Tras varios años de lucha contra el cáncer, con tan sólo 42 años de edad, nos ha dejado nuestra amiga y compañera, Ainhoa Murguiondo Ortiz de Zárate. El vacío que nos deja a quiénes hemos tenido la suerte de conocerla y compartir una parte de su vida va a ser muy difícil de llenar.
Ainhoa lo tenía todo, inteligencia, belleza, dulzura y sobre todo una fuerza de voluntad y de compromiso inquebrantables, con las que hasta su último suspiro, afrontó todos y cada uno de los retos que se planteó a lo largo de su existencia.
Su vida, aunque corta, ha brillado con intensidad. Ainhoa hizo real, el hermoso deseo que reflejó en su perfil: “tan sólo quiero un breve infinito”.
Con sólo 4 años de edad la pequeña Ainhoa, desde la atalaya de sus curiosos ojos infantiles, contempló en su casa del barrio obrero de Zaramaga, los dramáticos acontecimientos del 3 de Marzo vitoriano- Desde ese momento, aquel heroico episodio de lucha obrera, quedó grabado a fuego en su memoria.
Su vida consciente, comienza en 1987 con sólo 15 años de edad, cuando como estudiante de la Ikastola Olabide, participa en la gran explosión de la juventud que se desarrolló entre diciembre de 1986 y febrero de 1987, colaborando activamente en la construcción del Sindicato de Estudiantes en Alava.
Es en esos años cuando abraza firmemente las ideas del marxismo y se organiza en las filas de la Corriente Marxista Internacional. Desde ese momento, Ainhoa como ha sido norma en toda su existencia, con aquello que consideraba importante, se ha mantenido fiel a sus ideas y a su compromiso militante hasta el final.
Ni el duro golpe que supuso, cuando en 2008 le diagnosticaron la enfermedad, ni cada una de sus crueles recaídas, fueron capaces de doblegar su férrea voluntad de vivir y de colaborar en aquello que valoraba.
En estos 6 años de enfermedad, fue capaz de graduarse brillantemente en Educación Infantil; viajó, compartió intensamente con sus amigos y familia, y nunca dejó de sonreír y de marcarse nuevas metas y objetivos.
Cuando el fin era ya inevitable, Ainhoa aún tuvo tiempo de maquetar, para su edición por Lucha de Clases, el maravilloso texto de Félix Morrow sobre la Revolución Española de 1931-1939.
Los últimos días pudo disfrutar de los paseos que tanto amaba en Olano, su pueblo natal; y aún tuvo fuerzas para viajar a Caños de Meca y disfrutar del mar y del sol. Hasta su último suspiro, siguió marcándose nuevas metas que, desgraciadamente, su muerte ha truncado.
Ainhoa amaba la música y la poesía, pero siempre decía que la canción con la que ella realmente se sentía identificada era la versión de Paco Ibáñez del maravilloso poema de Leon Felipe, “Como Tú”. Ella se veía como la piedra pequeña, como el guijarro humilde del poema.
Nosotros, sus compañeros, que la hemos amado y compartido sus anhelos y su lucha, continuaremos el camino. Y, siguiendo su ejemplo, lucharemos para que los de abajo, que somos la sal de la tierra, alumbremos un mundo nuevo, Socialista, donde la explotación del hombre por el hombre, las guerras, la enfermedad y la injusticia sean sólo un mal recuerdo del pasado y donde la libertad del ser humano adquiera su auténtico significado.
Agur Ainhoa, mientras sigamos en este mundo, permanecerás en nuestra mente y en nuestros corazones.