reacción fascista en España, a la defensa de una república burguesa es o una burda distorsión de la realidad o, simplemente, su más perversa tergiversación política.
El acto finalizó con los ojos de muchos de los asistentes bañados en lágrimas y, paradójicamente y a pesar del olvido al que toda mención a la lucha por el socialismo parecía haber sido condenada, se cantó La Internacional mientras los puños de aquellos que en su juventud los alzaron en España contra el fascismo y por el socialismo eran alzados de nuevo.