El principio de acuerdo al que han llegado los dirigentes de UGT Y COO con la Patronal es un gravísimo error. No supone una mejora para los trabajadores, al contrario, supone una pérdida de poder adquisitivo; no impide nuevas agresiones, ni impide las que están en marcha; y, desde luego, debilita nuestra posición antes los trabajadores y sectores en lucha, impidiendo una necesaria acumulación de fuerzas.
No es moderación salarial: es un retroceso
Bajo el eufemismo “moderación salarial” se esconde un recorte de los salarios. Solo subirán un 0,5% este año y solo se aplicará una cláusula de revisión si el IPC sube más del 2% (y con condiciones, haciendo referencia al IPC Europeo), con el argumento de “recuperar productividad”. Es decir, de partida se acepta una reducción real de los salarios. Una de las trampas más escandalosas del pacto es excluir del cálculo del IPC el precio de los combustibles si el petróleo sube más de un 10%. Si esto ocurre, los trabajadores pagaremos de nuestro bolsillo esta subida, con los salarios congelados.
Con esto, se acepta la falacia de que los salarios son los responsables de que la productividad sea inferior a otros países. Como si en épocas de vacas gordas no hubiésemos escuchado la misma canción. De hecho, según todos los estudios, los salarios han crecido muy por debajo del IPC desde la implantación del euro.
El 70% de los trabajadores son mileuristas. Y si a esto le añadimos pensionistas y parados, está claro que el problema no son los salarios.
El acuerdo no habla de reinversión de beneficios, ni de la responsabilidad de la Patronal en la especulación y la falta de inversión productiva. En este aspecto, solo hay generalidades.
Además, tampoco dice nada del hecho de que el aumento de impuestos ha recaído fundamentalmente sobre los trabajadores. El IRPF (soportado fundamentalmente por las rentas del trabajo), los céntimos sanitarios… etc., también han recortado nuestros salarios.
Es decir, como decía un lema del PCP (Partido Comunista Portugués): los beneficios para los de costumbre, los sacrificios para los de siempre.
No frenará futuras agresiones
Nadie, ni los propios firmantes, admiten que sea un buen acuerdo. Se justifica diciendo que es para evitar futuras imposiciones peores.
Esto, más que una realidad, es un deseo. La reforma laboral, el abaratamiento de los despidos, las nuevas condiciones de trabajo, están sobre la mesa. Y la intención del gobierno de Rajoy es llevarla adelante. La Patronal, no ha querido firmar nada sobre estos temas, convencida de que SU Gobierno, el de su clase social, le hará el trabajo sucio.
Además, el Gobierno se guarda en la manga la aprobación de unos presupuestos generales para después de las elecciones andaluzas. El mismo hecho de que los retrase hasta después de las elecciones, nos indica cuál será su carácter.
El argumento de que gracias al pacto no habrá una reforma laboral dura y unos presupuestos generales con recortes salvajes, es una ingenuidad.
La política del mal menor ha fracasado
Ante la falta de fuerza de una izquierda política, muchos creíamos hace año y medio que los sindicatos eran la última línea de defensa de la clase trabajadora. Se hablaba de “líneas rojas”, como la edad de jubilación.
Después de la Huelga General del 29-S, se pudo abrir un periodo de acumulación de fuerzas, de explicación, de fortalecer el músculo sindical, lo que se hablaba entonces.
Pero lo que sucedió, fue el Pacto sobre Pensiones. Se argumentaba falta de fuerza, un éxito limitado de la huelga del 29-S y la realidad de que Grecia, con muchas huelgas generales, no habían frenado los ataques. Así, según los dirigentes sindicales lo mejor era pactar.
Como hemos visto después, este pacto no sirvió para evitar males mayores (esa era su justificación) Luego, para justificarse, incluso vimos algún joven dirigente del sindicato, que ha pisado pocas fábricas, decirnos que era un acuerdo beneficioso para los trabajadores.
Y entonces, a los ojos de miles de jóvenes, activistas, trabajadores precarios, veteranos sindicalistas, CCOO y UGT fueron vistos como “parte del sistema” que les agrede.
¿De verdad alguien cree que los que participaron en la huelga, se enfrentaron a sus patrones, aquellos a quiénes les descontaron salario, veían el pacto como algo positivo?
Y lo que sucedió después fue el tsunami del 15-M. Esos miles de jóvenes, de trabajadores, indignados, salieron a tomar las plazas, al margen de CCOO (incluso alguno, indignado con CCOO y UGT).
Este acuerdo nos debilita
Ahora puede suceder lo mismo, pero con el agravante de que muchos funcionarios, maestros, trabajadores de la sanidad, de los servicios sociales, estamos en lucha.
Desde abajo, están apareciendo nuevos movimientos de lucha para hacer frente a los recortes.
¿Y cuál es el mensaje que se les manda desde el sindicalismo de clase? ¿Que hay que aceptar los recortes? De esta manera, no vamos a ganar músculo sindical ni acumular fuerza.
Por tanto, es necesaria la retirada inmediata de este acuerdo y el cambio de política sindical.
Queramos o no, vienen tiempos duros, y la única manera de hacerles frente es desempolvar las tradiciones de organización y lucha, que derrotaron a enemigos mayores.
Es necesario abandonar el sindicalismo de pactos y recuperar el sindicalismo de lucha.