Las últimas exigencias y ultimatums provocadores planteados por la troika al gobierno griego tienen un objetivo claro: destruirlo. No pueden interpretarse de otra manera y ahora empiezan a encajar todas las piezas del rompecabezas.
Recapitulemos los acontecimientos de esta semana. El lunes 22 de junio el gobierno griego presentó una propuesta que incluía las últimas exigencias de la troika (ahora conocida como "las instituciones": el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) para conseguir un superávit primario del 1% del PIB para 2015 y del 2% para el 2016. Esto significa recortes y el aumento de ingresos por valor de 2.690 millones de euros en 2015 (1,51% del PIB) y de 5.210 millones para 2016 (2,87 por ciento del PIB). La cifra fue ligeramente superior a la que había sido demandada por "las instituciones" (1,5% para 2015 y 2,5% para el 2016), como Tsipras señaló en su carta de presentación (texto completo).
Estas propuestas rompieron varias de las "líneas rojas" que el gobierno griego había anunciado que no quería cruzar. Antes de eso, el gobierno ya había hecho concesiones significativas a la troika, rompiendo con los puntos clave del programa electoral de Salónica de Syriza. Estos incluían la continuación del programa de privatizaciones, las medidas relacionadas con las pensiones por valor de 2.100 millones de euros, un aumento de los tipos del IVA por valor de más de 2 mil millones de euros, el aumento del impuesto de sociedades y un impuesto por única vez sobre los beneficios por valor de 1.700 millones de euros.
La noche del lunes, la reunión del Eurogrupo [ministros de finanzas de la UE] terminó y parecía que estas propuestas habían sido aceptadas "como una base sólida para un acuerdo". Seamos claros: la propuesta del 22 de junio fue un nuevo memorándum, un nuevo paquete de recortes que caían principalmente sobre los trabajadores y pensionistas. Ni siquiera incluía ningún acuerdo sobre la reducción de la deuda. Estas medidas fueron acordadas con una oposición interna en Syriza y de trabajadores y pensionistas en Grecia que marcharon en contra de ellas.
Durante las 48 horas siguientes todo el acuerdo se deshizo. Estas concesiones no eran suficientes. El FMI exigía más. A Tsipras se le presentó un detallado contra-documento (ver aquí) con modificaciones sustanciales, marcadas en rojo como un maestro de escuela haría con un alumno indisciplinado, y que tenía que contar con la aprobación de Grecia.
¿Cuál es la esencia de estas contrapropuestas? Equivale a una reorganización del paquete de 8 mil millones de euros del acuerdo anterior que debía ser sobrecargado sobre los trabajadores y aliviado para los capitalistas para que pagaran menos. Echemos un vistazo a los detalles.
En cuanto a las pensiones, la troika exige que el aumento de la edad de jubilación hasta los 67 años se adelante de 2018 a 2015. La abolición de la subvención de solidaridad (un pago complementario para los jubilados más pobres) debe adelantarse a 2017 (en lugar de su eliminación gradual hasta 2020, cuando el gobierno griego había propuesto). La troika propone un aumento mayor (un punto porcentual adicional) en las contribuciones de asistencia sanitaria de los pensionistas de lo que el gobierno se había propuesto. En resumen, los pensionistas deben pagar más y sus derechos de pensión deben reducirse más rápidamente.
En cuanto al IVA (que es un impuesto regresivo que golpea más a los trabajadores), básicamente, la troika propone aumentos más altos que los acordados por Grecia. Esto significaría el aumento de ingresos del Estado del 1% del PIB por este concepto en lugar del 0,74% en las propuestas del gobierno griego. Las exigencias de la troika son muy específicas y significaría, por ejemplo, que el IVA que grava a los productos alimenticios básicos como la leche, el aceite y el queso crecería del 13% al 23% (un aumento del 10% en su precio). La troika también insiste en que los servicios gastronómicos paguen un IVA del 23% del IVA que afectaría a la industria turística.
La parte más importante de la contra-propuesta de la troika es el desguace de un impuesto de un 12% sobre las ganancias de las empresas que ganan más de 500.000 euros (un ahorro de 1.350 millones para las grandes empresas), además de insistir en que el impuesto de sociedades no debe ser aumentado del 26% a 29%, sino al 28% (un ahorro para los capitalistas de otros € 137 millones).
Estas propuestas son absolutamente escandalosas. Están acompañadas de un aire de arrogancia e imposición que insinúa el hecho de que hay más bien razones políticas detrás de este último movimiento. Mientras Tsipras viajaba a Bruselas el 24 de junio, twitteó: "El rechazo repetido de medidas equivalentes por ciertas instituciones nunca ocurrió antes - ni en Irlanda ni en Portugal. Esta postura extraña parece indicar que, o bien no hay interés en un acuerdo o que hay intereses especiales detrás de esto".
Claramente, estas últimas propuestas son una provocación. Además, la troika ha emitido un ultimátum, que expiró el 25 de junio a las 11.00 horas, hora de Bruselas, para que el gobierno griego llegara a un acuerdo con ellos - o de lo contrario propondría su propio documento para que fuera votado por el Eurogrupo para su aprobación. Este es el lenguaje de la guerra ¿Cómo puede el Eurogrupo aprobar un documento sobre la política en Grecia, que no tiene el apoyo del gobierno griego?
La Troika maniobra para destruir al gobierno de Syriza
La troika es plenamente consciente de que las propuestas del 22 de junio de Grecia ya eran lo máximo que Tsipras podía ofrecer sin cometer un suicidio político. Ni siquiera estaba claro que fuera capaz de conseguir su aprobación por el parlamento sin perder su mayoría parlamentaria y tener que depender de diputados de la oposición que votaron por ellas.
Para la troika, exigir aún más después de eso sólo puede significar que su objetivo es romper Syriza y destruir al actual gobierno. Durante semanas ha habido conversaciones sobre la necesidad de un gobierno de "unidad nacional" (léase: un gobierno que pueda imponer más austeridad sobre las espaldas de los trabajadores). El mismo día en que la troika estaba haciendo demandas imposibles a Grecia, el líder del partido de centro derecha proeuropea To Potami (El Río) fue a Bruselas y se reunió con el comisario europeo Moscovici. Es muy raro que un líder de un partido no gubernamental se reúna con funcionarios de la UE. El líder del partido, Theodorakis, declaró que apoyarían cualquier propuesta europea que el gobierno pusiera a votación y que se opondrían a la convocatoria de elecciones anticipadas.
El líder de Nueva Democracia, Samaras, fue más específico, cuando llamó a la formación de un gobierno de transición de unidad nacional que excluyera a Tsipras (y a él mismo), si la mayoría del gobierno actual fuera incapaz de conseguir un acuerdo con la troika que fuera aprobado por el Parlamento.
Lo que estas declaraciones significan es muy claro: las clases dirigentes griega y europea quieren escindir Syriza, eliminar el obstáculo de su ala izquierda en el grupo parlamentario, con el fin de crear un gobierno más flexible que pueda aprobar este nuevo Memorando de austeridad. Tal gobierno podría crearse con el ala derecha del grupo parlamentario de Syriza y con los partidos burgueses pro-europeos de la oposición. Por supuesto, todo esto falta por ser llevado a la práctica, To Potami y Nueva Democracia están de acuerdo, pero sin nuevas elecciones, ya que su resultado no puede garantizar una mayoría para sus planes El presidente de la República, el derechista Pavlopoulos, elegido a propuesta de Syriza, probablemente jugará un papel clave en cualquier maniobra parlamentaria.
Esta maniobra tiene un nombre. Se llama un golpe de Estado. No es un golpe militar, sino parlamentario. Quieren destruir un gobierno que fue elegido con un mandato de poner fin a la austeridad y a los Memorandos, y reemplazarlo por otro no electo que lleve a cabo, precisamente, la política opuesta.
Syriza debe ser forzada a una humillante derrota "pour encourager les autres", para enviar un mensaje claro a los trabajadores de Grecia de otros países (especialmente de España) de que los gobiernos anti-austeridad están destinados al fracaso. Que no hay ninguna alternativa.
Por supuesto, aquí Tsipras es víctima de sus propias políticas. Durante cinco meses, la troika ha conseguido concesión tras concesión del gobierno griego sin dar nada a cambio. Esto se hizo, se nos dice, con la esperanza de conseguir una reducción sustancial de la deuda y mejores condiciones de pago, lo que permitiría a la economía griega empezar a recuperarse.
Incluso a estas alturas, la troika no ha ofrecido nada por el estilo. Alemania es extremadamente reacia a hacer concesiones respecto a aliviar la deuda ya que posee la mayor parte de la misma y tendría que hacer que los trabajadores alemanes pagaran por ello.
La arrogancia de la troika es aún más escandalosa si uno mira su historial. Se suponía que las políticas de austeridad se impusieron a Grecia para reducir la deuda a un nivel manejable y permitiera a la economía griega comenzar a recuperarse. Lo contrario ha sido el caso. Como estaba previsto, estas medidas extremas han enviado a Grecia de nuevo a la recesión y han hecho que la espiral de la deuda quede aún más fuera de control.
Es hora de cambiar de rumbo
Es hora de poner fin a esto. La única forma de avanzar es cambiar decisivamente de actitud y rechazar las demandas de la troika. Incluso a esta hora tardía, si Tsipras se dirigiera al pueblo griego y le dijera: "Hicimos concesiones, rompimos nuestro propio programa con el fin de llegar a un acuerdo. Pero la troika quiere que los trabajadores paguen todo el paquete y dejar a los capitalistas fuera. No podemos aceptar esto. Debemos repudiar la deuda y tomar el control de nuestra propia economía. Si hacemos eso, podemos apelar a la solidaridad internacional de los trabajadores europeos". Él conseguiría un apoyo masivo. Pero su historial de los últimos cinco meses hace de éste un escenario poco probable.
¿Qué pasa con la Plataforma de Izquierda de Syriza? Los medios de comunicación griegos están llenos de especulaciones sobre el número de diputados que estarían dispuestos a votar en contra de este compromiso humillante. El miembro del CC, Stathis Kouvelakis, ha descrito correctamente esto como un paquete de austeridad y emitió un llamamiento para movilizarse en contra. Sin embargo, los principales dirigentes de la Plataforma de Izquierda permanecen en silencio. Los medios de comunicación griegos informan que la figura principal de la Plataforma de Izquierda, Lazafanis, que también es ministro del gobierno (y, por tanto, co-responsable de la propuesta del 22 de junio), ha dicho que quiere esperar y ver el acuerdo final antes de hacer comentarios.
Hay que decirlo: la única tendencia interna de Syriza que ha advertido de este resultado desde el principio es la Tendencia Comunista. En cada etapa ha señalado el carácter utópico de la idea de que podría alcanzarse un acuerdo con la troika que permitiera la aplicación del programa electoral de Syriza. Por desgracia, la Tendencia Comunista sigue siendo muy pequeña, con sólo dos miembros en el CC del partido.
No es demasiado tarde. Pero la única manera de avanzar es mediante la lucha. La experiencia de los últimos cinco meses también significa que, incluso a pesar de los errores de la dirección, ahora una mayoría del pueblo griego puede ver claramente quién es el culpable de la falta de un acuerdo.
Según una encuesta publicada por Left.gr, el 69% de la gente culpa a la troika de la falta de un acuerdo, mientras que sólo el 22% culpa al gobierno. Curiosamente, el 63% de las personas dicen que no temen un Grexit [la salida de Grecia del euro, NdT], que es un gran cambio respecto de la situación anterior. Los trabajadores griegos son plenamente conscientes de que ser expulsados del euro sobre una base capitalista sería un desastre económico, pero también que ya no pueden soportar una continuación del actual estado de cosas. Mientras que sólo el 12% de las personas dice que la economía griega estaría mejor con un nuevo paquete de austeridad, el 17% piensa que sería mejor un Grexit. La mayoría, el 71%, piensa que ninguno de ambas salidas es una opción.
Estas cifras también ponen de relieve el punto que la Tendencia Comunista ha subrayado: la solución no es ni el Grexit ni el euro, sino el socialismo. Hay que ofrecer una alternativa que se ocupe de los temores justificados de la población sobre las consecuencias de volver al dracma dentro del capitalismo. Esa alternativa es el socialismo, la propiedad colectiva de los medios de producción, distribución e intercambio bajo el control democrático de los trabajadores. Esto tendría que combinarse con un llamamiento internacionalista a los trabajadores de Europa.
La única manera de revertir la actual situación de estancamiento es a través de la movilización de masas en las calles. Hay que dar cauce a toda la rabia de la población griega. Las masas deben recuperar la iniciativa y romper los esquemas y complots de la élite. La responsabilidad de la Plataforma de Izquierda es enorme. Ahora comanda el apoyo de alrededor del 45% del CC de Syriza. Si salieran públicamente con una posición audaz rechazando el acuerdo, probablemente inclinarían la balanza interna a su favor, y sin duda obtendrían el apoyo de una gran mayoría de la población.
Hay mucho en juego. Una derrota en Grecia sería una derrota en toda Europa. El comienzo de un contraataque serio en Grecia alentaría a los trabajadores de todo el continente que ya están buscando desesperadamente una alternativa a la austeridad, donde se pide a los trabajadores que paguen la crisis del capitalismo.