Las elecciones del 26 de junio tienen una trascendencia histórica. Por primera vez en el Estado español, una fuerza de izquierdas opuesta al viejo régimen y a sus políticas de recortes sociales, explotación y represión, puede alzarse con la victoria y formar gobierno.
No es casual que las clases acomodadas hayan mostrado su preocupación con la formación de UNIDOS PODEMOS (UP) –la coalición electoral de PODEMOS e Izquierda Unida– y sus confluencias en Catalunya, Galicia, País Valenciano y Baleares. Esta confluencia ha generado tal entusiasmo popular que todas las encuestas publicadas la sitúan en una sólida segunda posición, por delante del PSOE, y acercándose al PP.
Lucha de clases
En estas elecciones se libra una lucha de clases sin cuartel. En medio de la mayor crisis económica y social de nuestra historia reciente, los ricos nos han hecho pagar la continuidad de sus privilegios, amasados con la explotación de los trabajadores y el saqueo del Estado. Tenemos menos empleo y más precario, salarios más bajos, peores servicios sociales, tasas universitarias imposibles de pagar, y una represión social creciente con multas y cárcel. Los grandes empresarios han acumulado fortunas, pagando impuestos mínimos y evadiendo sus capitales a paraísos fiscales. La voz de orden, proveniente de Bruselas, es que el próximo gobierno deberá acometer nuevos ajustes del gasto público de 8.000 millones de euros, mientras seguimos pagando una deuda pública ilegítima y criminal que devora anualmente 34.000 millones de euros. Esto equivale a todo lo recortado en sanidad y educación desde 2009 ¡cada año!
Pese a toda la alharaca sobre la recuperación, todavía no se ha alcanzado el nivel de producción de 2007 ¡hace 9 años!; mientras se desperdician 4,5 millones de personas/año en el desempleo que podrían crear un 25% más de riqueza si tuvieran trabajo. La brecha de ingresos se ha disparado. Los sueldazos de los altos directivos de las grandes empresas aumentaron desde 2012 un 21,6%, hasta los 576.325 euros anuales de media, según la Comisión Nacional del Mercado de Valores. En cambio, el sueldo medio bruto mensual de los trabajadores creció un mero 1,4%, hasta los 1.640 euros, según el INE. Los salarios han perdido un 4,5% de poder adquisitivo, según la EPA, 912 euros anuales. Más de un tercio de la fuerza laboral, un 34,5%, tiene empleo precario, temporal o a tiempo parcial, con millones de horas extras sin pagar.
El futuro contra el pasado
En estas elecciones estamos, de un lado, millones de trabajadores, jóvenes, mujeres oprimidas y desempleados, y la clase media empobrecida. Representamos todo lo que hay de vibrante y progresista en la sociedad. Del otro lado, están las 200 familias de la oligarquía española, con su Partido “Popular”, que representan la injusticia, la corrupción y el sufrimiento que padecemos. Disponen también de las muletas de Ciudadanos y de sus agentes en la dirección del PSOE, que han purgado el partido de cualquier traza de izquierdismo durante décadas. Todos ellos están compitiendo entre sí en una histeria “anticomunista” contra UP. Es una lucha entre la esperanza y el miedo, entre lo vivo y lo muerto, entre el futuro y el pasado.
El gran recibimiento popular al acuerdo PODEMOS-IU demuestra que debía haberse alcanzado ya para las elecciones del 20D. Ahora, UP estaría en una situación mucho mejor para derrotar al PP el 26J. Los prejuicios anteriores de los compañeros de la dirección de PODEMOS contra la “izquierda” se han demostrado profundamente equivocados. Pese a toda la histeria “anticomunista” de la reacción, la expectativa de voto de UP no hace más que crecer. A la “gente” no le asusta la etiqueta de “izquierdas”. Lo que le frustra es la falta de valentía y audacia en la izquierda para defender un verdadero programa de transformación social y desafiar a la reacción. Felicitamos ahora a los compañeros dirigentes de PODEMOS por haber enmendado su error. A eso también ayudó que el compañero Alberto Garzón forzara la depuración del sector más anquilosado y burocrático de IU, renuente a pactar con PODEMOS, y le imprimiera un giro a la izquierda a la organización.
¿Sería posible un gobierno Unidos Podemos-PSOE?
La clase dominante apuesta por un gobierno PP-Ciudadanos con apoyo exterior del PSOE. Albert Rivera, lo dejó claro hace unas semanas: “Si Ciudadanos es decisivo, habrá gobierno”. Cierto es que tal disposición a apoyar al PP sería más entusiasta sin la presencia de Rajoy, para no cargar con el lastre de la desprestigiada dirección actual del PP ¿Qué hará el PSOE? Lo más probable es que los dirigentes socialistas apoyen pasivamente (absteniéndose) la investidura de tal gobierno, negándose a confluir en un gobierno con UP. Pero si así lo hicieran, prepararían su derrumbe, siguiendo la estela decadente del PASOK griego.
Por su parte, los compañeros dirigentes de UP apuestan a que el PSOE sea nuestro aliado en un gobierno “progresista”. Somos muy escépticos con esa posibilidad, dada la resistencia de la dirección socialista a compartir gobierno con nosotros, por sus vínculos con el viejo régimen. Pero si se diera, deberíamos resistir cualquier pretensión de su parte de rebajar nuestro programa de gobierno. Las 50 medidas presentadas por UP son imprescindibles para terminar con la austeridad, revertir los ataques sociales del PP y mejorar las condiciones de vida de las familias obreras. No podemos frustrar las expectativas de cambio que hemos generado. En tal caso sería preferible que UP, siendo la principal fuerza de izquierdas, gobernara en solitario –como en los Ayuntamientos del Cambio– apelando a la movilización popular en la calle para obligar al PSOE a investir nuestro gobierno. Si éste se negara, quedaría en evidencia, preparando un avance mayor de UP en unas futuras elecciones, que no tardarían en llegar ante la impopularidad de un gobierno PP-Ciudadanos.
El poder para el pueblo
Aunque consigamos encabezar un gobierno del pueblo después del 26J, debemos tener claro que disponer del gobierno no significa disponer del poder. Éste seguiría en manos del gran capital, de los tiburones del IBEX 35 y de sus agentes en el aparato del Estado. Desde el primer día, comenzarían a conspirar contra un gobierno de UP, como vimos en el caso de Syriza en Grecia, para obligarlo a retroceder y ponerlo de rodillas. Por eso, el objetivo de un gobierno de UP debe ser preparar las condiciones para terminar con la dictadura del gran capital, para que sea el pueblo quien asuma el poder. La condición básica es nacionalizar las 100 grandes empresas y bancos que controlan el 80% de la economía española, comenzando por las empresas del IBEX 35, bajo el control de los trabajadores, indemnizando a los pequeños accionistas y ahorradores. Así podríamos disponer de los instrumentos y recursos necesarios para planificar la economía y atender las necesidades sociales, reducir la semana laboral a 35 horas y dar empleo a los parados, revertir los recortes sociales aplicados, y poner fin al pago de una deuda pública monstruosa generada por los ricos, garantizando solamente los bonos de los pequeños ahorradores.
Para dar cauce a la participación obrera y popular, y enfrentarnos a cualquier boicot, deberían formarse comités de trabajadores que fiscalizaran la producción y los balances en las empresas; y comités vecinales en los barrios que suplieran las insuficiencias de la burocracia estatal y municipal en las ciudades y pueblos.
Para democratizar el aparato del Estado, habría que formar comités en la Guardia Civil, la policía y el ejército, donde los soldados y escalafones inferiores eligieran a sus mandos y los depuraran de fascistas y reaccionarios, con la participación de las organizaciones populares. Para democratizar el corrupto aparato judicial, habría que instituir, como primera medida, la elección popular de los jueces.
Hacia un Proceso Constituyente
Esto prepararía las condiciones para iniciar un verdadero Proceso Constituyente que creara nuevas instituciones representativas nacidas desde abajo, una vez constatado un apoyo mayoritario a nuestra acción de gobierno.
La forma más democrática de hacerlo sería a través de los comités obreros y populares mencionados, en las empresas y barrios, que deberían elegir delegados revocables en cualquier momento, para organizar un Congreso del Pueblo, con la participación de organizaciones y movimientos sociales, sindicales, profesionales, juveniles y de izquierdas. Su función sería debatir y proponer al conjunto de la población la forma del futuro Estado y gobierno. Los marxistas proponemos una República Socialista Federal que incluya el derecho de autodeterminación para Catalunya, Galicia y Euskadi, para constituir una unión voluntaria de los pueblos que componen el Estado español.
Esta es la perspectiva para la que debemos prepararnos para los próximos años: un gobierno de izquierdas, con el pueblo ejerciendo realmente el poder, libres de la presión asfixiante de una oligarquía parásita y de sus agentes en el aparato del Estado. Una victoria de UNIDOS PODEMOS el 26J, aun sin mayoría absoluta, sería un avance sustancial hacia ese objetivo ¡Adelante, hagámosla posible!