El miércoles 9 de diciembre, el gobierno de Sudáfrica quedó expuesto a una nueva crisis cuando el presidente Jacob Zuma despidió inesperadamente a su ministro de Finanzas, Nhlanhla Nene, y lo reemplazó con David van Rooyen, un diputado del CNA (Congreso Nacional Africano) poco conocido. Esta decisión fue tan inesperada que ni el CNA ni los miembros de su propio gabinete fueron conscientes de ello. Los acontecimientos de los cuatro días siguientes, una vez más sacudieron al país hasta sus cimientos y marcó el comienzo de una nueva etapa en la lucha de clases.