El 28 de marzo 55.000 personas salieron a las calles de Berlín y Frankurt/Main en Alemania para protestar contra los costes de la actual crisis económica que está afectado a los trabajadores y a las capas socialmente más débiles de la sociedad. La manifestación fue organizada por una amplia alianza de sindicatos, militantes de Die Linke, grupos de izquireda y organizaciones ecologistas.
Berlín
El sábado unos 30.000 manifestantes en Berlín respondieron al llamamiento de la alianza "No pagaremos vuestra crisis". El mismo también también hubo manifestaciones en Frankfurt/Main, Londres, París, Viena y en otras ciudades europeas. La policía al principio calculó 5.000 manifestantes, pero por la tarde la prensa burguesa rápidamente aceptó la cifra de 15.000. Pero según los organizadores hubo una presencia permanente de unos 25.000 y en total participaron unas 30.000 personas en las protestas de Berlín.
El ambiente entre todos los participantes fue muy radical. El hecho de que la clase obrera tenga que pagar la factura de la crisis del capitalismo está afectando cada vez más a la conciencia de la clase trabajadora y de los estudiantes, tanto de secundaria como universitarios. Había más personas presentes que la "escena de izquierdas habitual". Federaciones sindicales y zonas que han participado en la manifestación a pesar de que el aparato sindical intentó sabotear la movilización. Estas manifestaciones pueden y deben ser utilizadas como punto de partida para una primavera "caliente" y un verano de combatividad obrera. También en Alemania comienza a calar esta idea entre la base de los sindicatos y del Partido de la Izquierda, la necesidad de un movimiento contra los efectos de la crisis económica y los ataques contra la clase obrera que vendrán.
Al final de la manifestación el dirigente del grupo parlamentario del Partido de la Izquierda, Gregor Gysi, hizo un discurso muy radical. Exigió la expropiación y nacionalización de todos los grandes bancos y habló sobre el fracaso del capitalismo. Pero ahora la tarea de la izquierda revolucionaria dentro del Partido de la Izquierda es garantizar que los hechos socialistas seguirán a estas palabras anticapitalistas. Lo que hace falta es plantear la idea de más nacionalizaciones de las empresas importantes y bajo el control de los trabajadores, reduciendo la jornada laboral sin reducción salarial y una huelga general política. Estas reivindicaciones deben plantearse en el movimiento de protesta actual y la lucha se debe organizar en las calles y en los centros de trabajo.
En los márgenes de la manifestación de Berlín hubo reiterados ataques de la policía contra un sector de manifestantes. Sobre todo el llamado "Bloque Negro", anarquistas y grupos autónomos, que constantemente eran provocados y aceptaban las provocaciones. Pero, según los organizadores, hubo algunos sindicalistas detenidos. Es evidente que la policía intentó intensificar el enfrentamiento para desacreditar el movimiento en general. Una personas que participaba en la manifestación informó cómo al principio una unidad de la policía guardaba una tonelada de adoquines, pero cuando la manifestación pasaba la policía volvió a poner en su lugar los adoquines, invitando claramente a los manifestantes a utilizarlos como "munición". No debemos caer en estas tácticas que nos dividen. ¡Sólo la unidad nos hace fuerte!
Frankfurt
En Frankfurt/Main hubo dos manifestaciones que comenzaron a las 12 bajo un día lluvioso. Los manifestantes del sur y el oeste de Alemania desfilaron por el distrito bancario de esta metrópoli de las márgenes del Rin. Había numerosas banderas de sindicatos, Attac y del Partido de la Izquierda.
También había militantes del SPD, estaba el portavoz municipal Bernd Mürdter del Münster, cerca de Darmstadt. "Los desequilibrios sociales aumenta cada vez más. Necesitamos un tipo de política diferente", ecplicaba Horst Raupp del grupo de trabajo del SPD para cuestiones laborales (AfA) en Nessen del Sur. Como pionero de la crítica a la banca, Gregor Böckermann, de la iniciativa "Religión por la paz" ha estado manifestándose durante 19 años contra la política de los bancos alemanes: "Inicialmente exigíamos la cancelación de la deuda para el tercer mundo. Después nos dimos cuenta de que también en Frankfurt los pobres son cada vez más pobres. Tenemos que abolir el capitalismo porque ya no proporciona ninguna esperanza para el mundo".
Otra mujer de Frankfurt recogía simbólicamente donativos bajo la consigna "pan para los bancos". "Los bancos deben ser rescatados, mientras que la población se ahoga", se quejaban activistas de Attac de Wiesbaden, que iban ataviados con trajes, sombreros de copa y tirantes, encarnando a los empresarios del IKB, Hypo Real Esetate y Commerzbank. Friedhelm Winkel del Foro Social Hanau opinaba que esa "agitación en las calles puede contribuir a parar al capital y los planes del gobierno".
Al frente de la manifestación estaba Lothar Reininger quien dijo que "no puedo soportar pensar que durante años han estado jugando en estas torres [haciendo referencia a los rascacielos de los bancos] y que los beneficios han ido a los ricos mientras los salarios caían".
Marcel Bathis, delegado sindical del periódico Frankfurter Rundschau, recordó a todos que un capitalismo desenfrenado llevó al fascismo y a la guerra hace unos ochenta años. "Debemos detener a estos caballeros que quieren hacernos pagar la basura que ellos producen", explica otro delegado sindical del sindicato ver.di que trabaja en una empresa de transporte en Frankfurt.
"En este país no tenemos un conflicto entre lo viejo y lo joven; el conflicto en este país es entre ricos y pobres" decía Lenin Breymaier, responsable del sindicato ver.di en el estado de Baden-Württemberg, añadiendo que la sanidad decente y los salarios justos, las pensiones y los subsidios de desempleo son "relevantes para el sistema". Un sistema económico que sacrifica todo esto en aras del beneficio es un "sistema equivocado".
La crisis de la industria del automóvil también llevó a muchas personas a la manifestación. "Europa sin Opel-Saab-Vauxhall es como un coche sin motor", se podía leer en una enorme pancarta de delegados sindicales del IG Metall (sindicato metalúrgico) de la planta de Opel en Bochum. También había delegados de Open de Rüsselsheim, donde se encuentra la sede central de la empresa, pusieron un stand con información y recogieron muchas firmas para un llamamiento al gobierno para que "ayude temporalmente a frenar una situación desesperada". Según explicaba Axel Lemke, delegado sindical, las firmas iban dirigidas a la canciller Ángela Merkel que visitaba la empresa en Rüsselsheim al final de ese día.
Mientras tanto, Tom Adler, delegado sindical de Daimer en Stuttgart, exigía una reconversión industrial orientada hacia el medio ambiente y la producción socialmente útil, además de la reducción de la jornada laboral. La actual gestión equivocada de la industria del automóvil no puede garantizar seguridad ni un futuro decente. Adler advertía de una oleada de bancarrotas y desempleo de masas, al menos después de las elecciones parlamentarias de septiembre y pronosticaba un empeoramiento de los conflictos. "Lo que comenzó en Grecia, Islandia e Irlanda continuará aquí". Esa será la "unidad europea que necesitamos". En lugar de soltar vapor "la presión en la olla va en aumento".
El presidente del partido y líder parlamentario del Partido de la Izquierda, Oskar Lafontaine, en lugar de plantear la única solución real, es decir, la nacionalización de los altos mandos de la economía bajo control de los trabajadores, defendió un "paquete de estímulo social económico" y salarios que puedan garantizar una vida decente para todos. Pronunció un discurso que sonaba radical, dijo que los impuestos deberían ser utilizados para rescatar las empresas no para los accionistas, para que los trabajadores puedan defender sus centros de trabajo y practicar la auténtica participación de los trabajadores. (No explicó cómo se consigue eso sin expropiación). "No dejemos que nos dividan, la izquierda debe cerrar filas", gritó Lafontaine en dirección a los que lanzaban huevos a los oradores. Sindicalistas y militantes del Partido de la Izquierda ya se habían preparado para estos incidentes. Formaron varias cadenas humanas frente al estrado y contuvieron la posibilidad potencial de un enfrentamiento.
Activistas del ala juvenil del ver.di quemaron simbólicamente al capitalismo en un ataúd con una corona encima y defendieron un sistema social diferente. Muchos sindicalistas regresaron a casa con una impresión muy positiva del acontecimiento, como un miembro del IG BCE (sindicato de minería, química, industria y energía) de Heilbronn: "Debemos imponer la justicia contra las autoridades y salir a las calles en cada ciudad del país".
Todo esto indica que se está desarrollando un ambiente radical en Alemania y que sólo es el principio.
Fuente: El Militante